Rápido y sin dar opción a nada. Así es como ‘El Rey’ ha querido que se decida la Final de la Conferencia Este. Los Cavaliers superaron este miércoles a los Hawks con contundencia (88-118) y jugarán su segunda final de la NBA. La primera, en 2007, también fue con LeBron ante los Spurs, en el momento que más cerca estuvo el elegido de llevar a la gloria al equipo de su tierra. Ocho años después, el camino de redención trazado por el número 23 con su marcha a Miami y su posterior regreso vuelve a marcar un nuevo hito. Será su quinta final consecutiva. Solo Bill Russell lo había hecho antes. Solo LeBron lo ha conseguido cambiando de franquicia.
Pese a que desde verano la formulación del Big-Three auguraba que los nuevos Cavaliers iban a ser mucho más que LeBron, lo cierto es que el alero ha sido el motor que esperaba la épica del deporte. Con Irving tocado por su tendinitis -ayer volvió a jugar lastrado- y Love en dique seco y ya más fuera de Ohio que dentro, LeBron ha desefundado más que nunca su alma de 4×4, anotando asistiendo y reboteando. Anoche, sin disputar apenas el último cuarto, acabó la serie promediando casi un triple doble con 30 puntos (11 rebotes y 9 asistencias).
Por su parte, los Hawks se despiden siendo una sombra de lo que auguraban. ¿Hasta qué punto el juego colectivo podía vencer al mayor talento del planeta? El año pasado Popovich lo consiguió. Este año los Hawks de Budenholzer no pudieron lograrlo. Los de la ciudad de la Coca-Cola han errado en algunos de sus campos más prolíficos, pasando de casi un 50% de acierto en el triple a no llegar apenas al 25%. Las finales comenzarán el 4 de junio, hasta entonces, los Cavs, que emepezaron la temporada sembrando dudas, tendrán tiempo de descansar.