Aún cuesta recuperarse de lo que pasó en el Verizon Center en el sexto partido de la semifinales entre Washington Wizards y Atlanta Hawks. Los de Budenholzer pasaron a las Finales del Este con el partido finalizado. Y es que, al final del tiempo reglamentado nadie sabía quién había ganado.
Un triple (un triplazo) de Paul Pierce con dos jugadores encima desde la esquina puso la emoción hasta después del último segundo. ‘The Truth’ se marcó un canastón de escándalo, digno de guardar en cualquier hemeorteca… pero la repetición en vídeo confirmó a los árbitros que el balón no había salido de la mano del alero a tiempo. Faltó una décima de segundo para que esa canasta fuera válida. Una décima de segundo para haber ido a la prórroga.
El público de Washington pasó de la euforia a la decepción en ese mismo tiempo, mientras que el banquillo de los capitolinos se reía de su mala suerte. Pierce lo había vuelto a hacer, a sus 37 años, como en el tercer partido, sobre la bocina y con una clase basada en la sobriedad al alcance de muy pocos.
No pudo ser, y en cierto modo el fin de la temporada de los Wizards ha estado marcado por la falta de un peldaño para alcanzar la proeza. Wall volviendo en el quinto con cinco fracturas en al mano, Pierce echándose al equipo a la espalda en los minutos finales como si de una estrella en plenitud se tratara…
Ahora sin embargo toca recapitular para el año que viene. Y ahí es donde aparece el futuro que pueda tomar Paul Pierce. Al finalizar el partido espetó a la prensa que aún no había pensado en su retirada, pero que «puede que no vuelva a jugar más al baloncesto». El jugador mantiene una opción para proseguir su contrato un año más y el aficionado se debate entre la miel que ha dejado este año y la posibilidad de que continúe así la campaña que viene o que se quede este regusto dulce para poner el broche a 18 campañas encaramado a la élite de la liga.
Pierce viene a ser lo que Frank Lucas (Denzel Washington en American Ganster) a la NBA. No es un personaje amigable. No fue Bryant, ni LeBron y ni siquiera intentó postularse para competir con ellos en sus mejores años, pero desde esa postura tenebrosa ha marcado a su manera una época para hacer a la liga mejor. Hace dos años, cuando salió de los Celtics y tras un año anodino en los Nets, muchos lo dieron por muerto, pero recondució su juego para adaptarlo a su edad y seguir siendo igualmente despiadado.
Quién sabe si esa décima de segundo pueda resumir la carrera de un hombre que estuvo un escalón por debajo de los top-cinco de la liga. Al que le faltó algo más de suerte y reconocimiento para avalar su calidad. O quién sabe si es una despedida idónea para un jugador que parece estar en la cancha alejado de cualquier circunstancia. Siempre rindiendo, sin preocuparse por lucir o no, a fin de cuentas, ‘La Verdad’ siempre acaba quedando clara a ojos de todos.