La última polémica en torno a Derrick Rose ha tenido como fondo la misma actitud que empieza a no ser ni sorprendente ni justificable: la indolencia.
Esta vez no fue con sus Bulls sino con el Team USA, que ha organizado un Mini Camp durante esta semana para preparar la cita de los emocionantes Juegos Olímpicos de Río 2016, que se celebrarán en menos de un año.
La última victoria en la Copa del Mundo de España dejó algo indiferentes a los estadounidenses, a los que les habría gustado ver a rostros más carismáticos defendiendo sus colores. Para acabar con esta polémica, el presidente de la federación Jerry Colangelo avisó: “El que no venga al Mini Camp no estará en Río”.
Un aviso a navegantes para los interesados en desfilar por la pista brasileña el próximo julio y que causó efecto. Todos los grandes jugadores de la liga hicieron un hueco durante sus vacaciones para entrenar con sus compatriotas: LeBron James, Chris Paul, Stephen Curry, Blake Griffin,… ¿Todos? No. Rose decidió no ir. La broma, eso sí, no le va a salir muy cara.
“Siempre dije que nunca se le puede cerrar a la puerta del todo a nadie. ¿Por qué? ¿Para probar, qué? ¿Que si estoy decepcionado de que Derrick no vienese? Claro. Porque queremos lo mejor para él. Queremos que vuelva al nivel que tuvo en su día. Veremos cómo se dan las cosas en el futuro”. Jerry Colangelo.
Se mire como se mire, esta decisión solo admite dos lecturas:
- No le interesa ir a la Olimpiadas.
- Se cree demasiado bueno para ir.
Si el jugador ha decidido que su periplo con la selección ha llegado a su fin o que simplemente no quiere acudir a la cita para centrarse en su equipo es completamente respetable, se esté más o menos de acuerdo. Solo le atañe a él.
En cambio, si Rose no acepta el órdago porque piensa que es demasiado bueno para ser puesto a prueba, entonces debería reflexionar. Bastante.
Nadie puede dudar lo que ha sido D-Rose para la liga y para los Bulls, que no levantaban cabeza desde los días de Michael Jordan. Su MVP fue completamente justificado y durante un tiempo, antes de la explosión final de Durantula, fue el único que podía plantar cara a King James.
Ahora bien, su rendimiento desde su primera lesión, con un importante aparte en los pasados PlayOffs, ha sido cuanto menos discutible.
Rose no es el mejor base de la liga desde hace años. Stephen Curry, Russell Westbrook, Kyrie Irving, Chris Paul o John Wall están varios escalones por encima de su nivel actual. Todos ellos fueron al Mini Camp. Aparte de estas estrellas, Michael Carter-Williams y Mike Conley también fueron al preparatorio, así que merecen ser convocados por delante de él.
Los problemas empiezan en casa
Derrick ni siquiera es el mejor jugador de su equipo. El recientemente renovado Jimmy Butler es el presente y futuro de Chicago, así que la franquicia debería construir en torno al escolta y no bajo nos intereses del eterno base, que empiezan a parecer egoístas.
La prensa se ha hecho eco de notables diferencias y problemas de química entre Jimmy-B y el dorsal 1. Las cosas se han ido tan de manos que las palabras de Butler han pasado de “No existe mal rollo entre nosotros” a “Espero poder mejorar mi química con Rose esta temporada”.
Empieza a no ser sorprendente, de un jugador que ha bombardeado y conspirado contra cualquier jugador que pudiera hacerle sombra. Siempre se ha mostrado abierto a cambios y recibió con los brazos abiertos a Gasol, por ejemplo.
En cambio, le faltó escupirse en la mano antes de saludar a Carmelo Anthony cuando los dirigentes de los Bulls le enseñaban las instalaciones con la esperanza de que los eligiera durante su última agencia libre.
Todo eso se suma a algunas acusaciones que ha ido recibiendo de los fans de los Bulls durante las últimas temporadas. Que decidiese sentarse durante toda la primera temporada tras su lesión empezó a generar rumores al fondo de las gradas. Su falta de intensidad en sus regresos empezaron a sentar realmente mal.
Pero lo que incendió a gran parte de la grada torera fueron sus declaraciones tras borrarse de algún partido la temporada pasada: “La gente tiene que entender que no voy a poner en riesgo mi futuro por el baloncesto. Está en un plano secundario. Me han dicho que podría acabar en silla de ruedas”.
No todos lo entienden. No, cuando su regreso se vivió en TODO Chicago como si de una oración se tratase. ¿Quiere echarse a un lado por su futuro señor Rose? Fantástico, tiene todo el derecho del mundo. ¿Quién no lo haría?
Pero no quiera ser la estrella. No trate de controlar la agenda de la franquicia. Deje crecer y liderar el equipo a Butler. Dedíquese a ayudar al equipo y hacer lo que sabe: jugar al baloncesto. Y si ya no le gusta, medite si merece la pena continuar.
Larry Bird tuvo graves problemas de espalda y jugó con dolor hasta el final, y cuando supo que éste había llegado para él dejó paso a Magic y Jordan. Él dijo que solo estaba allí para ayudar. Fue en 1992, en unas Olimpiadas. Da para pensar. A ese equipo se le acabó conociendo como el Dream Team, por cierto.
Un paso atrás del dirigente
Para finalizar, un tirón de orejas a Collangelo. Toda una leyenda de los banquillos y Ejecutivo del Año en su tiempo. Hall of Famer al que por supuesto jamás se me ocurriría explicarla cómo hacer su trabajo.
Ahora bien, si uno da un golpe en la mesa tiene que ser consecuente con ello. En un primer momento admitió que nada cambiaba, dando a entender que Rose no acudiría a Brasil. Ahora la versión ha cambiado, en declaraciones exclusivas a Dave McMenamin de ESPN:
“Siempre dije que nunca se le puede cerrar a la puerta del todo a nadie. ¿Por qué? ¿Para probar, qué? ¿Que si estoy decepcionado de que Derrick no vienese? Claro. Porque queremos lo mejor para él. Queremos que vuelva al nivel que tuvo en su día. Veremos cómo se dan las cosas en el futuro”.
Para probar, señor Collangelo, que usted tiene algún tipo de autoridad y volver a evitar que gente como Wall vuelva a quedarse fuera de una cita (España 2014) por alguien que no ha mostrado ni un ligero interés en querer una oportunidad. Todo esto, si espera que en algún momento alguien pueda volver a luchar por una plaza.