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Los fantasmas de Derrick Rose
Tras la cirugía, el tiempo de recuperación medio de una lesión de este tipo no debería pasar los 3 o 4 meses, pero sobre el base de Chicago pesa una cuestión mucho más grave que el desgarro.
Y los perores augurios se hicieron realidad. Los Chicago Bulls anunciaron este lunes que Derrick Rose volvería a perderse toda la temporada. Dos años consecutivos: 18 meses de lesión, 30 días jugando, y de nuevo a la deriva. El MVP de 2011 volverá a ser el gran ausente este curso 2013-2014 por culpa de un desgarro en el menisco medial de su rodilla derecha, la ‘buena’, la que aún cimentaba sus vuelos por la zona esquivando a tres defensores a la vez.
Tras la cirugía, el tiempo de recuperación medio de una lesión de este tipo no debería pasar los 3 o 4 meses, pero sobre el base de Chicago pesa una cuestión mucho más grave que el desgarro. El clima mental que se ha podido crear en su cabeza, y sobretodo, en su entorno.
Después de su primera lesión en aquella fatídica primera ronda de PlayOffs ante los Sixers se disparó la vorágine. Rose volvería y lo haría a su mejor nivel, no importaban plazos ni cuestiones menores. Todo era subordinado a su rodilla izquierda. El base entonces comenzó una recuperación que se fue alargando casi sin dar explicaciones. Ocho meses, un año, año y medio al final. La maquinaria publicitaria y económica también imprimió su parte en este asunto. Adidas lanzó su interminable campaña ‘The Return’ y los Bulls cuidaron todos los detalles para que aquel hombre al que acababan de renovar por 94 millones en cinco años volviera tal y como se fue. Y así sucedieron las cosas.
Ahora, apenas un mes después de su reaparición, cualquier aficionado al basket vuelve a querer que regrese siendo tan determinante como hace ya dos años. De su forma y de su capacidad depende en buena parte que la liga, y en especial que Conferencia Este, tenga algo más de chicha, además de poder volver a disfrutar con un hombre que representa la esencia del baloncesto moderno.
Pero sobre las dos rodillas de Rose echa el peso ahora otro buen número de fantasmas. Los de Grant Hill, los de Brandon Roy, los de Ralph Sampson. Los de hombres que tuvieron que jugar el resto de sus carreras con un ojo en el balón y otro en sus rodillas.
La nueva ausencia de Rose podría traer daños colaterales para su franquicia. En Chicago han comenzado a ponerse nerviosos pensando en los «y si…» que pueden traer a partir de ahora su maltrecha rodilla. Luol Deng con el cartel de se vende, Nate Robinson en Denver, y la incapacidad de saber ahora quién o que podrá suplir la aportación ofensiva de su número 1. Y es que, si en algo ha reposado hasta ahora la confianza de Rose ha sido en la unión de un equipo que, esta vez, parece estar demasiado ocupado como para pegarse otro año esperando en urgencias.