Tras ser cortado por los Pistons contra todo pronóstico, el ala-pívot firma con el equipo texano hasta final de temporada. Después de rendir muy lejos de lo esperado en su año y medio en Detroit, su llegada a los Rockets abre ahora un nuevo nicho de incógnitas. ¿Jugará de alero, de cuatro? ¿Perjudicará a Howard? ¿Ayudará a los Rockets a ser verdaderos contenders? Los cierto es que Josh Smith ha tardado poco en encontrar equipo tras salir por la puerta de atrás.
Hace apenas dos días Stan Van Gundy anunciaba el despido del que se presuponía una de sus mayores estrellas. Josh Smith era cortado contra todo pronóstico por el equipo al que llegó en el verano de 2013 firmando un contrato de nada menos que 54 millones por 4 años. Sus número en Atlanta avalaban aquella apuesta. Era uno de los jugadores con mayor capacidad de intimidación y fuerza de la NBA y con él y Brandon Jennings, los Pistons buscaban reverdecer su historia en un equipo que además lo prometía todo con la pareja interior Monroe-Drummond.
Sin embargo, los Pistons, que acabaron muy lejos de PlayOffs y despidiendo a su entonces entrenador (Mo Cheeks) y a Joe Dumars del cargo de presidente de operaciones, han demostrado ser en los dos últimos un enorme puzzle en el que, más que faltar, sobraban piezas. La llegada de Smith y el buen hacer de Drummond tuvieron dos consecuencias inmediatas, o mejor dicho enlazadas: La primera, Smith jugaría de alero -no de 3 puro, pero sí mucho más lejos del aro que en Atlanta-, y la segunda, esto le pasaría factura.
Tras alcanzar en su última temporada como Hawk cierta obsesión ya latente con el triple -lanzó 201 en 76 partidos, más del doble que cualquier año anterior- con un discreto porcentaje del 30%, su llegada a los Pistons le abrió la veda para seguir explorando ese camino fallido. La pasada campaña, apartado de la pintura por la presencia de Monroe y Drummond superó este registro (lanzó 64 veces más) acabando con peor porcentaje (26%), siendo por ello el foco de numerosas críticas que achacaban a su mala selección de tiro y a la escasa inteligencia de su entrenador y él mismo para aprovechar sus virtudes los malos resultados cosechados en la Motown.
Pues bien, el experimento, las críticas y el status ganado con los Hawks de Smith han durado un año y medio. Lo suficiente para que la llegada de Van Gundy y un récord de 5 victorias y 23 derrotas en el primer mes y medio de competición hayan puesto en bandeja la excusa para echarle. Los Pistons han preferido seguir pagando al jugador cortándolo, a mantenerlo en una plantilla en la que literalmente no encajaba.
Su papel en los Rockets: ¿Ahora ala-pívot?
Ahora, con su llegada a los Rockets –según Yahoo!, solo firma hasta final de año por 2 millones de dólares– se abre un nuevo abanico de incógnitas. Y es que, seguramente, si Josh Smith fuera una franquicia, sería los Houston Rockets. Un equipo levantado a base de buenos ladrillos, bonito, aparente, espectacular y atractivo pero con poco cemento para ser todo los sólido que se desearía.
Los Rockets se han encontrado con la posibilidad de añadir a Smith como aquel que se encuentra con un billetes de 50 euros en el bolsillo de una chaqueta que llevaba meses sin ponerse. No esperaban que los Pistons lo cortaran de forma tan repentina, al igual que nadie lo esperaba. Ha sido como su regalo de Navidad. No en vano, el equipo texano adquirió solo hace tres días a Corey Brewer para que ocupara la posición de 3, esa que tantos problemas les había generado tras la huida con el vecino protagonizada por Chandler Parsons en verano.
En un principio, según las informaciones recogida por el periodista Adrian Wojnarowski, los Rockets tienen intención de poner a Smith de cuatro. La posición en la que más rindió en Atlanta al lado de un pívot fuerte y seguro como Al Horford. Sin embargo, esto no siente precedente para pensar que pasará lo mismo con Dwight Howard. El pívot de los Rockets ha sido durante toda su carrera el único referente interior de su equipo. Tanto en defensa como en ataque. Es su condición sine qua non para destacar. En el momento en que compartió la zona -véase Pau Gasol- su juego (y hasta él) se entristeció.
Habrá que ver cómo compatibiliza la llegada de su nueva estrella (porque Smith aún puede ser considerado un jugador bastante superior a la media) el recién renovado Kevin McHale. Los Rockets se han consolidado bajo la figura de Harden y la hegemonía de Howard como uno de los seis equipos del Oeste con capacidad de todo. Ahora, Smith abre nuevas posibilidades, pero cierra puertas a jugadores contrastados como Ariza o Brewer, por no hablar del cerrojo que pone en las narices de Terrence Jones y Donatas Motiejunas, dos de los jóvenes valores que este año estaban contando con más minutos. Los Rockets ya han tirado la moneda al aire. Al final de temporada se sabrá si ha salido cara o cruz.
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