Opinión NBA
Por qué San Antonio merece llevarse este anillo
Primero, y más importante, porque el baloncesto es un deporte de equipo, y éste es el equipo con mayúsculas de toda la liga. Así lo ha demostrado en lo que llevamos de finales.
No es la intención del autor que estos párrafos se conviertan en un panegírico, una loa sobre Tim Duncan, del que ya se han escrito ríos de tinta ensalzando las múltiples virtudes que le han llevado a ser considerado el mejor 4 de la historia de la NBA, y causa de este éxito de los Spurs que ya dura 15 años. Tampoco reconocer las cualidades baloncestísticas del que hoy por hoy es el mejor base de la liga, del que decían que su nombre americano le había abierto más puertas en la liga que su calidad, pero que luego ha demostrado que, si hay una discusión sobre el mejor jugador europeo de la historia, él tiene que estar ahí. Hablamos de Tony Parker. Y ni mucho menos ahondar en el papel del tercero en discordia, un argentino cuya prominente nariz sólo es comparable con su extremada elegancia en la cancha, un Manu Ginobili que se ha atrevido a discutirle a Maradona el papel de ídolo local. No se trata de alabar a un entrenador como Greg Popovich, que ha sabido evolucionar al tiempo que lo hacían sus plantillas, sin quedarse estancado en un estilo de juego determinado. La intención, en suma, es demostrar por qué los San Antonio Spurs merecen ser campeones de la NBA 2013/14.
Primero, y más importante, porque el baloncesto es un deporte de equipo, y éste es el equipo con mayúsculas de toda la liga. Así lo ha demostrado en lo que llevamos de finales. Sin restarle protagonismo a los jugadores anteriormente mencionados, o a otros que merecerían páginas enteras para ellos solos como Kahwi Leonard, Marco Bellinelli o Boris Diaw (un base encerrado en un cuerpo de pívot), esta temporada ha sido la demostración de cómo cualquier jugador puede tener su momento importante durante el año: desde Matt Bonner durante las Finales de Conferencia ante Oklahoma hasta los improbables Jeff Ayres o Cory Joseph, pasando por el agitatoallas Patty Mills, quizás la más agradable sorpresa de la temporada.
El caso es digno de admiración, porque a pesar de tener una de las mejores, si no la mejor, rotaciones de la liga, no llegan ni a 5 millones de diferencia con el tope salarial. Sus 63 millones en salarios no se acercan a los de otros equipos candidatos al anillo al inicio de la liga, como los Clippers (73), Oklahoma City (71) o sus rivales por segundo año consecutivo en las finales de la NBA, los Miami Heat. En definitiva, que un triunfo de los Spurs sería un canto a la buena gestión en los despachos, en contraposición con el dispendio económico en el que se está viendo inmerso la liga, con el paradigma de la venta de los Clippers por 2.000 millones de dólares.
Pero sobre todo, el título debe ir a parar al estado de Texas porque el destino les debe un título, porque esos dos rebotes defensivos de Bosh que se convirtieron en sendos triples de LeBron y Ray Allen sepultaron unos PlayOffs magníficos de este equipo, que fue el mejor hasta el último minutos del 6º partido y el 7º encuentro de las Finales. El mismo destino que ha querido que ofrecerles esa posibilidad de venganza frente al equipo que les quitó el anillo cuando ya lo tocaban con las manos, en una especie de ofrenda a la dinastía más larga de la historia de la NBA y, en especial, a un Tim Duncan que en un probable último año (tiene una player option) puede ganar su quinto anillo 15 años después y confirmarse como uno de los grandes, uno de esos jugadores a los que no les sobran dedos en una mano para ponerse los anillos de campeón.