LeBron James sigue siendo el rey

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Fue una pelea en el barro, uno de esos partidos que saca los mejor de cada jugador en determinados momentos -como tiene que ser en unas Finales de la NBA- y que ya incluso antes de que empiece se sabe que va a ser un partido ajustado hasta los últimos compases. Al final la victoria cayó del lado visitante (98-96) y Miami vuelve al American Airlines Arena con el 1-1 y la posibilidad de conseguir el título delante de su afición. Pero el partido discurrió por muchos derroteros antes del inamovible resultado final.

Y es que los Spurs comenzaron el primer cuarto como terminaron el último del primer partido de la serie, alternando el acierto exterior con el dominio en la zona de un Tim Duncan que en estos 12 minutos se fue hasta los 11 puntos con un solo tiro de campo errado.Resultado: los Heat, sin un referente interior que pueda medirse defensivamente a pívots de gran envergadura (su mayor punto débil durante los últimos cuatro años) se encontraron demasiado pronto por detrás en el marcador, con un LeBron James hasta entonces desaparecido y un 19-26 en el marcador.

Tardaron los de Spoelstra en reaccionar, que sin James como cabeza visible en el ataque se atolondran y pierden la tranquilidad que les ha hecho bicampeones, pero después de la máxima de 19-30 a favor de los locales consiguieron un parcial de 9-0 clave en el devenir del partido. LeBron había despertado, con 11 puntos en este segundo acto, lo que posibilitó que Miami llegase al descanso con el partido empatado en el marcador.

El rey, cuya abdicación momentánea durante el final del primer encuentro y el principio del segundo había hecho dudar a todos sobre el rendimiento de su equipo en las Finales, había vuelto para quedarse. En uno de los mejores cuartos que se recuerda de estos PlayOffs -69 puntos entre ambos conjuntos- LeBron cumplió el papel de monarca despiadado, un líder absolutista cuya legitimación parecía provenir, como en los antiguos reyes de Francia, directamente de Dios. Pero mientras éste regentaba el trono auspiciado por sus 14 puntos en el cuarto, en el otro lado del campo buscaban la guerra de guerrillas, una suerte de revolución en la que nadie destacaba por encima del resto, pero a ratos indefendible por la fiabilidad de los cinco jugadores que a cada momento estaban en pista, y que les sirvió para llegar al último tiempo entre cuartos un punto arriba (77-78).

El último cuarto se convirtió en otra pelea física, en la que primó más la defensa que la calidad individual, y que se decidió a los puntos por acciones esporádicas de diferentes jugadores. Si el tercer cuarto fue de LeBron, el último tuvo como hombre más decisivo a Chris Bosh. El ala-pívot destacó con el triple que le dio la ventaja a la postre definitiva a Miami y con una asistencia en los últimos momentos que ponía una insalvable diferencia de cinco puntos. Al final, los 35 puntos de LeBron James pesaron demasiado para unos San Antonio Spurs que, si bien lo intentaron, no pudieron parar a los Heat, debido en parte a los problemas de faltas de jugadores improtantes como Kawhi Leonard, Danny Green o el mismo Ginobili.  La eliminatoria se traslada ahora a Miami con un recordatorio para los aficionados de los Spurs: San Antonio puede tener la mejor rotación de la liga, pero LeBron sigue siendo el rey.