El torneo de lo impredecible acabó, como no podía ser de otra forma, con la victoria del equipo que menos papeletas tenía en el bombo de favoritos de los que consiguieron llegar hasta la Final Four. El AT&T Stadium de Arlington se llenó hasta la bandera para ver como los Uconn Huskies culminaban la hazaña venciendo a los todopoderosos Kentucky Wildcast de John Calipari y Julius Randle, último gran jeque de la camada de este año presente en las rondas finales tras los batacazos de Duke (Jabari Parker) y Kansas (Andrew Wiggins).
Sin embargo, la gran final de la March Madness 2014 no tuvo a Randle como máximo protagonistas. El base de los Huskies, el puertorriqueño de cuarto año Shabazz Napier, explotó su faceta de anotador compulsivo hecho a sí mismo para con 22 puntos liderar la victoria de su equipo (54-60). Uconn consigue así su cuarto campeonato de la Division I de la NCAA, el segundo en 3 años después de que en 2012 Kemba Walker los llevara hasta las mismas cotas, y el primero del recién llegado entrenador Kevin Ollie.
En la otra cara de la moneda, Kentucky cayó con todo el estruendo que lo hace una plantilla que, pese a o ser la mejor sobre el papel, siempre está obligada a ganar una vez llegada a la Final Four. El conjunto dirigido por John Calipari se plantó en la final gracias a dos momentos milagrosos de Aaron Harrison, pero allí se encontraron con un equipo cargado de hambre. Al igual que en su victoria ante los también favoritos Florida Gators, los Huskies hicieron del juego rápido y los robos de sus hombres bajitos su máxima espada. Napier y Ryan Boatright golpeaban primero a un equipo en el que solo James Young, al igual que en las semifinales, estuvo al nivel (20 puntos). Randle desapareció por culpa de sus problemas de tobillo y la vigilancia de los interiores rivales hasta bajar sus registros hasta los 10 puntos y 6 rebotes. El partido estaba encaminado, y ni siquiera una tibia reacción de los siempre orgullosos Wildcast pudo acabar de dar la vuelta a un marcador que ostentó ventajas de hasta 15 puntos para los finalmente campeones.
Se acaba la locura de marzo, la magia del baloncesto universitario echa el telón en una edición marcada por los nombres de la que se supone que es la mejor camada del Draft desde LeBron y Carmelo, pero en la que al final, como casi siempre, ha acabado imponiéndose el término equipo. Habrá que ver ahora cuánta factura pasa a los Wiggins, Parker, Randle y compañía la actuación de sus equipos en el torneo y en que suerte de trampolín se erige la gran actuación cosechada por Napier. Un base tapado, de cuarto año, atípico para los estándares actuales, pero que ha demostrado ser uno de los jugadores más hechos de la competición. Alea iacta est. Que el Draft decida.