El mejor base de los últimos quince años en la NBA, Steve Nash, ha anunciado su retirada. El canadiense deja el basket a sus 41 años tras casi dos sin apenas pisar las canchas, aquejado por los problemas de espalda que carcomieron cualquier intento de final dorado en Los Ángeles Lakers.
Nash, MVP en las temporadas 2005 y 2006, pone así el punto final a una carrera en la que deslumbró el juego del baloncesto. Seguramente la NBA es un poco distinta desde aquellos Suns del Run&Gun. Una fórmula que, no obstante, ni el propio D’Antoni ni nadie ha sabido replicar después de ponerse en marcha.
Sin embargo, el canadiense se va convirtiéndose en otro de los grandes reyes sin corona. Solo Nash y Karl Malone han sido dos veces nombrados MVP de la liga sin conseguir al menos un anillo. No sabemos hasta que punto esto pesó en la mente de los últimos dos años del Nash jugador, ese que se unió el pseudo proyecto de los Lakers de 2012 -junto a Dwight Howard- para acabar convirtiéndose en un veterano aislado por las lesiones y hasta algún punto díscolo. Lejano de aquella filosofía de mago de la asistencia que maravilló al mundo.
El mejor base en lo que va de siglo XXI
Junto a Jason Kidd -de quien aprendería en sus primeros años en los Suns-, Steve Nash es el mejor base puro que ha tenido hasta el momento la liga desde que cruzara la barrera del milenio. Sus dos MVPs se suma a sus galones como tercer máximo asistente histórico de la liga. Un genio del basket embotellado en un cuerpo de jugador de fútbol –su otra gran pasión– que proyectaba su mejor versión al lado de finalizadores. Léase, Dirk Nowitzki, o la mejor versión de Amare Stoudemire.
Steve Nash fue drafteado en el verano del 96 por el equipo con el que años más tarde haría las delicias, los Phoenix Suns. Una de las mejores camadas de novatos que se recuerdan. La mítica portada de la revista Slam así lo atestigua: Kobe, Marbury, Ray Allen, Allen Iverson, Stojakovic… todo un elenco que sirvió de transición -y quien se atreve a dudar que algo más- entre la era Jordan y la actual NBA.
Tras dos años de transición en los que nos destacó demasiado, un Nash que por entonces tan solo contaba con 24 primaveras hacía las maletas hacia Dallas por petición expresa de Don Nelson. Sus años con Nowitzki y Finley sentaron las bases del modelo de franquicia que Mark Cuban -tan alocado como resolutivo- sigue manteniendo hoy día. La presencia de los mejores Kings y los Lakers (y como no, los Spurs) en un Oeste que incluso era más complicado que el actual evitaron que entonces aquel proyecto ya se echara algún anillo al dedo.
Y llegó Arizona. Quizá la reciente devoción de los Suns por acumular bases venga de aquellos años de Nash. D’Antoni encontró el caldo de cultivo perfecto y a los jugadores adecuados para imprimir el baloncesto que él tenía en mente, extrictamente reservado a bases que pensaban dos segundos antes que el resto y a aleros que recuperaban la potencia como el factor dominante de esta posición por delante del tiro.
No existían escoltas, no hacían falta. Tampoco pívots. Los único jugadores ligados a estas posiciones de aquel roster que lució por Phoenix entre 2003 y 2006 estaban irremediablemente anclados en defensa -Raja Bell, Kurt Thomas…-. Run&Gun. Aquel anuncio era un suicido si al cargo no estaba un capitán como era aquel base, que ya empezaba a peinar canas en su melena, y al cual le llegarían los MVPs pasados las treintena.
Aquellos Suns jugaron dos Finales de Conferencia. Spurs y Mavs fueron sus verdugos. Los estiletes a un modo de juego que al igual que intenso, se volvía en ocasiones un coladero en defensa.
Con especial amargura se recuerda ahora el que fue el último intento de esta compañía. Fue en 2007, en semifinales del Oeste contra los Spurs, cuando un violento empujón de Robert Horry sobre Nash dejó KO al base y, tras la tangana, acabara con Stoudemire y Boris Diaw expulsados. Los Suns cederían el terreno ganado en el sexto partido.
Quizá con la moral algo ya tocada Nash acabó sus años en los Lakers, en el monolítico y erial proyecto de aquel 2012 que comenzó la ruina actual de la franqucia angelina. Firmaría 10 millones por año con ya 40 castañas. El curso pasado, cuando se conoció que no volvería tras disputar solo 15 partidos un documental para Grantland hizo saltar la polémica.
“Siendo honesto. No me retiro porque quiero el dinero”. La frase, como no, levantó algunas ampollas. Aunque en su defensa hay que decir que Nash nunca dejó de entrenar para volver.
Este sábado, en la carta en la que se despedía el jugador relataba lo siguiente:
“Oí a alguien decir que llega un día en el que nos dicen que no podemos jugar más. No somos lo suficientemente buenos. No llegamos a lo requerido. Somos demasiado lentos. Cuando eres un adolescente con sueños enormes y una obsesión que no cesa, y alguien te dice que esto no va a durar siempre, te da miedo. Jamás lo olvidé… ¿Qué hice entonces? Permanecí obsesionado. Me marqué mis metas. Trabajé. Soñé. Maquiné. Me forcé hasta más allá de lo normal y lo esperado. Miré a mi héroe, Isiah Thomas, y pensé para mí: ‘Ok, estoy aún muy lejos del jugador que es él, pero si mejoro cada día durante cinco o diez años, ¿por qué no puedo ser tan bueno como él?”.
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