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En 49 estados es sólo baloncesto… pero esto es Indiana
Hoosiers, Olympians, Pacers. Indiana, un Estado tachado de pueblerino y rural por muchos, ha marcado desde siempre la Historia de la NBA.
Los Angeles, Boston, Nueva York… seguramente sean las primeras ciudades que nos vengan a la mente si tuviéramos que nombrar alguna relacionada con la NBA. Sin embargo existe una ciudad, un estado entero, en el que el baloncesto es algo más que un deporte, algo que levanta pasiones más allá de donde otros no llegan, algo más que sólo baloncesto. O, al menos, eso es lo que dicen ellos.
El estado de Indiana no es de los más grandes de Estados Unidos, ni de los más poblados. No pertenece a los denominados ‘grandes mercados de la liga’, esos que pueden permitirse atraer a grandes jugadores aunque el equipo no esté en un buen momento. Incluso son tachados por muchos como un ‘estado de pueblerinos y agricultores’ (sobretodo desde la ‘Gran Manzana’). No en vano, son uno de los grandes graneros de Norteamérica.
Pero a pesar de todo esto (o quizá gracias a ello), la relación de los ‘Hoosiers’ (como se conoce a nivel nacional a los habitantes de Indiana) con el baloncesto a todos los niveles ha sido desde siempre muy especial. Y tan orgullosos están de ello que han conseguido convertir en casi un lema la frase que da nombre a este artículo.
No en vano, cuando a comienzos del nuevo siglo surgió la posibilidad de organizar el primer mundial de baloncesto con jugadores profesionales en tierras norteamericanas, la elección no tuvo dudas. Debía ser en Indianápolis. Aunque, a la postre, se convirtiese en el peor campeonato de la historia del país.
Los Hoosiers, prácticamente una religión en Indiana
Y no hablamos sólo a nivel NBA. En la NCAA, la Universidad de Indiana Bloomington es una de las más prestigiosas del país. Ganadora de cinco ‘Final Fours’, tan solo UCLA, Kentucky y North Carolina, que les superó en la última edición, tienen más títulos que ellos. Famosos por ser el único equipo que no lleva los nombres de los jugadores en la camiseta, cuentan con una de las aficiones más entregadas del torneo, superando habitualmente en espectadores a los propios Pacers.
No es casualidad que el torneo final del ‘March Madness’ no suela pasar más de cuatro o cinco años sin disputarse en la ciudad de Indianápolis. Hasta cinco veces lo ha hecho en los últimos 21 años. La última en 2015, cuando la Duke de ‘Coach K.’ venció en el Lucas Oil Stadium, estadio donde juegan los Colts de la NFL, acondicionado para la ocasión y llenado con más de 70.000 personas.
En el estado de Indiana encontramos, por ejemplo, la ambientación de la que está considerada por muchos como una de las mejores películas sobre deporte que existen. ‘Hoosiers’, interpretada por Gene Hackman y Dennis Hopper, que obtuvo dos nominaciones a los Oscars en 1987 y que nos contaba la historia del Instituto Hickory (basado en el Instituto Milán), quienes ganaron el campeonato estatal de baloncesto con un equipo de un pequeño pueblo.
Una película, dicen allí, que muestra los valores del baloncesto en ese Estado. Incluso, hace un par de años, conmemorando el 30 aniversario del estreno de la película, pudimos ver a los Pacers jugando con camisetas de Hickory.
Los inicios del baloncesto en Indianápolis
Y si de baloncesto profesional hablamos, también nos encontramos con el estado indiano casi desde sus comienzos. Muchos años antes de llegar los Pacers.
En el libro “Pioneers of the Hardwood”, Todd Gould nos habla de una de las primeras y más duras rivalidades deportivas, con frecuentes altercados entre las aficiones, la que se vivía ya por el año 1916 entre los Columbus Commercials y los Indianapolis Em-Roes, dos equipos que jugaban partidos de exhibición en aquel estado. Pero no fue hasta mediados los años 20, cuando el baloncesto en Estados Unidos ya era popular en las ligas universitarias y con equipos que recorrían el país con partidos de exhibición (como los Harlem Globetrotters), cuando comenzaron a surgir ideas para crear las primeras ligas profesionales del país.
El primer intento tuvo lugar en 1925 con la American Basket League (ABL). Se crearon equipos en algunas de las ciudades más grandes de la zona este del país, por lo que no se consideró que Indianápolis debía contar una de estas plazas. Durante algunos años, la ABL fue la liga más importante del país, pero los dueños de los equipos eran promotores con poco dinero, así que en 1935, empresarios de grandes marcas como Firestone, Goodyear o General Electric decidieron montar paralelamente una liga en la zona de los Grandes Lagos.
Uno de estos grandes empresarios y promotor de la nueva liga, llamada Midwest Basketball Conference era Frank Kautsky, natural de Indiana, y los Indianapolis Kautskys y los Indianapolis US Tires se convertían en dos de los nueve equipos fundadores de la nueva liga, llegando los Kautskys a la final en la primera edición de la misma.
Los jugadores solían ser trabajadores de las fábricas del dueño, por lo que era fácil ver equipos que no participaban en la liga durante un par de años para luego volver, según la situación de la empresa.
Dos años después, los propietarios decidían cambiar el nombre de la liga, ya que ‘Midwest Conference’ confundía a los aficionados con la ‘Big Ten’, una de las conferencias universitarias, pasando a llamarse desde 1937 National Basket League (NBL).
La liga pasó a trece equipos divididos en dos conferencias, aunque cada año su número variaba y en 1940 se volvió a una conferencia única. Las reglas no estaban unificadas, los equipos planificaban su temporada teniendo que jugar al menos diez encuentros y los partidos podían ser de cuatro cuartos de diez minutos o de tres cuartos de quince. Los jugadores solían ser trabajadores de las fábricas del dueño, por lo que era fácil ver equipos que no participaban en la liga durante un par de años para luego volver, según la situación de la empresa.
Los US Tires desaparecieron con el cambio de nombre de la liga y los Kautskys quedaron como única representación del estado de Indiana. Los Indianapolis Kautskys jugaban en el Hinckle Fieldhose, el pabellón del campus de la Universidad de Butler, que en aquel momento suponía, seguramente, el mejor pabellón para la práctica del baloncesto que podía ofrecerse. Construido en 1928, contaba con una capacidad para 11.000 espectadores, todos sentados, lo que suponía el mayor aforo de un pabellón en todo el país y que continuó siendo así hasta los años 50. Y eso no era todo. Mientras que el resto de equipos jugaban con duros parqués desmontables o en oscuros gimnasios militares, la pista de Butler contaba ya con una tarima flotante que las rodillas de los jugadores agradecían fervientemente. El mencionado ‘milagro de Milán’ se produjo años después en este mismo lugar.
En 1946 el propio presidente de la NBL creó un nuevo equipo con sede en Indiana: los Anderson Duffey Packers.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, algunas grandes fortunas, propietarias de grandes pabellones como el Madison o el Boston Garden, decidieron volver a intentar crear una competición centrada en las grandes ciudades, como excusa para poder llenar los estadios más a menudo, ya que sólo con el Hockey y el Boxeo no era suficiente para rentabilizarlos.
Crearon la Basketball Asotiation of America (BAA). Recuperaron algunos de los equipos de la extinta ABL y así por ejemplo, los Boston Whirlwinds se convirtieron en los Boston Celtics o los New York Celtics en los New York Knickerbockers.
La competencia entre NBL y BAA fue inevitable, decantándose poco a poco hacia el lado de la nueva competición. No porque tuviese mayor calidad deportiva (la NBL contaba por ejemplo con George Mikan), si no por el mayor aporte económico y, sobretodo, por su sistema de competición más pulido y cercano al actual y sus reglas unificadas.
El primer y único equipo gestionado por los propios jugadores
En 1948 cuatro equipos de la NBL se convertían en los primeros en cambiarse de competición. Lakers, Royals, Pistons y, por supuesto, los Kautskys, renombrados como Indianapolis Jets. Despojada de sus mejores equipos, la temporada siguiente en la NBL, ganada por el único equipo que quedaba de Indiana, los Packers, fue un desastre. Comenzaron las negociaciones para fusionar las dos ligas existentes, sin embargo, poco atractivo tenía que ofrecer la NBL que sedujera a la creciente BAA. Y, de nuevo, el baloncesto en Indiana apareció para liderar la situación.
La NBL, venida a menos, no tenía qué ofrecer a la pujante BAA. Hasta que ocurrió un equipo único llamado Olympians que fue la base sobre la que se fusionaron ambas ligas, dando lugar a la actual NBA.
Durante esos años había saltado al estrellato el que seguramente sea el primer gran equipo histórico de la NCAA. Entre 1946 y 49 los Wildcats de Kentuky dominaron el baloncesto universitario a su antojo. Conocidos como los ‘Fab Five’, se convirtieron en el equipo del país, con un juego rápido y vistoso comparado con el que se veía habitualmente. Hasta tal punto era así que, para los Juegos Olímpicos de 1948 en Londres, se decidió llevar al quinteto de Kentucky al completo como base de aquella selección estadounidense que finalmente conseguiría la medalla de oro. Cuando aquella generación se graduó en el verano de 1949, las ofertas llovieron para aquellos jugadores, pero ninguna acabó por convencerles. En lugar de unirse a algún equipo de alguna liga profesional, decidieron seguir juntos y hacer giras de exhibición por pabellones de Kentucky, Indiana y Tennessee. Fue entonces cuando se puso en contacto con ellos Leo Ferris.
Ferris era el vicepresidente de la NBL y necesitaba un golpe de efecto para su competición o era probable que ésta desapareciese en fechas cercanas y los chicos de los ‘Fab Five’ podían ser la solución.
Sin embargo, no se limitó a intentar atraerlos a algún equipo de su competición. Lo que hizo fue crearles un equipo a su gusto. Se les facilitó capital para poder comenzar y los propios jugadores se convirtieron en sus gestores, repartiéndose entre ellos los cargos de presidente, vicepresidentes o tesoreros. Se les ofrecieron tres ciudades donde poder jugar sus partidos. Eligieron Indianápolis. Alquilaron el Butler Field House, crearon sus uniformes y, como no podía ser de otra manera, se hicieron llamar los Olympians. El único equipo profesional de la historia autogestionado por los propios jugadores.
Por supuesto, el equipo tendría plaza asegurada en la liga, saltándose protocolos, drafts y demás. Y parece que la estrategia funcionó, ya que en apenas unos meses el acuerdo de fusión entre NBL y BAA se materializó, naciendo ese mismo verano la nueva liga, la National Basket Association, la actual NBA.
De los doce equipos que formaban la BAA, Indianapolis Jets y Providence Steamrollers desaparecieron. Los diez restantes se unieron a los seis que quedaban en la NBL más la incorporación de los recientes Olympians en la primera temporada de la nueva liga.
En aquella primera temporada, los dos equipos de Indianápolis (Olympians y Packers) coparon las dos primeras posiciones de la Western Division. Los Packers llegaron a eliminar a los propios Olympians en playoff y llegarían a semifinales, eliminados por los Lakers, próximos primeros campeones. A pesar de ello, ese verano decidían dejar la liga para incorporarse a la NBPL (Liga Profesional Nacional de Baloncesto que se acababa de crear), pero problemas económicos y administrativos no les dejaron siquiera debutar en la nueva liga y tuvieron que desaparecer, dejando a los Olympians como única representación del estado.
Del éxito al fracaso. Adiós al baloncesto en Indiana
Éstos se convirtieron rápidamente en una de las grandes atracciones de la liga desde el comienzo. Apodados ‘the running rookies’, llenaban tanto su pabellón como aquellos en los que jugaban a cada partido. Pero el éxito les duró poco y no por falta de calidad. Concretamente debido a ‘los escándalos del 51’. Así es como se conocen los hechos que tuvieron lugar en aquel año, que a punto estuvieron de acabar con el baloncesto para siempre en Estados Unidos y que supusieron un duro golpe en concreto para el estado ‘hoosie’.
Una gran red de amaño de apuestas fue descubierta en el baloncesto universitario y muchos de los grandes nombres de la competición de los últimos años estaban implicados. Sherman White, considerado por muchos como el mejor jugador universitario neoyorkino de la historia, fue sancionado de por vida. El escándalo finalmente acabó salpicando al mítico equipo de Kentucky, y dos de aquellos ‘Fab Five’, Alex Groza y Ralph Beard también fueron sancionados a perpetuidad y obligados a vender su participación en el equipo.
La franquicia intentó seguir adelante, pero el golpe fue demasiado duro y a la nueva liga no le interesaba verse ligada a estos hechos. Dos temporadas más permaneció el equipo en la NBA, hasta que finalmente acabó desapareciendo. Y con ellos, el baloncesto profesional en Indiana.
La ABA da una nueva oportunidad a Indiana
Parecía impensable que un estado con la tradición de baloncesto de Indiana no contase con un equipo profesional. Quince años tardó en arreglarse esta injusta situación. Concretamente cuando la nueva liga del balón tricolor echó a rodar en 1967. Once equipos formaron la primera temporada de la nueva American Basket Association (ABA), entre ellos los Indiana Pacers, quienes, desde el principio, se consolidaron como unos de los grandes de la competición.
Con grandes jugadores como Mel Daniels o George McGinnis, los Pacers lograron tres de los nueve campeonatos que finalmente se disputaron de la nueva liga. De los once equipos originales, sólo Kentucky Colonels e Indiana Pacers permanecieron las nueve temporadas sin trasladarse a otra ciudad, cambiar sus nombres o desaparecer. Cuando en 1976 la ABA finalmente desapareció, cuatro equipos fueron absorbidos por la NBA, entre ellos los Pacers.
Inicios duros para lograr la sólidez
No fueron fáciles los comienzos en la NBA para los de Indianápolis. Acostumbrados al éxito en la ABA, su primera década en la liga apenas les vio aparecer dos veces por la postemporada, siendo eliminados ambas en primera ronda. Pero ese no era el baloncesto que merecía Indiana, al que aspiraban los aficionados ‘hoosiers’, y mediados los años 80, algo comenzó a cambiar en la franquicia. Comenzaron a forjar una identidad de lucha, de entrega y de dejarse la piel en cada partido. Quizá no podrían ser un equipo puntero de la liga, pero tampoco estaban hechos para estar en la parte de abajo esperando a épocas mejores. La opción de dejarse llevar no valía.
Desde la temporada 89-90, los Pacers únicamente se han perdido los Playoffs en seis ocasiones, las mismas que los Lakers y sólo por debajo de Spurs, con una sola ausencia, y en todas ellas se quedaron a las puertas quedando novenos o décimos de su Conferencia. Otro dato llamativo en este sentido es que, desde que en 1988 consiguiesen con el número dos del Draft al gigante holandés Rik Smits, su elección más alta no ha pasado del décimo puesto, en 1996 y 2010.
Con buenos equipos aunque sin ser nunca una de las mejores plantilla de la liga, los Pacers nos regalaron en los 90 varias inolvidables series de playoff ante los Knicks, fueron uno de los equipos que más problemas les plantearon a los Bulls de Michael Jordan, llegaron a la final ante los Lakers de O’Neal a comienzos de siglo y hace no tanto nos deslumbraron con épicas series ante los Bulls de Rose y los Heat de LeBron.
Precisamente de esta última época podemos destacar a uno de esos jugadores que encarna a la perfección el espíritu de los Pacers como es Lance Stephenson. Un jugador que llegó a la liga sin mucho nombre ni talento, pero a base de trabajo y sacrificio consiguió convertirse en un imprescindible en el esquema de Frank Vogel. Charlotte, Los Angeles, Memphis, Nueva Orleans y Minnesota le han visto pasar en los últimos años con más pena que gloria. Sin embargo, la vuelta a su casa en marzo de este año parece haberle devuelto las ganas de sentirse importante. Y es que Indianápolis tiene algo que engancha. Si no que se lo digan a uno de los más grandes.
Larry Bird nació en un pequeño pueblo de Indiana y le apodaban ‘the hick from French Lick’ (el paleto de French Lick). Nunca quiso salir de su tierra. A pesar de las ofertas, decidió realizar su periplo universitario en su tierra. Y ni siquiera en la prestigiosa Universidad de Indiana. Se quedó en la pequeña Indiana State, a la que llevó a la final de la NCAA por única vez en su historia, por el hecho de estar más cerca de su casa.
Incluso cuando los Celtics le escogieron en el draft de 1978, Bird decidió quedarse un año más en su tierra antes de dar el salto a Massachusetts. Y tras una vida deportiva como Celtic, Larry lo tenía muy claro, su futuro pasaba por volver a casa. Primero como entrenador y luego como ‘general manager’ en los Indiana Pacers.
Nuevas piezas, misma ambición
Por todo eso, cuando el verano asado, ante la salida de la estrella del equipo, Paul George, más la de Jeff Teague y Monta Ellis, sumada a las de los últimos años de gente como George Hill o David West, había gente que hablaba de reconstrucción, de año de transición o, incluso, de ‘tanking’. Está claro que era gente que no conocía a los Pacers ni su identidad.
Ante la posibilidad de perder gratis a George el verano que viene, el nuevo GM Kevin Pritchard decidió traspasarlo a los Thunder a cambio de Victor Oladipo y Domantas Sabonis. Y lo que parecía un cambio poco exitoso a cambio de un All-Star como George, ha resultado ser la pieza clave que está haciendo que los Pacers puedan seguir compitiendo en la Conferencia Este.
Oladipo, formado precisamente en la Universidad de Indiana, realizó los mejores números de su carrera con 22’8 puntos, 5 rebotes y 3’9 asistencias. Y Sabonis se ha convertido en uno de los jugadores más fiables de la plantilla hasta el punto de que ningún otro jugador de la liga ha hecho todavía ningún partido con un 100% de acierto en tiro con al menos siete lanzamientos este año. Sabonis lo consiguió ya tres veces.
Con las incorporaciones de Bogdanovic y Collison y el crecimiento de unos de esos nuevos pívots modernos como es Turner, sin intentar llevarlo al extremo como otros equipos, se ha intentado subir el ritmo de juego y anotación como demandan estos nuevos tiempos. Han pasado del 15º al 6º lugar en puntos anotados y puntos por cada 100 posesiones, y del 18º al 9º en ritmo de juego (posesiones por partido).
Queda mucha cuerda aún a estos nuevos Pacers que afrontan su segunda temporada de la era Oladipo y no sabemos el futuro que tendrán en el este post-Lebron pero si alguien espera verles rendirse o dejar de intentarlo antes del final, es que no conocen el baloncesto de este equipo, de esta ciudad y de este Estado. Porque esto es Indiana.
*Artículo publicado originalmente en noviembre de 2017