Pocas veces se habla de los cracks de los despachos en el mundo NBA. Y eso no siempre es justo. Solemos hablar de los Big 3, de los All Star, de los Popovich o Jackson (en su época de entrenador de turno), pero no solemos hacerlo de los productores de las grandes historias o dicho de otro modo los GM (general manager). Los hay terribles como Mitch Kupchack de los Lakers, también hay algunos que derrepente sacan a relucir un talento inusitado como Flip Saunders en la negociación con Kevin Love, y por último existen los gurús consagrados, como Masai Ujiri.
Los Raptors han comenzado la presente campaña con un registro de 11 victorias y 2 derrotas. El mejor arranque de la historia de Toronto se une a un momento dulce para la ciudad que crece a nivel internacional como una de las metrópolis más importantes de Norteamérica. Su éxito no es una casualidad y viene de una gran gestión en los últimos años, con elecciones como las de DeRozan, Ross o Valanciunas, y captaciones en el mercado de agentes libres como Kyle Lowry. Ujiri no lo ha hecho todo, pero ha sido el protagonista de mi novela – Uy perdón!, recuerdos de una adolescencia traumática- de la gesta, quería decir.
Andrea Bargnani era el reflejo del inmovilismo de un equipo que no avanzaba ni retrocedía, pero siempre se matenía en la cola de las expectativas de la Costa Este. Con su traspaso a Nueva York fue un factor clave en la evolución del equipo. Se decía adiós a un número 1 del draft del que se esperaba mucho más pero se confiaba en nuevos talentos de la casa, como DeRozan o Amir Johnson que se hacía con un hueco en el quinteto. Los jugadores que vinieron con el traspaso del italiano (Qentin Richardson y Marcus Camby) fueron cortados antes de terminar la temporada, pero vayan a preguntar al Madison a ver quién salió ganando.
Su otra obra maestra vino con el traspaso de Rudy Gay junto a Quincy Acy a cambio de Greivis Vasquez, John Salmons, Patrick Patterson y Chuck Hayes. El traspasó acabó siendo un win-win, ya que permitió a Terence Ross entrar en el quinteto y sacó el mayor lustre que se ha visto jamás a DeRozan y Lowry y ganó valiosas piezas de rotación para los candienses (especialmente el venezolano). Por su parte, Gay lidera actualmente el proyecto ganador de Sacramento junto a DeMarcus Cousins.
Dejó huella en Colorado
Su paso por los Nuggets comenzó con una de las mayores crisis, si no la mayor, que ha vivido Denver en su historia en la NBA. Con la petición de traspaso por parte de Carmelo Anthony, Masai Ujiri tuvo que tomar la dura decisión de traspasarle a Nueva York a cambio de Danilo Gallinari, Raymond Felton y Timotey Mozgov en un traspaso a tres bandas con Minnesota, que recibió a Anthony Randolph y envió a Kostas Koufos a Denver y a Corey Brewer a los Knicks (donde fue cortado sin debutar).
Con George Kahl al frente, y con jóvenes talentos como Ty Lawson y Danilo Gallinari, Ujiri creó un proyecto ganador en torno a sus principales figuras. Al año siguiente eligió a Kenneth Faried en la posición 22 del draft 2011, en un año de robos: A Kawhi Leonard (San Antonio) le seleccionaron en el pick 15, Jimmy Butler (Chicago) fue elegido en la posición 30, Chandler Parsons (Dallas) fue elegido en la 38 por Houston e Isaiah Thomas (Phoenix) cayó hasta la posición 60, de donde le rescataron los Kings.
Intercambió a Raymond Felton por Andre Miller, procedente de los Blazers y a Nenê a cambio de Javale McGee, que venía desde Washington. A la temporada siguiente (2012-2013) se hizo con los servicios de Andre Iguodala en un intercambio en el que perdieron a Afflalo y a Al Harrington. Esa temporada los Nuggets finalizaron terceros de conferencia y perdieron en primera ronda ante Golden State (2-4). La directiva decidió prescindir de Kahl y Ujiri, Iggy se marchó a los Warriors y el resto es historia. Ahora Denver es una de las peores franquicias de la conferencia Oeste.
Un hombre comprometido con sus raíces
Nacido en Nigeria en 1970, el joven Masai admiraba como todos sus compatriotas al gran Hakeem Olajuwon, mítica estrella de los Houston Rockets, así que se embarcó hacia Estados Unidos con su 1.93 de altura para jugar en Biscmarck State en la NCAA. Pidió un tránsfer a la universidad de Montana State y tras una carrera algo discreta por Europa, colgó las botas para descubrir su verdadera vocación. Cuando comenzaba sus andanzas por el universo técnico en su país local, le dio por acercarse a Estados Unidos para ver un partido de la Summer League y allí conoció a David Thorpe, uno de los ojeadores la universidad de Florida. Gracias a Thorpe, Masai pudo ampliar su lista de contactos y le presentaron a varios entrenadores universitarios.
Pronto se apartó del banquillo y empezó a mostrar sus dotes de mentor, asistiendo a los jóvenes talentos nigerianos durante los días previos al draft. Su gran oportunidad le llegó en el previo al draft de 2002, durante una conversación en un try-out de un jugador al que acompañaba con el jefe de ojeadores de Orlando Magic, Gary Brokaw. Tanto le impactó el conocimiento de Ujiri, que corrió a presentarle al entonces entrenador Doc Rivers y al GM John Gabriel. Se le ofreció un puesto sin salario, y Ujiri no dudó en aceptar, teniendo que pagar vuelos y estancias en distintos hoteles de su propio bolsillo a veces.
Sus talentos no pasaron desapercibidos y pasó por varios cargos entre Denver y Toronto, hasta que fue designado General Manager por los Denver Nuggets en 2010, siendo el primer africano en lograr un puesto similar en la historia del deporte estadounidense. Masai siempre se ha mostrado orgulloso de sus raíces y ha buscado darle una oportunidad a otros jóvenes de su continente. Es presidente del campus NBA Sin Fronteras, que ha servido a talentos como Serge Ibaka o Giorgui Dieng para llegar a la NBA.