Dos años seguidos con más de 50 victorias y eliminados en finales de conferencia son motivos más que suficientes para creer que los Celtics están de vuelta. Pero ni mucho menos van a detenerse aquí. Probablemente tengan el futuro más ilusionante entre las 30 franquicias de la NBA y el camino no ha hecho más que empezar. Con los veranos más importantes dejados atrás con nota, el de 2018, pese a no tener mucho margen de maniobra, se antoja también clave en varios aspectos que marcarán el devenir a medio plazo de una franquicia que no quiere esperar más para competir de nuevo por el anillo.
La inoportuna lesión de sus dos principales estrellas (Hayward e Irving) les ha apartado, seguramente, de cotas mayores este curso y la recuperación de ambos debe ser la prioridad absoluta del equipo. También la renovación, o la no renovación, de Marcus Smart, una de las patatas calientes que tendrá Danny Ainge sobre su despacho en los próximos días. Además de estas dos claves, hay otros aspectos que harán de este verano, un verano decisivo para configurar a un proyecto de campeón que tiene en Brad Stevens, una mente maravillosa capaz de todo.
Sacrificar una gran pieza por un trade-up en el Draft
En los últimos días se está hablando mucho, tras la información publicada por el periodista Sean Deveney, del interés de los Celtics en Mo Bamba, un pívot que daría a los verdes una de las pocas piezas que le falta para completar un puzzle en forma de anillo. Bamba daría descanso a un Horford que ha cumplido recientemente 32 años y no solo le otorgaría un necesario respiro, si no que complementaría a la perfección las tareas del dominicano.
En el Draft Combine, el ex de la Universidad de Texas, registró 2,40 metros de envergadura, algo nunca antes visto. Lógicamente ese dato ha sorprendido y cautivado a toda la liga, incluidos los Celtics, que ven a Bamba como el próximo gran pívot dominador. Aportaría intimidación, velocidad, juventud y recursos en ataque que está mejorando a pasos agigantados. El problema es saber medir el sacrificio que tendrían que realizar para escalar hasta los puestos donde aparecerá el pívot.
Parece claro que la elección de Bamba se moverá entre el puesto 3 y 5, siendo este último el que más opciones tiene según los mocks realizados. Un quinto puesto que pertenece a los Mavericks y que al menos obligaría a Boston a soltar una de las dos joyas de la corona: Jaylen Brown o Jayson Tatum, además del pick 27. A primera vista parecería un sacrilegio cambiar a dos jugadores que ya han demostrado estar preparados para la élite de la NBA tras unos brillantes playoffs por un melón sin abrir, junto a la negativa de toda la parroquia verde que solo vería con buenos ojos semejante trade-up si fuese Terry Rozier la mejor pieza que pierden. Un Rozier, que sin llegar al nivel de Isaiah Thomas la temporada pasada, ha sido el jugador que se ha metido a todo el TD Garden en el bolsillo, aunque quizá sea el peón más prescindible en un tablero de ajedrez plagado de talento.
Establecer el dúo Irving-Hayward
Cinco minutos ha sido el bagaje total del binomio Kyrie Irving – Gordon Hayward esta temporada. La terrible lesión del alero el primer día de curso nos dejó sin disfrutar de la que podía haber sido una de las parejas de moda en la NBA. Lo volverán a intentar la temporada que viene, tras recuperarse, con tiempo de sobra, de sus respectivas lesiones. Uno de sus problemas en la rodilla izquierda, el otro de una fractura de tibia.
La irrupción de Brown y Tatum, de los que luego hablaremos, como líderes en ausencia de las dos grandes estrellas, con permiso de Horford, no quitará que a la vuelta del ex de Cavaliers y el ex de Jazz recuperen su aura y rango correspondientes. El salto cualitativo de la plantilla con ellos dos al mando debe ser inmediato y mejorar el rédito obtenido este curso, es decir alcanzar las finales de conferencia. El reto, con toda la plantilla disponible, será arrebatar el trono a unos Warriors intratables.
Irving y Hayward son élite en su posición. Ambos entre los cinco mejores en su respectivo puesto y con todavía margen para seguir creciendo. Seguramente el alero sea el que más afectado se vea en su retorno, no solo por la magnitud de su lesión o por el rendimiento dado por los antes mencionados, si no también por el miedo de los propios Celtics de arruinar una inversión de más de 30 millones por temporada. Boston no debe tener prisa alguna en hacer encajar a Hayward en el equipo ni de sobreexigirle en cuanto a minutos o rendimiento porque tienen el colchón suficiente para poder permitirse ir con pies de plomo y asegurarse una plena recuperación física y mental de un jugador que está llamado a ser una de las caras del proyecto ganador que está naciendo en Massachusetts.
El precio justo por ‘el corazón del equipo’
Cuando generas un gran equipo y tus jugadores jóvenes progresan a medida que su contrato de novato se expira se genera un problema. Un bendito problema es cierto, pero no por ello deja de ser algo que puede perjudicar más que beneficiar a medio/largo plazo. Los Celtics tienen ahora mismo 113 millones asegurados para la próxima temporada, de los cuales algo más de 80 se los reparten entre el trío Irving-Hayward-Horford. Eso se traduce a que el margen de maniobra para Ainge es mínimo, sabiendo que en el siguiente verano Irving tendrá una opción de jugador bastante menor a su nivel y Rozier también será agente libre restringido.
Marcus Smart se encuentra en esa última tesitura. Será agente libre restringido a partir del 30 de junio y una renovación al alza, o al menos a la que el aspira, podría comprometer el futuro de la franquicia. Sabemos que a Ainge no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones dolorosas (véase el traspaso de Thomas) y no sería de extrañar que aplicase la misma fórmula con Smart, considerado el ‘corazón’ del equipo.
Recientemente el combo guard de Boston declaró: “Honestamente, creo que valgo más que 12 o 14 millones. Por todo lo que hago que no sale en las estadísticas. No encuentras por ahí jugadores como yo. Lo doy todo siempre en la pista, en cada partido. Decidme de cuántos jugadores se puede decir lo mismo”. Probablemente varios equipos puedan llegar a ofrecerle tal cantidad, incluso más, y será entonces cuando entre la pericia en los despachos de los Celtics para tomar una decisión correcta. Pese a todo, el 36 del equipo lo tiene claro: Hay muchos factores que influyen, pero al decir esto, quiero quedarme en Boston”. “Amo a esta ciudad, amo a este equipo, me encanta la atmósfera. He estado aquí cuatro años. Mi corazón está aquí, pero habrán algunos factores que influirán en este tema”.
Tatum y Brown ya son estrellas
Cuando las necesidades obligan a ello, puede resultar habitual, que tanto sophomores como rookies de un equipo tengan que cubrir más protagonismo del establecido en principio, lo que ya es menos habitual es que ese protagonismo se traduzca a liderazgo ante jugadores como Antetokounmpo, Ben Simmons (otro rara avis) o LeBron James. Eso es lo que han logrado tanto Jaylen Brown (18 puntos y 4,8 rebotes) como Jayson Tatum (18,5 puntos y 4,4 rebotes) en estos playoffs.
Para dos jugadores de 21 y 19 años respectivamente el simple hecho de curtirse jugando post temporada ya es algo inesperado, pero para ellos, esto es el inicio de un ascenso meteórico que les lleva desde la planta cero del ascensor hasta el ático. El reto para ellos a partir de ahora es mayúsculo: seguir progresando una vez recuperadas las dos grandes estrellas del equipo. Un rango que ellos también han ocupado en su primera gran prueba de fuego y que ya no van a querer dejar de poseer.