En cuestión de un año los Houston Rockets se han convertido en el equipo que todo el mundo va a querer ver el próximo curso. Si el año pasado se hacían con la barba más famosa de la historia de la NBA y un asiático capaz de pasar de ser un desconocido a encandilar a más de dos mil millones de personas en todo el mundo, este verano ha llegado la guinda al pastel. Dwight Howard. Desquiciado, desvirtuado, tocado de la espalda, y aún con todo, el que sigue siendo el pívot más dominante de la liga.
Superman sale de Lakers por la puesta de atrás, después de un año que querrá borrar pese a haberse marcado 17 puntos y 12 rebotes de media. Y es que Howard va camino ya de firmar una década dominando las pinturas de la liga. Entre medio ha tenido cruces de declaraciones que han revelado que su aparente buen humor no es tan profundo, y partidos, y sobretodo actitudes, que no lo han dejado en muy buen lugar, pero que pese a esto no le han impedido ser durante tres veranos consecutivos el jugador más codiciado en verano.
Ahora llega a un lugar con tradición de pívots. Hakeem, Yao… muchos centímetros que pusieron, tanto deportiva como mediáticamente, a la ciudad de la NASA de nuevo en el mapa. Al lado tendrá al jugador de moda, James Harden, que ha pasado de microondas del segundo mejor equipo de la liga a horno de primera en un equipo que ahora sí, vuelva a optar al anillo.
Queda en el aire el futuro de Asik, e incluso de Lin. Jugadores que la directiva y el entrenador Kevin McHale tendrán que valorar en este mes y medio que queda de verano. Y queda también en el aire una sombra extremadamente cíclica, aquella que se cierne sobre megaproyectos como el que han montado ahora los Rockets y que dice que los pasteles con dos guindas nunca sacian a nadie. ¿O es qué Yao y McGrady tuvieron algo que envidiar en su momento a la pareja que ahora se ha formado en Houston?
View Comments (0)