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Un salto entre dos o el cierre perfecto a un círculo de oro
La imagen llega cuando parecía que el baloncesto se había quedado sin argumentos para recordar que este deporte fue el primero en abrir la época dorada del deporte español.
3 de septiembre de 2006. España, la España de baloncesto, se coronaba campeona del Mundo en Japón tras derrotar a Grecia por 47 a 70. La llamada generación de los ‘Juniors de Oro’ tocaba el cielo. Y lo tocaba sin Pau Gasol en la final, lesionado días antes, que recogía en muletas el premio del MVP del torneo.
Tras sonar la bocina, el referente entonces de los Memphis Grizzlies se fundía en un abrazo con su hermano Marc, un joven de 21 años que había engrosado la lista de Pepu Hernández en la selección no sin levantar alguna crítica. Era joven, su aportación en el Barça era aún residual y se tenían dudas de si la eterna comparación del hermanísimo era demasiado para aquel chico que había tenido su particular viaje de ida y vuelta con el baloncesto. Quizá en ese momento demasiado arrastrado por las expectativas.
Madrugada del domingo al lunes. 2.41 horas en España y aquellos dos hermanos se encontraban ahora frente a frente en medio del teatro del baloncesto, el Madison Square Garden, a punto de bregar por el primer balón que da comienzo al All Star Game. “Sinceramente, pensé en saltar lo más alto posible, que no es mucho, para que la foto saliera bien”, confesaba a posteriori a la prensa Marc Gasol entre sonrisas.
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Aquel salto entre dos ya es historia del baloncesto. La primera vez en la que dos hermanos son titulares en un partido de las estrellas. Dos hermanos entre los 10 mejores jugadores del mundo elegidos por los propios aficionados. También suponía el alegato más reciente del baloncesto español. Quizá no el más importante teniendo en cuenta el comentado Mundial de Japón, pero sí el más relevante, tanto en lo estético, como en los tiempos.
Otra vuelta atrás. Esta vez a Madrid. En el Palacio de los Deportes. Día 10 del pasado mes de septiembre. Un triple del base francés Heurtel ponía el 60-52 en el marcado a falta de tan solo un minuto y cuatro segundos para el final del partido.
Aquel minuto y cuatro segundos, tal y como marca el reloj en un deporte tan ajustado como el baloncesto, pasarían sin dar opción a la esperanza. Francia eliminaba a España. En ‘su’ Mundial. En cuartos de final. Una Francia sin Parker ni Noah. Una debacle en toda regla, en el momento que se presuponía ‘del’ baloncesto español. La que tendría que ser la culminación soñada de aquella generación de oro.
Y es que, la imagen de los dos hermanos Gasol dando el preludio idílico a la fiesta del basket mundial llega cuando parecía que el baloncesto se había quedado sin argumentos para recordar, cual héroe nunca condecorado, que este deporte fue el primero en abrir la época dorada del deporte español.
La imagen del apellido Gasol dando la bienvenida a millones de espectadores en todo el mundo, la del salto entre dos que todo el mundo quería ver, también fue la de hacer parada y pensar en todo lo que se ha conseguido. La época del pionero Fernando Martín ya queda demasiado atrás. Hablo de la era en la que un joven espigado abrió la NBA a miles de hogares en España. La época en la que los españoles llegamos en multitud de formas, multitud de circunstancias, casi en manada para iluminar la mirada de miles de jóvenes que hoy siguen el baloncesto americano día a día.
La época del genio de Navarro pasando un año en América, demostrando que puede competir con los mejores, y volverse a España para seguir tres palmos por encima del parquet que pisan todos. La época del ‘Chacho’ y su idilio con el basket-fantasía. La del concurso de mates de Rudy, la de la veteranía de Garbajosa, la de la frustración de las rodillas de López y, por supuesto, la plenitud y consistencia de un José Manuel Calderón que es el más vivo ejemplo de cómo el baloncesto extranjero puede competir de tú a tú en el Olimpo antes restringido.
Un abrazo entre los hermanos Gasol era el preludio esperado al salto entre dos que todo el mundo quería ver. Gasol contra Gasol. Pau y Marc. El baloncesto español en la Meca tanta veces comentada con cierta lejanía, era ahora más suyo y nuestro que nunca. Pau se llevaría aquella invitación a dar comienzo a la fiesta. Después, ambos se centrarían en sus labores, como buenos europeos, ajenos un tanto a la vorágine y el correcalles del partido.
Y en España, tras los flashes que llegarán estos días en las televisiones nacionales, este nuevo hito tendrá que ser refrendado con otra excepcionalidad dentro de un tiempo. Este llegó contra el tiempo, con un Pau que se suponía ya de vuelta en los Bulls. Del siguiente episodio ni siquiera sabemos nada. Tan solo tenemos la seguridad de que también llegará.
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