La sonrisa, de vuelta en Dallas

Había pasado demasiado tiempo desde que se celebrara una buena noticia en las oficinas de los Mavericks. Prácticamente desde el anillo de 2011, la franquicia entró en una espiral de semi-destrucción que ha culminado con varias temporadas mediocres, sin encontrar jugadores realmente dominantes y sin tener miras claras de futuro. Es cierto, en este tiempo ha habido avances. La firma de Harrison Barnes o la elección en el Draft de 2017 de Dennis Smith Jr son motivos para sacar alguna que otra mueca, pero no una sonrisa profunda. Este verano, lograron hacerse con un viejo anhelo que quedaba pendiente,DeAndre Jordan y maniobraron en silencio para lograr el traspaso de Luka Doncic en la noche del Draft. Ahora sí, la sonrisa está de vuelta en Dallas.

Apenas 57 victorias acumuladas en las dos últimas temporadas. Muy pocas para una franquicia acostumbrada a tener más “W” que “L” en su calendario. La travesía por el desierto no podía durar más que un par de años y por ello se propusieron ser ambiciosos y no escatimar. La firma de Jordan es buena prueba de ello. Quizá en otro momento, se hubiesen pensado dos veces si gastar 23 millones en un pívot que ya se ha desviado algo de su mejor nivel. Pero era el momento. Olvidadas las rencillas del pasado, era la oportunidad perfecta para poder volver a tener un center dominante en el equipo. Uno con unas virtudes similares al que fuera pieza clave en el éxito de 2011, Tyson Chandler. Alguien para explotar el potencial creativo de los dos playmakers: Dennis y Luka. Una jugada con poco riesgo: 22,9 millones por una temporada. Si sale mal, “gracias por todo DeAndre”. Si sale bien, “Tenemos esto para ofrecerte un par o tres de años más”.

Pero lo realmente importante es lo tan atractiva que pueda ser la franquicia a partir de ahora con un backcourt formado por Smith y Doncic. El base de Fayetteville ya demostró ser uno de los jugadores más espectaculares de toda la NBA, además de un carácter y un gen competitivo que le hacen especial. El esloveno por su parte, llega tras conquistar todo lo posible en Europa, con apenas 19 años, pero con el respaldo de ser el jugador joven que mejor preparado llega desde el viejo continente en mucho tiempo.

Luka ha caído en una franquicia propicia para él, que le va a permitir crecer al lado del mejor europeo en la historia de la liga, Dirk Nowitzki y con uno de los mejores entrenadores, Rick Carlisle. En los Mavs va a tener todas las comodidades posibles para elevar su juego al siguiente nivel y a priori, parece que por sus características, se puede complementar a las mil maravillas con su nuevo amigo Dennis. Calidad y potencia. Pausa y velocidad. Creación y destrucción. Fusionados serían el exterior idílico.

Cambios en la retaguardia

Si los dos principales refuerzos de los Mavericks los veremos en el quinteto titular (DeAndre y Luka), el banquillo también ha sufrido pequeños cambios que otorgarán a la segunda unidad texana una competitividad necesaria para luchar por entrar en playoffs y una mezcla interesante de veteranía y juventud.

El primer nombre no es nuevo, ni mucho menos. Es más, va a ser su vigesimoprimera temporada vistiendo los mismos colores. Hablamos de Dirk Nowitzki, en el que podría ser su último año en la NBA y el primero que empiece desde el banquillo. El plan, aunque no es oficial, parece claro: Smith, Doncic, Matthews, Barnes y Jordan de entrada. Nowitzki, Barea y Powell siendo los principales suplentes. Un trío que a priori puede suponer una sangría en cuanto a defensa (hay que añadir a Harris o Finney-Smith para compensar), pero que puede ser uno de los banquillos más anotadores de la liga. Barea tendrá en esos dos socios sus mejores armas para destrozar cualquier sistema: el pick&pop eterno con el germano y el pick&roll con el canadiense.

A partir de ahí, el Draft ha sido también una vía de escape para paliar bajas importantes como las de: Seth Curry, Yogi Ferrell o Doug McDermott. Las tres elecciones de segunda ronda que tuvieron en la ceremonia, parece que podrían tener un hueco en la plantilla. Jalen Brunson, campeón con Villanova, Ray Spalding y Kostas Antetokounmpo, hermano pequeño de Giannis, rejuvenecen una plantilla que sigue contando con Salah Mejri y Maxi Kleber y la que también llega la metralleta australiana Ryan Broekhoff.

Con todo ello, los Mavs no aspiran, por el momento, a ser un equipo de la parte alta del Oeste, pero podrían tener un hueco en la postemporada en esa batalla habitual de cinco o seis franquicias por las dos últimas plazas. Por calidad de plantilla, Dallas debe estar entre Clippers, Wolves (ambos equipos pendientes de Jimmy Butler), Pelicans o Nuggets. Entregar la primera ronda del Draft de 2019, significa entregar también la bandera blanca que ondeaban durante dos años atrás. Significa empezar a luchar ya por recuperar el prestigio perdido y cimentar un proyecto triunfador y estable durante la próxima década al servicio de Luka y Dennis.

Sergi Concha: Estudiante de Periodismo Deportivo. Editor de SweetHoops.com. Puedes escucharme en Banana Boat Podcast.
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