Desde que en 2008 Seattle Supersonics se ‘mudara’ a Oklahoma para dar lugar a los actuales Thunder la ciudad, una de las más ligadas al baloncesto de siempre, se quedó huérfana. La venta de la franquicia a un grupo inversor se vio como una traición a sus vecinos. El traslado, casi obligatorio por las restricciones que tenía el vetusto Key Arena, fue un drama.
Años después cadas pocos meses tenemos noticias de los avances y los retrasos en la posible vuelta de un franquicia NBA a la ciudad norteña. Sin embargo, en medio de esta falta de baloncesto masculino, Seattle se ha convertido en uno de los centros de la WNBA.
Las Seattle Storm se proclamaron este miércoles campeonas de la WNBA por tercera vez en su historia (tras 2004 y 2010). Esto convierte a la franquicia en una de las más laureadas de la competición, solo superadas por las Minnesota Lynx y las Houston Comets con 4 anillos, y empatadas con Los Angeles Sparks, las Detroit Shock (ahora Dallas Wings) y las Phoenix Mercury.
Hablar del título de las Storm es hablar de Breanna Stewart, la actual ‘LeBron’ de la WNBA. MVP tanto de la temporada regular como de las Finales, esta ala-pívot elegida en el pick 1 del Draft 2016 por Seattle se ha convertido en la dominadora absoluta de la competición, con unos promedios de 21.8 puntos y 8.4 rebotes.
Por desgracia, el panorama económico del deporte femenino obliga a que, al igual que otras muchas jugadoras, Stewart tenga que combinar los veranos de WNBA con inviernos jugando en China. Hace unas semanas, otras de las grandes estrellas de la liga, la jugadora de Dallas Skylar Diggins-Smith, criticó duramente las diferencias salariales que se dan entre sexos, pero no porque una liga genera más que otra, sino porque el reparto de derechos entre competiciones, es desigual. “Los jugadores en la NBA obtienen el 50% de los ingresos. Para las mujeres, ese porcentaje está en el 20%», dijo en una carta que puedes leer íntegra aquí.
Las Storm estuvieron a punto de mudarse también pero una organización de mujeres las dejó en la ciudad
Durante la traumática venta de los Sonics, que acabó con el equipo en Oklahoma, los compradores también adquirieron los derechos de las Storm, ya que eran equipos hermanos. Sin embargo, cuando estaban a punto de trasladarse también, una organización de mujeres empresarias de la ciudad consiguió recuperar el equipo para mantenerlo. Su trabajo ha hecho que ahora Seattle vuelva a estar en lo más alto de baloncesto mundial.