El otro Jordan que hizo posible que Jimmy Butler pueda imitar hoy a Michael

En la central de estadísticas de la NBA se encendió la alarma roja el pasado 3 de enero. Alguien había conseguido superar una de las marcas más increíbles del todopoderoso Michael Jordan. El mejor jugador de todos los tiempos ha pasado a la historia como un ‘Dios disfrazado de jugador de baloncesto’, frase acuñada por uno de sus profetas en la tierra, Larry Bird, después de que un jovenzano Jordan le endosara a sus Celtics 63 puntos en el Garden. Esa fue una de sus primeras grandes actuaciones. Tres años después, en 1989, rubricó la que hoy nos reúne: 39 puntos conseguidos únicamente durante la segunda parte jugando contra Milwaukee.

Esa marca fue superada hace escasas madrugadas por Jimmy Butler, el ya considerado mejor y más avezado sucesor de Jordan que ha pasado por Chicago para gloria y desgracia de los Bulls y quien sabe si en parte por culpa de la mala suerte de Rose.

Los Bulls se llevaron la victoria a domicilio en el pabellón de los Raptors en un loco partido que acabó encumbrando a un hombre que volverá a ser All Star este año y que hasta hace solo temporada y media no pasaba de ser un gran defensor con especial facilidad para anotar. O lo que es lo mismo, la fórmula del perfecto escolta en la actualidad. Nunca será Jordan, es imposible, pero nunca se pensó que llegara a ser quien es hoy.

El hito ha retumbado esta semana en Chicago porque, aunque no hace falta aclararlo, el Dios del basket ejerce allí su omnipresencia más que en ningún otro lado. Además porque la hazaña tuvo bastante de milagro. Butler solo había anotado dos puntos en la primera parte. Nadie sabe qué pasó en el vestuario. Quizá Jordan se acordó de Space Jam para mandar a Bugs Bunny con un botellín de agua milagrosa. O quizá fue simplemente que el baloncesto quiso dar a los Bulls, con sus idas y venidas, el motivo definitivo para saber que tienen a un chico capaz de liderar al equipo durante el próximo lustro y todo lo que le dejen.

La historia se resume fácil: Butler logró 40 puntos en una sola parte en la misma temporada en la que Harden y Klay Thompson han salido varias veces a la palestra para erigirse como los mejores escoltas de la liga. Una buena metáfora de lo que ha sido la vida de este jugador de todavía 26 años, drafteado en la última elección de primera ronda de Draft de 2011, y conocido por tener a sus espaldas una historia donde el trabajo y la superación no fue una opción, si no la única manera de salir adelante.

La historia es bien conocida desde que se desvelara en los corrillos de la NBA al poco de su llegada. Butler, natural de Houston, fue echado de casa por su madre. “No me gusta tu aspecto. Te tienes que ir», fueron las últimas palabras que le dijo su madre, quien le había criado hasta entonces en solitario ante la falta de un padre ausente.

Tenía 13 años. La edad de conocer a las primeras chicas y de jugar con los amigos fue la época en la que Butler tuvo que vagar dos años durmiendo en camionetas y en los sofás que le dejaran sus conocidos, echándose a la boca cualquier comida que le cayera del cielo. Pasaba el rato jugando en las canchas del pueblo de Tomball, a las afueras de Houston, hasta que un día un chaval dos años más pequeño que él le retó a un concurso de triples.

Aquel chico también tenía que ver algo con Jordan. Aunque solo fuera el nombre. Jordan Leslie, jugador del instituto local de baloncesto y fútbol americano, se convirtió en su protector desde aquel momento. Lo acogió en su casa gracias a la solidaridad de sus padres, que ya tenían a su cargo siete hijos.

Lo relataba mejor que nadie al Chicago Sun Times Michelle Lambert, madre de Jordan Leslie, y a la postre, la gran mujer que nunca puede faltar en una buena historia:

«Los niños son muy caros. Mi billete mensual ya ascendía a 400 dólares la semana. Estaba con dos trabajos. Mi marido finalmente dijo: ‘OK, no puede pasar la noche más de dos veces seguidas’. Estábamos en la noche tres y Jordan dijo, ‘No está pasando la noche conmigo. La está pasando con Brad (otro de sus hijos)’. Entonces pensé, ‘OK, estos chicos se aman'», dijo Michelle, que acabó llorando la noche del Draft en la que fue elegido Jimmy tras una década siendo su madre de adopción.

“SIEMPRE HAN DUDADO DE MÍ”

Con Jordan Leslie como compañero en el equipo del instituto local, Butler consiguió llamar la atención de un buen número de universidades. A saber: Marquette, Kentucky e Iowa State. Se decantó por la primera, seguramente la menos potente, pero también la que le aseguraba mejores réditos académicos. El niño que pudo haberse perdido en medio de la más absoluta soledad eligió el camino más responsable.

Promedió apenas 5 puntos en su primer año con los Golden Eagles, pero en su año senior explotó, hasta el punto de que hoy su número 33 está retirado junto con el 3 de Dwyane Wade o el 31 de Doc Rivers. En el momento de su homenaje dijo: «Siempre han dudado de mí. Mi madre, en el colegio me decían que era bajito y ahora dicen que puede que no salga en el draft. A mí me han enseñado que todo es posible y lo que más me motiva es que alguien dude de mi». Toma ya.

Esa fortaleza mental y esa sobriedad acompañada de confianza es lo que ha llevado a Butler a ser quien es hoy. Jugador más mejorado la temporada pasada, All Star, y ya estrella consagrada del segundo mejor equipo de la Conferencia Este. Si el comienzo es duro, se crece de golpe, algo que quizá también le espere al otro Jordan sin el que quizá Butler nunca hubiera podido superar hace escasas noches al que todos tenemos en mente.

Jordan Leslie, Wide Receiver de portentosas cualidades, firmó en 2015 su primero contrato profesional con los Minnesota Vikings de la NFL. Ahora, desde hace apenas un mes, continúa sus andaduras en el equipo de prácticas de los Atlanta Falcons. Es el típico chico americano nacido para practicar todos los deportes -como lo hizo- y que al final se decantó por el fútbol. La vida a él también le debe un triunfo. Acaba de llegar a las ligas profesionales y estaremos esperando el momento para alegrarnos.

Víctor Millán: Escribo mucho y soy de Zaragoza. Director de Sweet Hoops.
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