Una de las mejores cosas para el aficionado deportivo siempre ha sido debatir sobre si este jugador es mejor que aquel o ese equipo es peor que éste. Sin embargo, ¿existe algo menos objetivo e imparcial?
¿Quién es mejor, Nadal o Federer, Prost o Senna, Ali o Frazier? Y si además metemos condicionantes como comparar distintas épocas o distintas posiciones, la dificultad aumenta ¿Ha sido mejor Baresi o Van Basten, Doohan o Rossi, los Celtics de Russell o los Bulls de Jordan? En definitiva debates estériles (aunque muy entretenidos) en los que cada bando siempre va a encontrar argumentos a su favor.
¿Y si en vez de hacer una comparación, intentamos encontrar directamente al mejor? Por ejemplo, el mejor partido de la historia de la NBA.
Los candidatos serían infinitos y los criterios para elegirlo también. Se podría elegir uno con una gran actuación individual, como el partido de la fiebre de Jordan. O uno empatado y con emoción hasta el final, como el sexto de la final 2013 entre Miami y San Antonio (el del triple de Allen). O uno con una anotación desmesurada como el de Detroit y Denver de 1983… Las posibilidades son inabarcables.
Sin embargo, durante mucho tiempo hubo un partido que consiguió unificar todos estos criterios y ser considerado por todo el mundo como ‘el mejor partido de la historia’. Nos referimos al quinto partido de la final de 1976 entre Boston Celtics y Phoenix Suns.
El camino hasta la final:
Los Celtics contaban aquel año con un quinteto inicial de absoluto lujo, con una demoledora pareja interior con la estrella del equipo Dave Cowens y el reboteador Paul Silas. En el exterior jugaban el futuro ‘Hall of famer’ Jo Jo White y Charlie Scott, quien había sido un gran anotador en la ABA y en Phoenix Suns. Y completando el quinteto estaba el eterno John Havlicek, quien a pesar de sus 35 años, había sido All Star ese mismo año.
El nivel del banquillo en los verdes era todo lo contrario. El entrenador de aquellos Celtics, Tom Heinsohn dijo con el tiempo de ellos: “Jugadores como Glenn McDonald, que no conseguirían fichar por ningún otro equipo después de salir de los Celtics, a nosotros nos ayudaban a ganar títulos”
En temporada regular terminaban sin demasiados apuros en primera posición del Este por quinta temporada consecutiva con un récord de 54-28.
Los Suns no eran un equipo llamado a grandes cosas aquel año. Contaban en su equipo titular con dos rookies como Adams y Sobers y otros dos jugadores recién adquiridos como Heard y un Paul Westphal que llegaba desde Boston, donde no había conseguido cuajar, a cambio del mencionado Scott. Curtis Perry completaba el quinteto inicial.
Toda la juventud de sus titulares se compensaba con un veterano banquillo con jugadores como Dick ‘uno de los gemelos’ Van Arsdale o un Pat Riley que ya apenas contaba con minutos.
Ambas plantillas contaban con jugadores que hoy son Historia NBA o tienen altos cargos en la dirección de equipos: Dick Van Arsdale, Pat Riley, Paul Silas, Paul Westphal o John Havlicek
Poco contaban los Suns en una conferencia Oeste dominada por los actuales campeones, los Warriors de Barry y Wilkes, quienes acabaron con el mejor récord de la liga con un 59-23. Pese a todo, los de Phoenix consiguieron dar la sorpresa colocándose con el tercer mejor récord de la Conferencia, liderados por un Westphal que se reencontraba con su juego tras su paso por Boston, y Alvan Adams, All Star y Rookie del año.
En los Playoff, los Phoenix Suns, exentos en primera ronda, seguían dando sorpresas al eliminar a los Sonics, segundos del Oeste en temporada regular, por 4-2 en Semifinales de Conferencia y a los temibles Warriors en siete partidos en la Final de Conferencia. Así los Suns se plantaban en las Finales convirtiéndose oficialmente en la Cenicienta de aquella temporada, hasta el punto que aquel equipo pasó a conocerse popularmente como los ‘Sunderella Suns’ (juego de palabras entre el nombre del equipo y ‘Cindirella’, Cenicienta en inglés). Incluso llegó a sacarse un disco de vinilo con Al McCoy narrando jugadas de aquel equipo.
En la costa opuesta, Boston también se libraba de jugar la primera ronda, y conseguía evitar a Philadelphia, eliminados por sorpresa por los Braves con un gran Bob McAdoo. Los Celtics eliminaban por 4-2 a los de Buffalo en Semifinales de Conferencia mientras en el otro lado del cuadro seguían las sorpresas con la derrota en siete partidos de los vigentes finalistas, los Bullets.
Los Suns se plantaban en las Finales convirtiéndose oficialmente en la Cenicienta de aquella temporada
De nuevo un 4-2 les valía a los Celtics para eliminar a Cleveland, verdugos de los capitalinos, y plantarse en la final, una vez más evitando a los favoritos de la otra eliminatoria, los Warriors.
La serie
El 23 de Mayo comenzaban unas Finales en principio bastante desequilibradas, con unos Celtics a priori muy superiores. Contaban con una plantilla muy superior, con hasta tres jugadores elegidos en el mejor quinteto defensivo de la liga (Havlicek, Cowens y Silas), habían vencido a los Suns en los cuatro enfrentamientos en temporada regular y su camino hasta las Finales había sido mucho más plácido de lo que esperaban.
Aun con todo eso, los Suns no tenían intención de dar la final por perdida, como iban a demostrar.
En el primer partido de la serie las pérdidas de los Celtics mantenían a los Suns en el partido, pero un mal partido de Westphal (acabó con un 4 de 17 en tiro) y buen final de partido de Cowens y White daban la victoria al equipo local por 98-87.
El segundo partido también comenzaba con el marcador igualado, pero la defensa exterior de los Celtics y sus contragolpes daban como resultado una cómoda victoria de los Celtics, sustentada en un parcial de 20-2 en el tercer cuarto. Los Suns conseguían maquillar el marcador en el último cuarto hasta el 105-90 final.
La diferencia entre los dos equipos era patente y parecía que los Celtics no iban a tener dificultades para llevarse la final por la vía rápida. Pero la serie aún tenía que trasladarse a Arizona.
Ante su público, los Suns subieron la intensidad defensiva en el tercer partido, dejando sin anotar a los de Boston en los últimos cinco minutos de la primera parte, colocándose con una cómoda ventaja. Poco antes del descanso una pelea entre Sobers de los Suns y Stacom de los Celtics acababa con ambos jugadores expulsados.
En la segunda parte los Celtics fueron reduciendo la desventaja desde los 23 puntos hasta sólo dos a falta de tres minutos, pero la expulsión por faltas de Cowens y una buena actuación del rookie Adams evitaron la remontada final y ponían el 2-1 en la eliminatoria.
La serie estaba cogiendo un nivel de intensidad excesivamente elevado y los árbitros salieron en el cuarto partido dispuestos a pararlo, pitando hasta 21 faltas sólo en los primeros 10 minutos de juego. El marcador estuvo igualado durante todo el partido. Tanto que se llegó a los últimos 50 segundos con los Suns sólo un punto arriba. Después de agotar toda la posesión, Eriksson fallaba un tiro para los Suns y los Celtics tenían una última opción para ganar el partido. Heinshon decidía no pedir tiempo muerto, Jo Jo White fallaba el último tiro y la serie empataba 2-2.
El partido
La serie volvía al Boston Garden y el entrenador de los locales, ante los malos comienzos en los primeros partidos, daba un golpe de efecto poniendo a Havlicek de titular. El veterano jugador era aún fundamental para los verdes, pero a sus 35 años, una lesión durante la temporada regular le había dejado tocado y solía empezar los partidos desde el banquillo, a pesar de acabar normalmente con tantos minutos jugados como el que más.
Y parece que dio el resultado previsto, pues con tan solo nueve minutos jugados, los Celtics ya ganaban por 20 puntos (32-12). El jugador de los Suns, Ericksson, se torcía un tobillo al poco de saltar al campo y se iba al banquillo para ya no volver más. Al descanso el marcador era 61-45.
En la segunda parte eran los Suns los que intensificaban su defensa y comenzaban a recortar la diferencia. Al final del tercer cuarto ya sólo perdían de seis puntos (77-72). A pesar de un pequeño arreón de los Celtics, los Suns seguían reduciendo la diferencia hasta que a falta de un minuto, un robo de Westphal a Scott terminaba con un contragolpe con canasta y falta de éste, la sexta (Scott había sido eliminado por faltas en los cinco partidos de la serie). Con el tiro libre Westphal empataba el partido.
En el siguiente ataque Jo Jo White fallaba y el árbitro pitaba falta de Cowens sobre Perry en el rebote con el consiguiente lío en la grada contra el árbitro. Perry anotaba el primero y fallaba el segundo, poniendo a los Suns uno arriba por primera vez en el partido a falta de 22 segundos.
Havlicek tomaba la responsabilidad y le sacaba la falta a Adams (también la sexta). Anotaba el primero y, sorprendentemente, fallaba el segundo. 95-95.
Phoenix tenía una última oportunidad sacando del centro del campo a falta de tres segundos, pero perdía directamente el balón. Antes de que se acabase el tiempo, Paul Silas pedía tiempo muerto. El problema es que a Boston no le quedaban más tiempos muertos, lo que hubiese supuesto un tiro libre para los Suns a falta de dos segundos y su prácticamente segura victoria en el partido.
Sin embargo, el árbitro principal, Richie Powers, muy cerca de Silas, no le vio pedir el tiempo muerto (o no quiso verlo), así que el partido se iba a la prórroga.
Las Prórrogas
En la primera jugada de la prórroga Cowens arrollaba a Westphal que se tenía que ir con otra una torcedura de tobillo. Los Suns afrontaban el final de partido con Ericksson fuera por lesión, Adams por faltas y Westphal jugando lesionado.
Ante estas ausencias y con Sobers como única referencia en ataque, Phoenix se resentía y tenía que emplearse a fondo en defensa y en el rebote para mantenerse en el partido. El parcial del tiempo extra era únicamente de 6-6 y se llegaba a los últimos segundos con una opción para que los Suns se llevasen el encuentro, pero un magnífico robo de Jo Jo White a Sobers lo evitaba y mandaba el partido a la segunda prórroga.
El segundo tiempo extra seguía el mismo guión que el primero: problemas para anotar, buena defensa y Sobers como máxima referencia en ataque de los Suns.
A falta de un minuto y con los Celtics un punto arriba (107-106) Cowens anotaba, pero los árbitros anulaban la canasta por falta en ataque sobre Awtrey, que además era la sexta y quedaba eliminado. En la siguiente jugada es el propio Awtrey quien cometía su sexta falta en la lucha por un rebote.
Una canasta de White era contestada rápidamente por otra de Van Arsdale, y cuando los Celtics sacaban de fondo, Westphal, que aparecía de la nada, conseguía robar el balón de forma muy parecida a la que lo haría Larry Bird ante Thomas y Laimbeer años más tarde. Los Suns conseguían anotar por medio de Perry para poner el 109-110 a falta de cinco segundos.
Tras un tiempo muerto pedido por los Celtics, el capitán Havlicek, tras varias malas jugadas en defensa, asume la responsabilidad, penetra, lanza a tablero y anota. El contador de tiempo está a cero y los Celtics ganan 111-110.
Los jugadores corrían al vestuario y la grada saltaba a la pista cubriendo el parqué del Boston Garden. Un aficionado se lanzaba a pegar al árbitro Powers, teniendo que intervenir incluso la seguridad (aunque parece que el propio aficionado salió peor parado, ya que Powers no se quedó quieto precisamente).
Los árbitros dicen que el partido aún no se ha acabado, que queda un segundo por jugar. Decide pedir un tiempo muerto a sabiendas de que ya no le quedaba ninguno disponible, lo que conllevaba una técnica al banquillo de los Suns y le daba un tiro libre a los Celtics, pero les permitía después a ellos poder sacar desde medio campo. Una genialidad
Pero ante esta mezcla de exaltación e histeria colectiva, los árbitros dicen que el partido aún no se ha acabado, que queda un segundo por jugar. Hay que desalojar la pista y los jugadores deben volver ante el asombro general.
Phoenix tenía que sacar desde debajo de su canasta y anotar en menos de un segundo, así que a McLeod, entrenador de los Suns se le ocurre algo. Decide pedir un tiempo muerto a sabiendas de que ya no le quedaba ninguno disponible, lo que conllevaba una técnica al banquillo de los Suns y le daba un tiro libre a los Celtics, pero les permitía después a ellos poder sacar desde medio campo. Una genialidad.
White anotaba el tiro libre y los Celtics ganaban por dos puntos (112-110). Pero en un partido como este, sólo una cosa podía pasar. Exacto, Heard anotaba sobre la bocina y mandaba el partido a su tercera prórroga.
Ante la falta de efectivos, Heinshon echaba mano del fondo del banquillo y sacaba a Glenn McDonald, quien apenas había jugado en toda la temporada, pero que se alzaba como el líder de la prórroga con seis puntos en los últimos momentos y como héroe de la eliminatoria dando la victoria final a los Celtics por 128-126.
Los Celtics ganarían en Arizona el sexto partido por 80-87, llevándose el anillo de campeones por un balance de 4-2. Jo Jo White fue nombrado MVP.