Las últimas informaciones dicen a estas horas del jueves que el estado de Lamar Odom no mejora tras ser encontrado este miércoles inconsciente en un burdel y confirmarse que había consumido prácticamente todas las drogas que se podían ingerir.
Dicho esto, es deleznable que la NBA gane cuota de pantalla en España -y nos referimos a los informativos de deporte- prácticamente solo cuando ocurren desgracias similares.
Lamar Odom ha sido presa de sus vicios. De sus idas y venidas, que duda cabe. Quién sabe que hubiera pasado si su último paso por Baskonia hubiera salido, tan solo, un poco bien.
Sergio Scariolo, su entrenador en esta última etapa que se saldó con tan solo 21 días de estancia en Vitoria, pidió paciencia en el momento de su impactante llegada para un hombre que tras tocar los cielos volvió a caer a los infiernos. De hecho, quizá nunca haya salido de ellos.
Odom, pieza fundamental de aquella generación llegada a la NBA a finales de los noventa sin apenas pisar la Universidad, es hijo de un padre heroinómano y de una madre fallecida cuando él tan solo tenía 12 años.
Su condición de juguete roto, en definitiva, no es cosa de los últimos años, como si lo ha sido su aspecto de celebrity al casarse con una de las Kardashians. Qué más dará.
Y suelto todo esto porque los casos en los que la información que llega del basket del otro lado del charco gana minutos cuando hay desgracia o morbo de por medio son ya varios. Y recientes. Como rememora nuestro compañero Javier Marmisa en nuestro último Podcast, ¿hay que recordar las veces que nos tuvimos que tragar la lesión de Kevin Ware de 2013 en las cadenas españolas? ¿Se había hablado antes un momento de baloncesto universitario en las TVs españolas? Parece que se quiere poner espejos en las pocilgas en vez de en los salones de Versalles.
Y recordar por último que este hombre, Lamar Odom, es dos veces campeón de la NBA y uno de los zurdos más finos que ha dado el baloncesto en la última década y media. En definitiva, mucho más que una pieza de reality.