¿Y si Porzingis sale bueno?

El pasado 25 de junio, en una ceremonia del draft llena de sorpresas y elecciones imprevisibles, la decisión de los Knicks fue sin duda la que más controversia despertó. Cuando Adam Silver pronunció desde la tribuna el nombre de Kristaps Porzingis tras la famosa y repetitiva frase de “With the 4th pick, the New York Knicks select…”, la reacción de desconcierto fue generalizada. No solo de los aficionados neoyorquinos que presenciaban en directo la ceremonia del Draft e hicieron patente su desacuerdo con un sonoro “booo”, también la de la mayoría de analistas deportivos y medios de comunicación, quienes se apresuraron a tirar de hemeroteca y sembrar las redes sociales de posts recordando las pifias de los Knicks en el draft de los últimos 30 años, marcando una clara línea de desconfianza y presión añadida hacia el joven letón.

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Si está justificada o no esta sospecha de fracaso sobre Porzingis es un asunto con varias aristas que conviene analizar. En primer lugar, que la elección haya sido de los Knicks, una de las franquicias más mediáticas y acaudaladas de la NBA,  sin duda ha magnificado el asunto. Que un joven prometedor de más de 7 pies y al que todas las previsiones del Draft colocaban en el Top 10 sea elegido en la 4ª posición, no debería haber provocado, en principio, una reacción tan desfavorable, máxime teniendo en cuenta que Towns, Russell y Okafor ya no estaban disponibles, y de ahí hacia abajo todos podían considerarse tan incógnitas como el propio Porzingis. ¿Acaso hubiera levantado el mismo revuelo si la elección hubiera sido de Milwaukee, Sacramento o Utah? Evidentemente, no.

Es cierto que su propia fisonomía, gestualidad y estilo de juego, le otorgan un perfil propicio para ser considerado candidato a “pufo” del draft. Con 2.16m, no llega a los 100 kilos de peso. Desgarbado, de aspecto cándido y con una clara aversión por el contacto en la zona, algo que, salvo que te llames Dirk Nowitzki, suele conllevar problemas para un hombre alto en la NBA. Tampoco ha ayudado el poco cartel con el que llega de Europa. En Estados Unidos suelen mostrarse recelosos con lo que llega de fuera sin credenciales suficientes. Al contrario que Gasol o Mirotic, quienes llegaron tras ganar títulos y destacar en sus respectivos clubes europeos, Porzingis cruza el charco tras una discreta y única temporada en la ACB, en las filas de un equipo de la parte baja de la clasificación.

Pero…¿Y si sale bueno? Ya no digo buenísimo. No digo una superestrella que marque época en la NBA, que también podría ser. Simplemente que se convierta en un buen jugador. Que ayudara a los Knicks, por ejemplo, a convertirse en un equipo con aspiraciones o, puestos a soñar, candidato al anillo. Cogerá peso (músculo), tiene un extraordinario tiro exterior (toda una rareza entre los centers de la actual NBA), y puede aprender mucho de la mano de todo un prócer de esto del baloncesto como es Phil Jackson. Puede ser un fracaso, si. Pero también puede llegar a ser una gran estrella, o un buen jugador  capaz de desarrollar una digna carrera en la mejor liga del mundo. Muchas incertidumbres y muy pocas certezas, pero exactamente las mismas que acompañan al resto de integrantes del Draft 2015. Entre que te toque un Hakeem Olajuwon o un Darko Milicic existen infinidad de niveles intermedios perfectamente válidos para desarrollar una buena carrera en la NBA.

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Personalmente, he de reconocer que también torcí el gesto al escuchar el nombre de Porzingis en el turno de elección de los Knicks. Y después de ver el video scouting de draftexpress sobre él, sinceramente, siguió torcido. Pero hay que darle el beneficio de la duda. Tiene 19 años y sólo el paso del tiempo y los fríos números podrán arrojar certezas sobre este gigante letón y un poquito sevillano (llegó a las categorías inferiores del Cajasol con 15 años). En atención al recibimiento que le han dado afición y prensa, es probable que más que sus habilidades baloncestísticas, lo primero que tenga que poner a prueba el joven pívot sea su carácter. Imagínense cuando en sus primeros partidos falle alguna canasta debajo del aro, o el DeAndre Jordan de turno le coloque un taponazo  de esos que  hacen llegar el balón al tercer anfiteatro para golpearse acto seguido el pecho cual gorila macho gritando y mirándolo desafiante, la crítica y la befa serán despiadadas. Por el bien de Porzingis, porque soy muy de Phil Jackson, y porque ya toca un acierto de los Knicks en el draft, me encantaría verlo convertido en un gran jugador. Le deseo el mayor de los éxitos en su aventura NBA.