Hace solo unos años era impensable que un jugador europeo se colara en el Olimpo de la NBA. Y no, no hablamos de hace tanto. Hasta el siglo XXI, hubo grandes jugadores europeos. Basta nombrar a Divac, Sabonis, Detlef Schrempf (este ya universitario en EE.UU.) o como no, Petrovic. Pero su legado se movía más en el área de los jugadores con un talento y una calidad exquisita que en hombres que pudieran grabar a fuego su nombre en la historia del basket norteamericano.
Desde esta semana, Dirk Nowitzki es ya (aunque ya lo era) el primer europeo en conseguirlo. El alemán se unió el martes al selecto club de jugadores que han conseguido 30.000 puntos en la NBA. Añade su nombre a una lista compuesta por Kareem Abdul-Jabbar, Karl Malone, Kobe Bryant, Michael Jordan y Wilt Chamberlain. Casi nada.
Nowitzki consiguió además la canasta con su tiro más marca de la casa. Míralo, seguramente le hayas visto meter cientos de tiros así en toda tu vida.
Pero este momentazo dejó también otra imagen importante, la de un hombre que desde la grada se emocionaba al ver a Nowitzki consiguiendo la hazaña. Él es Holger Geschwindner, y es uno de los grandes culpables de que estemos pudiendo disfrutar del que se considera el mejor europeo de la historia.
Geschwindner (Alemania, 1945) ha sido el mentor y entrenador de tiro de Nowitzki desde que tenía 14 años. Nacido en la ciudad de Bad Nauheim, Geschwindner es hijo de la primera generación de alemanes que tras la II Guerra Mundial mimetizó el baloncesto al más alto nivel. La ciudad en la que se crió tenía una base americana durante la posguerra en la que incluso llegó a realizar el servicio militar Elvis Presley. Así que si se quiere, también se puede decir que Elvis y los americanos tuvieron mucho en la creación de Holger Geschwindner como jugador de baloncesto, quien fue internacional con Alemania jugando de alero, y a la postre de Nowitzki. Casi como si fuera una Arma-X diseñada a la perfección.
Geschwindner se fijó en Nowitzki cuando era un chaval al que no le gustaba demasiado el baloncesto. De hecho, prefería el tenis o el balonmano. Pero lo perfiló (para nuestro bien). Tras jugar unos años en el DJK Würzburg y ser elegido mejor jugador alemán por la revista BASKET, Nowitzki tuvo que hacer el servicio alemán militar. A la vuelta tras su año en la mili, había crecido hasta los 2,11. Y el resto es historia. Los Bucks lo draftearon en el 98 para traspasarlo al momento a los Mavs, lugar donde siempre le ha acompañado su mentor y casi padre baloncestístico: Holger Geschwindner.