A falta de confirmación oficial el traspaso sienta las bases de los Knicks de Phil Jackson, que una vez que han conocido que Carmelo Anthony saldrá a la agencia libre han optado por deshacerse de su pívot referencia: Tyson Chandler, que volverá a jugar después de tres temporadas con el equipo con el que se coronó campeón en 2011. Sin duda alguna, y a pesar de ser la única ancla defensiva de los Knicks durante estos tres años, el contrato de 13 millones del de California ha pesado en un equipo que ahora busca tener el máximo margen posible para atar piezas de lujo en la agencia libre.
A su lado llega Raymond Felton, envuelto en un polémico juicio por maltratos a su esposa y que no convencía en nada al nuevo perfil del ‘Maestro Zen’. A cambio de estos dos titulares los Knicks recibirán al pívot Samuel Dalembert, al joven base Shane Larkin, y al tirador Wayne Ellington, además del base extremeño José Manuel Calderón y dos segundas rondas del Draft de este año (34 y 54).
Calde… ¿El base de Jackson o una pieza de intercambio?
Calderón se convertirá de esta forma en el segundo jugador español en vestir la camiseta de los Knicks (antes lo hizo Sergio Rodríguez), aunque para eso aún tendrá que superar un verano en plena ebullición en la franquicia de la Big Apple. Su contrato por valor de 7 millones de dólares durante las próximas 3 temporadas lo podrían convertir en una buena pieza para volver a intercambiar por los Knicks, que desean liberar espacio salarial a toda costa.
Sin embargo, a su favor el bueno de Calde cuenta con varios argumentos. Es un jugador hecho, serio, y con sobradas aptitudes. Su último año en Dallas, donde se dedicó a ser más un tirador que cedía la creación a Monta Ellis lo asemejan mucho al Derek Fisher del que disfrutó Jackson en su última etapa como entrenador en los Knicks. Un Fisher al que, cabe recordar, tendrá ahora como entrenador jefe.
Veremos que le depara al español, que a sus 32 años puede haber encontrado el mejor sitio donde finalizar su carrera en la NBA.