No hubo opción a nada. Los San Antonio Spurs se han proclamado campeones de la NBA 2013-2014 después de volver a ganar de forma apabullante a Miami Heat en el quinto partido de las Finales (87-104). Un nuevo espectáculo de determinación, juego en equipo y categoría que da a Popovich, Duncan y compañía su quinto anillo en 15 años. Toda una proeza.
El devenir final de la serie (4-1) confirmó lo que había quedado patente en los cuatro partidos anteriores. Los Spurs eran este año muy superiores a los Heat, cobrándose la revancha de las que ya se vendía como sus últimas finales el año pasado. Kawhi Leonard, nuevo líder discreto de los de San Antonio, se alzó con el premio al MVP de las Finales tras cerrar el definitivo partido con 22 puntos y 10 rebotes. Un galardón que escribe el epílogo de un equipo diseñado para perdurar a través de los años, y a la vez, el prólogo de una nueva extensión de este conjunto que ha acabado de ganarse el apelativo de ‘eterno’ dentro de la historia de la NBA.
Miami: un quiero y no puedo
Y todo a pesar de que los Heat comenzaron mejor que nunca este partido. A Spoelstra le ha costado 5 partido reconocer que Mario Chalmers era un infiltrado en los campeones. Lo sacó del quinteto inicial para dejar a LeBron sin puentes entre él y su verdadera labor en los Heat de este año: hacerlo todo. Demasiado tarde coach SPO. ‘La Bestia’ puso el turbo para poner un parcial de 22-6 en 7 minutos. El orgullo del bicampeón salía a relucir ante unos Spurs menos acertados en el tiro de larga distancia. Pero como durante toda la serie, aquello volvió a ser un espejismo.
LeBron acabaría el partido con 31 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias. Números de campeón en un equipo que de nuevo le volvió a dejar solo contra el mundo. Bosh (13-7) y en especial Wade (11 puntos) nunca acabaron de engancharse. Sintomática situación de un equipo que pese a aguantar hasta el segundo cuarto por encima, acabó entrando en los vestuarios con el partido cuesta arriba (40-47).
Ginobili, ese genio… y los de siempre
Y así, los Heat perdieron su mano ganadora para dar ocasión a que los Spurs volvieran a reencontrarse con su póquer de suplentes. Manu Ginobili, el genio, comenzó a permutar desde la línea de 3 el marcador (19 pts), ayudado como no del talento escondido de Patty Mills y de un Tony Parker que pese a tardar en anotar no perdió prestancia para ayudar a los suyos (16 pts). Y todo esto como no, refrendado por Tim Duncan (14 pts, 8 reb), que desde su silencio puso las piedras para conseguir su quinto anillo, distribuidos en tres décadas distintas.
El resultado, un 44-63 a falta de cuarto y medio que acababa de confirmar lo escrito. El mejor equipo del mundo se imponía definitivamente al mejor jugador del planeta. El último cuarto se convertiría simplemente en un museo sobre cómo llevar esto a cabo.
Los Spurs han ganado. Ha ganado la perseverancia, el buscar la otra vía. El adaptarse. El saber ceder el testigo entre las estrellas y las nuevas generaciones. La confianza en los jugadores foráneos y los chavales que no apuntan alto en el Draft. Como dijo el comisionado al entregar el trofeo a los campeones, «este es el quinto anillo de la que puede que sea la mejor combinación de GMs y entrenador de la historia», en referencia a Gregg Popovich y R.C. Buford. La victoria de una ciudad de poco más de un millón de habitantes que una vez quiso poner la NBA patas arriba.
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