John Wall vs. Damian Lillard: El duelo del futuro

Uno de los mejores regalos de la actual era en la NBA es la cantidad y calidad de los buenos bases que campan a lo largo de las canchas de la liga. Si bien el año pasado supuso la confirmación de Kyrie Irving y Stephen Curry como dos de la mayores realidades y estrellas de la actualidad, este año el testigo lo han tomado John Wall y Damian Lillard, jugadores que, para bien o para mal, se están cruzando en numerosas conversaciones esta temporada.

Ambos han sido elegidos para participar por primera vez en un All Star Game, ambos han sonado para el Concurso de Mates, ambos están liderando a sus franquicias hacia la mejor temporada en años, y a ninguno de los dos se les puede acusar de haber rehusado tomar los más altos galones pese a su juventud.

Este lunes sus dos equipos se enfrentaron en un partido que acabaron llevándose los capitolinos (90-100) -que lograron al fin situarse con balance positivo (24-23) desde 2009- pero que en su particular duelo acabó en tablas. Wall firmó 22 puntos, 5 rebotes, 5 asistencias, 3 robos y 2 tapones, mientras que Lillard se marchó del Verizon Center con 25 puntos y 9 asistencias.

Años pro: 4
PPP: 19.8
RPP: 4.4
APP: 8.5
Robos: 2
Pérdidas: 3.5
TC%: 42.3
3TC%: 32.5
Galardones: All Star 2014, 1er equipo Rookies 2011
Años pro: 2
PPP: 20.7
RPP: 3.6
APP: 5.7
Robos: 0.7
Pérdidas: 2.3
TC%: 41.9
3TC%: 40.9
Galardones: All Star 2014, Rookies del año 2013

No es que las comparaciones directas sean santo de nuestra devoción, pero sí que es cierto que al verse envueltos los nombres de estos dos jugadores en tantos debates comunes es apropiado desgranar al menos parcialmente los puntos fuertes y débiles de cada uno de ellos.

En esta situación, John Wall nos pone fácil criticarle su falta de acierto desde la línea de 3 puntos, que pese a haber mejorado desde su año rookie sigue quedándose en un tibio 32%. Por contra, su mayor ratio de asistencias y la capacidad de evolución demostrada en estos años para conseguir hacer de los Wizards un equipo ‘no perdedor’ dicen mucho de la figura de un base cuyos primeros pasos en la liga estuvieron bajo sospecha de exceso de ego.

Por su parte, Damian Lillard se ha convertido por sí mismo en un fenómeno. Sin los problemas en el tiro de Wall, su carácter se ha impuesto dentro de la NBA hasta conseguir que hasta los mejores –véase Kobe Bryant– le ofrecieran un guiño. Es un tipo con hambre que se ha convertido en la chispa que le faltaba a una franquicia que contaba ya con todo lo demás para triunfar. En su contra podremos decir que precisamente su carácter y su excesivo crédito de balón ha condicionado en algunas situaciones a los suyos, cuestión que deberá controlar si quiere que la gran primera parte de la temporada ofrecida por Portland tenga continuidad.

Nosotros disponemos, vosotros opináis.

Víctor Millán: Escribo mucho y soy de Zaragoza. Director de Sweet Hoops.
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