Pau Gasol cumplió en la victoria de Los Ángeles Lakers sobre los Portland Trail Blazers por 107-106 1000 partidos jugados en la NBA. Sin duda alguna, una cifra a la que no demasiados jugadores consiguen llegar. Si además, uno revisa las estadísticas del pívot catalán durante estos 1000 encuentros, se dará cuenta de que hablamos de uno de los interiores más importantes de los últimos años. Pero, pese a todas estas circunstancias, Pau Gasol no vive un gran momento en la liga.
Mucha culpa de ello la tiene la situación de su equipo, los Lakers, que son últimos de la Conferencia Oeste con 21 victorias y 40 derrotas, algo tremendamente inusual para un equipo que está acostumbrado a cohabitar con holgura en los PlayOffs, y a pisar las finales de la NBA cada poco tiempo (atesora 17 anillos y 31 trofeos de Conferencia). Además, la relación con el entrenador Mike D’Antoni está deteriorada prácticamente desde el primer día ya que, aunque las diferencias entre ambos parecían olvidadas, unas recientes declaraciones de Pau asegurando que no había «disciplina» dentro del equipo volvieron a reabrir viejas heridas.
Pau no olvida que D’Antoni le relegase al banquillo la pasada campaña en beneficio de Dwight Howard, que meses después haría las maletas dirección Houston, y al entrenador no le ha gustado que Gasol haya cuestionado en multitud de ocasiones sus decisiones en público. Así, y a pesar de estar en su mejor momento desde que ganara el anillo con los Lakers en 2010 (promedia 17.5 puntos y 10 rebotes por partido, llegando a topes de 20.8 puntos y 11.9 rebotes en enero, demostrando además que su vuelta de la lesión no ha sido traumática al aportar 20.1 puntos y 9 rebotes), la felicidad no es completa para el de Sant Boi.
Porque cabe recordar que desde el coitus interruptus que supuso el traspaso fallido de Chris Paul a los Lakers que, por ende, derribó las opciones de llegada de Gasol a los Houston Rockets, la franquicia controlada por los Buss ha intentado traspasarle una infinidad de veces. Como muestra, este año, en el que su nombre ha sido muy relacionado, entre otros equipos, con los Phoenix Suns, Cleveland Cavaliers o Charlotte Bobcats. Ni siquiera la defensa de uno de los hombres con más influencia en la Laker nation, Kobe Bryant, ha podido mantenerlo alejado de la rumorología.
Su futuro, ¿lejos de Los Ángeles?
Aun con todo, las expectativas para el futuro próximo son más alentadoras. Sobre todo porque en verano será agente libre y podrá decidir unilateralmente su futuro, es decir, ya no dependerá de equipo alguno para cambiar de destino. Aunque es improbable, por no decir imposible, que pueda firmar un contrato de 19 millones de dólares -lo que cobrará en total este año- Gasol goza de un gran estatus dentro de la liga, por lo que es un activo goloso para muchos equipos, más si se tiene en cuenta el déficit de pívots dentro de la NBA.
Aunque el de Sant Boi no se ha pronunciado sobre su futuro más allá del Mundial de España del próximo verano, poca gente cree que siga ligado a la franquicia angelina. Primero de todo, porque es evidente que Gasol no se siente querido en el Staples Center desde la final de 2010 ante los Boston Celtics. Volver a vivir permanentemente cuestionado y con la amenaza de traspaso no es plato de buen gusto para cualquier jugador, y menos para uno que lleva en esa situación más de tres años. Además, su intención es volver a luchar por el campeonato, una garantía que ahora mismo los Lakers no le pueden ofrecer. Lo más probable es que tengan una elección alta en el que será uno de los mejores drafts del siglo XXI, y que firmen algún agente libre de importancia, pero esto último es algo que no depende sólo de ellos mismos. Incluso el rendimiento de Kobe es una incógnita para el equipo entrenado por D’Antoni.
Así las cosas, se abre ante Pau un horizonte desconocido para él: el de poder elegir su futuro libremente. Probablemente sea su último gran contrato en la NBA –en verano cumplirá 34 años-, por lo que la decisión no será tomada a la ligera. Las preferencias: volver a verse compitiendo por altas cotas, y en un lugar donde le muestren el cariño que le ha faltado en Los Ángeles los últimos tres años.