El salto entre dos de los hermanos Gasol fue el preludio de oro a una noche mágica, cargada de récords, y que pone el broche a un fin de semana espléndido.
La Gran Manzana. El Madison Square Garden. Una cancha de baloncesto. Este domingo la NBA se engalanó para vivir un nuevo All Star Game que acabó resultando, como todo el fin de semana, un partido digno de guardar en la hemeroteca. Hacía tiempo que la liga necesitaba un fin de semana de las estrellas como el que hemos podido disfrutar en este 2015. Intenso, memorable, digno de comentar y no sellado como un impase excéntrico en mitad de la temporada. Así ha sido este All Star, y así se ha cerrado, con un partido que acabó llevándose la Conferencia Oeste por 158 a 163 con un Russell Westbrook que desencadenó toda su furia hasta marcharse con 41 puntos y el MVP del evento.
Pero como en toda ceremonia de altura, y en esta ocasión aún más, lo importante empezaba en los prolegómenos. Un abrazo entre los hermanos Gasol era el preludio esperado al salto entre dos que todo el mundo quería ver. Gasol contra Gasol. Pau y Marc. El baloncesto español en la Meca tanta veces comentada con cierta lejanía, era ahora más suyo y nuestro que nunca. Pau se llevaría aquella invitación a dar comienzo a la fiesta. Después, ambos se centrarían en sus labores, como buenos europeos, ajenos un tanto a la vorágine y el correcalles del partido.
Y es que para deslumbrar durante el partido ya había un hombre y un registro a batir. Russell Westbrook se hizo con el auténtico control del partido logrando 27 tantos en la primera mitad (récord absoluto en una parte), y se quedó a solo uno (41) de pulverizar el récord histórico de 42 tantos que fijara como cima el recordman Wilt Chamberlain allá por 1962. Resultado ‘Russ’ nuevo MVP del evento de las estrellas, superando a un LeBron que, aunque como siempre le puso ganas (30 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias) se tuvo que conformar con pasar a Kobe y ser ya el segundo máximo anotador de la historia de los All Star Game.
Por el medio, lo que tenía que haber. Espectáculo puro y duro protagonizado en muchas ocasiones por Stephen Curry, quien se alió con James Harden en multitud de formas para dar algo más de magia a una noche que cierra un auténtico fin de semana de lujo. Desde la plenitud del cartel del concurso de triples, pasando por la arrogancia en los mates de LaVine, hasta la imagen histórica de los Gasol o el reinado de Westbrook. Señor Adam Silver, chapeau por la parte que le toca. La NBA ha recuperado una plaza que parecía perdida.
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