Solo fueron 10 minutos pero significaron mucho más. Jason Collins debutó este domingo como nuevo jugador de los Brooklyn Nets convirtiéndose en el primer jugador de las grandes ligas deportivas estadounidenses en jugar tras reconocer públicamente su homosexualidad.
Collins, de 35 años y con más de 12 temporadas como profesional en la NBA, rompió todos los dogmas establecidos al reconocer en abril en la revista Sports Illustrated que era gay. «Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro, y soy gay». Esas palabras, valedoras para una portada que ya es historia del deporte, fueron las que posicionaron a Collins en el ojo del huracán.
Sin embargo, han sido los Brooklyn Nets -equipo con el que disputó 8 temporadas jugando dos finales de la NBA en la época de Kidd y Vince Carter- los que le han dado la oportunidad. Collins disputó 10 minutos este domingo tras haber firmado horas antes un contrato de 10 días, ayudando a la victoria de su equipo en el Staples Center ante una afición Laker que aplaudió la entrada en cancha de este jugador convertido ya en icono para miles de personas.
“El mensaje que quiero transmitir es ser uno mismo. Ser uno mismo de verdad y nunca tener miedo ni vergüenza por ser así”, declaró Collins en rueda de prensa. “No tengo ninguna presión. La única presión que siento es por jugar un partido NBA» aseveró.
Simbólica contratación
Para más inri, la contratación de Collins se produce en el único equipo de la actual NBA controlado por un ruso, país en el que los ataques contra los homosexuales y su polémica gestión de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi han sido cuestionadas en los últimos meses.
No sabemos si los Nets harán por ampliar a Collins su contrato hasta final de temporada. Lo que sí es que es cierto este equipo -en el que coincide con excompañeros como Kidd, Garnett o Pierce- ha dado carpetazo a una polémica que llevaba coleando desde hacía casi un año en la liga, abriendo unos nuevos caminos que la sociedad llevaba ya tiempo reclamando.