“La gran historia de Reggie Lewis”

El pasado 27 de julio se cumplieron 22 años de la muerte de Reggie Lewis, un estilizado alero llamado a recoger el testigo de jugador franquicia que dejó vacante Larry Bird en los Celtics de los primeros años noventa, y a quien una cardiomiopatía hipertrófica le provocó la muerte de forma súbita durante un entrenamiento en el verano de 1993.

Sobre su dramática muerte está prácticamente todo escrito. Hasta los aficionados más jóvenes saben de él, como parte de la historia negra de la NBA, esa que escribieron Len Bias, Malik  Sealy y el propio Lewis, entre otros. Por eso, con este artículo, no pretendo redundar en un tema ya conocido por todos, ni recrearme en detalles sobre su muerte o lo efímero de su despunte como estrella de la NBA. En el contexto de lo hipotético, eso que tanto gusta a los americanos y que tanto juego les ha dado a la hora de crear realidades alternativas con un ejercicio tan simple como preguntarse “¿Y si…las cosas hubieran ocurrido de otra manera?”, el “What if…?” para ellos; me voy a permitir imaginar un escenario distinto en torno a la figura de Reggie Lewis, si el desenlace de lo acontecido aquella calurosa tarde de julio de 1993 hubiera sido otro.

Para empezar, hoy me sentaría delante del ordenador con el ánimo de escribir sobre la vida y logros de alguna de tantas leyendas de la NBA. Sin duda la de Reggie Lewis resultaría más que interesante. Un ejemplo de superación. Una de esas historias cargadas de épica de como un jugador es capaz de superar la adversidad, esquivar a la muerte y sobreponerse a una complicada cirugía a corazón abierto, para volver a llevar el anillo de campeón a Boston y convertirse en una leyenda de la NBA.

De sexto hombre en el High School a estrella universitaria

Lewis nació y se crió en Maryland (Baltimore). Acudió al instituto Dunbar, donde coincidió con otros futuros jugadores NBA como Reggie Williams, David Wingate y Tyrone Bogues, formando uno de los mejores equipos de High School de la historia. En la temporada 81-82 acabaron primeros a nivel nacional con un récord de 29-0. Lewis, cuyo protagonismo se limitaba a su aportación desde el banquillo como recambio de Reggie Williams, autentica estrella del equipo, no llamó la atención de las principales universidades del país, y se convirtió en el principal fichaje de Jim Calhoum, entrenador por aquel entonces de la modesta Northeastern Univesity de Boston. Comienza aquí su idilio eterno con la ciudad de Boston.

Lewis finalizó su ciclo universitario de cuatro años en Northeastern con 2.708 puntos, marca que sigue siendo, a día de hoy, récord histórico del College. En 1984 a punto estuvieron de colarse en el Sweet 16, pero una canasta sobre la bocina les dejó fuera en favor de la Universidad de Virginia. En 1987, unos Celtics aún dominantes en la NBA, lo seleccionaron en la 22ª posición del draft, pensando que sería un buen reclamo para los aficionados tener un jugador conocido en la zona de Massachussets.

Primeros pasos en la NBA y posterior ascenso al estrellato

Lewis llegó a unos Celtics ganadores y que hacían un baloncesto total, sin apenas margen para añadir piezas que pudieran mejorar un equipo casi perfecto. Comandados por toda una leyenda como Larry Bird, los orgullosos verdes habían ganado el anillo justo la temporada anterior, y habían sido finalistas en la que acababa de finalizar. Desde luego no era el equipo ideal para que un rookie disfrutara de minutos, menos aun teniendo en cuenta que ocupaba la misma posición en la pista que Bird. Pero aquel tímido jovencito de Baltimore, poco a poco se fue haciendo un hueco en la rotación, mejorando cada año y aprendiendo de los veteranos y grandes figuras con las que compartía vestuario. Ya en su segunda temporada en la liga, la 88-89, tuvo la oportunidad de salir como titular en 57 partidos, mientras Bird se recuperaba de una grave lesión en el talón. Lewis promedió 18.5 puntos por partido, y empezó a dejar muestras de sus grandes dotes defensivas. Las dos siguientes temporadas le sirvieron para afianzarse en el quinteto titular y empezar a coger peso en el equipo ante la proximidad de una inevitable retirada de las tres grandes estrellas que tantas alegrías habían llevado al Boston Garden en la década que se consumía, Bird, McHale y Parish, muy veteranos ya, y en el caso de Bird con serios problemas de espalda que limitaban sus minutos en pista.

La temporada 90-91 fue la primera en la que jugó todos los partidos como titular. En un equipo aún comandado por toda una leyenda en activo como Larry Bird, Lewis firmó unos números más que notables: 18.7 puntos, 5.2 rebotes y 1.2 robos de balón por partido. Anotaba con una facilidad pasmosa, y era un autentico incordio para las estrellas rivales cuando le tocaba defender, como demuestran los cuatro tapones que le colocó al mismísimo Michael Jordan el 31 de marzo de 1991. Pero su escalada definitiva al estrellato llegó en la siguiente temporada, la 91-92. Fue la del adiós de Larry Bird, quien se retiró al finalizar la regular season tras haber disputado sólo 46 partidos. Chris Ford, entrenador del equipo en aquella época, le dio galones a Lewis, y esté respondió con una extraordinaria temporada, en la que lideró a los Celtics con unos promedios de 20.8 puntos, 4.8 rebotes y 1.5 robos de balón por partido. En playoffs mejoró aún más sus prestaciones, promediando 28.1 puntos y 2.4 robos de balón. Fue seleccionado por primera vez para el All-Star Game, y lideró a su equipo en puntos, robos y tapones.

El gran susto, y el punto y aparte en su carrera

La temporada 92-93 fue la de su consagración como estrella de la liga y líder indiscutible de los Celtics post Bird. Fue nombrado capitán del equipo, con el beneplácito de McHale y Parish. De nuevo una gran temporada regular, con promedios casi calcados a la anterior: 20.8 puntos y 1.5 robos de balón. Pero el cruce de primera ronda de playoffs frente a Charlotte Hornets marcaría un antes y un después en su carrera. Llevaba apenas 13 minutos en cancha, cuando sufrió un extraño desvanecimiento en mitad del juego. Pudo levantarse, y tras unos minutos de desconcierto en el banquillo se fue al vestuario acompañado por los médicos del equipo y ya no regresó al partido. A la espera de las pruebas específicas que arrojaran un diagnóstico claro, no volvió a jugar en el resto de playoffs, la temporada había acabado para él.

Tras varias semanas de pruebas en el Brigham and Women´s Hospital de Boston, el Dr. Gilbert Mudge llegó a la conclusión de que Lewis padecía una cardiomiopatía congénita, pero que su vida no corría peligro, y que con fármacos podría controlarla y seguir con su carrera deportiva. Aquello, sin duda supuso una buena noticia para Lewis y su entorno.

La tarde del 27 de julio, apenas dos meses después del diagnóstico, un confiado Reggie Lewis lanzaba a canasta en el centro de entrenamiento que el equipo tenía en la Universidad de Brandeis, en Waltham (Massachussets), cuando se desvaneció y cayó al suelo inerte. La casualidad quiso que, en aquel momento, un agente de la policía de Brandeis estuviera patrullando la zona universitaria, acudiendo rápidamente al lugar para practicarle los primeros auxilios mientras llegaba la asistencia médica. Lewis fue trasladado al hospital Waltham-Weston en estado muy grave. Su corazón se había detenido en varias ocasiones, y solo la rápida intervención de la policía y los paramédicos evitaron su muerte, según declararon posteriormente fuentes del hospital. Había sufrido un ataque al corazón. Aunque habían logrado estabilizarlo, el pronóstico era poco tranquilizador: tenía que someterse a una complicada operación a corazón abierto para poder vivir. Cualquier otro asuntó quedaba en segundo plano, los médicos aseguraron que no volvería a jugar al baloncesto.

Tras ser operado con éxito, Lewis inició una lenta recuperación. En sus primeras declaraciones tras la intervención aseguró que volvería a jugar al baloncesto y que lo haría en su equipo, los Boston Celtics. Compañeros de equipo, estrellas de la NBA y de otras grandes ligas americanas se volcaron con Lewis y su familia. Red Auerbach fue a visitarlo al hospital y le comunicó que su puesto como capitán del equipo le estaría esperando cuando se recuperará.

Dos temporadas en blanco, la 93-94 y 94-95, hacían presagiar que Lewis ya no volvería a pisar una cancha NBA. Pero en el verano de 1995, en una rueda de prensa ofrecida en el Boston Garden, anunció que se sentía más fuerte que nunca, y que estaba entrenando duro para ponerse a las órdenes de Carr, entrenador por aquel entonces de los Celtics, cuando recuperara la forma.

El regreso, los premios y por fin….el ansiado anillo

Finalmente, un par de meses antes del comienzo de la temporada 95-96, los Celtics hicieron oficial el retorno de Reggie Lewis al equipo. Disputaría el training camp con el resto de jugadores y sería parte del roster en la temporada que estaba a punto de comenzar. Tenía el OK del cuerpo médico que llevó a cabo la cirugía y el posterior tratamiento, y se le veía realmente en forma tras las interminables sesiones de tiro y trabajo específico que llevó a cabo durante el verano con el, ya retirado, Larry Bird, y el preparador físico de los Celtics. El partido inaugural de la temporada en el Boston Garden registró un lleno, que no se veía desde los años dorados del equipo en los ochenta. Dos años después y tras superar una grave dolencia cardíaca, Reggie Lewis volvía a enfundarse el dorsal 35 de sus Celtics.

La temporada fue complicada en Boston. Con un equipo en plena reconstrucción, Lewis tuvo oportunidad, sin la presión por los resultados, de ir cogiendo el ritmo de competición. Empezó saliendo desde el banquillo y sin jugar los back to back, pero en la recta final de aquella regular season, dominada por completo por los Bulls de otro ilustre retornado, Michael Jordan, Lewis consiguió encadenar ocho partidos consecutivos anotando 20 o más puntos. El mejor Reggie Lewis estaba de vuelta.

Que sus problemas cardíacos estaban superados y que podía volver a ser un jugador importante en la NBA empezaba a ser una realidad, pero nadie podía imaginar que desplegaría un nivel de juego tan excepcional en las dos siguientes temporadas. La temporada 96-97 y la 97-98 supusieron su vuelta al Star System de la liga. No bajó de los 25 puntos por partido de promedio en ninguna de ellas. Fue All Star en ambas temporadas, en la 96-97 como titular. En la 97-98 lideró la liga en robos de balón, y fue nombrado Mejor Defensor del Año. A nivel colectivo los éxitos seguían sin llegar. Aunque, tras la llegada de Antoine Walker en el Draft del 96 y el fichaje de buenos complementos en la agencia libre, se habían convertido en uno de los equipos fuertes del Este, los Bulls de Michael Jordan seguían siendo un escollo insalvable para ellos.

El verano de 1998 trajo dos buenas noticias a Boston: la primera fue la llegada de Paul Pierce en el draft, un prometedor alero de la Universidad de Kansas llamado a convertirse en una estrella de la liga. La otra fue la retirada de Michael Jordan, que abría considerablemente el abanico de contendientes al anillo en la Conferencia Este de cara a la temporada 98-99.

Pierce se convirtió de inmediato en una pieza clave para unos remozados Celtics, que estrenaban pabellón (El viejo Boston Garden dejó paso al lujoso y moderno TD Garden) y que apoyados en su Big Three (Lewis, Walker y Pierce) dominaron la temporada regular en el Este. Lewis cedió protagonismo ofensivo a favor de las jóvenes estrellas del equipo, aunque seguía siendo el mejor defensor y líder sobre la cancha. Fue seleccionado para disputar el All Star Game, cuarto de su carrera, y fue incluido en el Mejor Quinteto Defensivo del Año. En los playoffs el trío estelar de los Celtics se mostró intratable en su camino a la Final. Tras dos rondas de trámite frente a Miami e Indiana, la Final de Conferencia frente a los Knicks pasaría a la historia como una de las más duras y accidentadas que se recuerdan. Siete igualadísimos partidos con victoria final para los Celtics con una actuación memorable de Lewis en el séptimo y definitivo (45 puntos y 8 robos de balón).

Los Celtics volvían a unas finales de la NBA tras más de una década. Allí les esperaban los Spurs de un jovencísimo Tim Duncan, que no ofrecieron demasiada resistencia a la apisonadora verde. 4-1 en el global de la serie y los Celtics de nuevo campeones. Paul Pierce fue nombrado MVP de las finales, pero no había nadie más feliz en Boston que Reggie Lewis. Tras esquivar a la muerte y superar una complicada afección cardíaca que lo apartó de las canchas durante dos años, había regresado para devolver la gloria a sus Orgullosos Verdes.

Retirada y dedicación a causas sociales

Lewis jugó dos temporadas más con los Celtics, aunque algo limitado en sus minutos debido a una lesión de rodilla que arrastraba desde la temporada pasada y que se complicó tras varias recaídas. Walker y Pierce seguían sosteniendo el proyecto ganador de los Celtics, aunque lo más cerca que estuvieron de otro anillo en esos años fueron las semifinales de conferencia. Decidió retirarse al final de la campaña 2000-2001, en la que apenas pudo disputar 20 partidos. Ponía fin a una brillante carrera y a una gran historia de superación coronada con un anillo de campeón tras 12 temporadas en la NBA, todas en los Boston Celtics.

Tras su retirada creó la Fundación Reggie Lewis, dedicada a la atención de los colectivos más desfavorecidos de la sociedad en Boston. También participa activamente en la financiación para la investigación y prevención de enfermedades cardíacas en un centro privado de Massachussets. Es embajador de los Boston Celtics en los NBA Global Games. En 2002 los Celtics retiraron el dorsal 35 en su honor en una multitudinaria ceremonia a la que acudieron las principales leyendas del equipo.

Desgraciadamente, la cruda realidad fue bien distinta, y aquel 27 de julio de 1993, los médicos del Hospital Waltham-Weston nada pudieron hacer por salvar la vida de Reggie Lewis. Dejó mujer, un hijo recién nacido y a los aficionados al baloncesto sin un extraordinario jugador. Pero si podemos especular con qué habría pasado si los Blazers hubieran seleccionado a Jordan en lugar de a Sam Bowie en el Draft del 84, o si los Spurs se hubieran convertido en la dinastía que hoy son si David Robinson no se hubiera lesionado de gravedad en la temporada 95-96 (su ausencia hundió al equipo dándole la posibilidad de elegir a Tim Duncan como número uno del draft del 96); porque no fantasear con la posibilidad de otro final para lo que pudo ser “La Gran Historia de Reggie Lewis”.

Juanfran De Haro: Contador de historias, reflexiones y más about NBA

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