El baloncesto tiene a veces momentos de injusticia, y otros de una justicia poética pasmosa. Los Tar Heels de North Carolina se han alzado este lunes con el sexto trofeo de su historia en la NCAA tras vencer (71-65) a la Universidad de Gonzaga, una de las cenicientas del torneo que este curso debutaba en una Final Four.
El partido, eso sí, para los que se quedaron a verlo, tuvo algo de suplicio. La polémica ha saltado pero no por los jugadores, sino por el excesivo número de faltas (44) que pitaron los árbitros. Dicho esto, UNC se llevó el torneo a base de saber hacer, con su mejor hombre Joel Berry logrando 22 puntos, y anulando en parte al mejor jugador rival, Niger Williams-Goss, que consiguió 15 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias pero con un 5/17 en tiros de campo.
Los Tar Heels consiguieron también frenar al fuerte interior polaco Przemek Karnowski, uno de los jugadores más hechos de esta NCAA cada vez más imberbe. Así las cosas, el título supone el tercero del ya mítico entrenador Roy Williams al frente de North Carolina, que entra en un elenco de oro.
Una victoria que tiene un sabor especialmente dulce para esta Universidad ya que seguramente aún se acordarían del triple sobre la bocina de Kris Jenkins para llevarse el torneo el curso pasado hacia Villanova.
Una March Madness marcada por la ausencia de elegibles en el Draft
Se pone así fin a una March Madness de locura un año más. Aunque eso sí, este año ha sido especialmente llamativo la ausencia de jugadores que aspiran al top-10 del próximo Draft. Markelle Fultz de Washington y futurible número 1, no llegó a disputar el torneo. Lonzo Ball (posible pick 2.) cayó eliminado junto con UCLA a manos de Kentucky.
En total, en esta Final Four no hemos visto ningún jugador que previsiblemente sea Top-10, al igual que en los últimos cursos. Solo Justin Jackson (UNC) y Zach Collins (Gonzaga) aspiran a colarse entre los 20 primeros. Una tendencia que se debe fundamentalmente al único curso que acostumbran a pasar los mejores prospectos y que, quien sabe si, nos está privando de torneos universitarios de mayor calado. O, cuanto menos, con rivalidades y jugadores más hechos.