Era el mes de febrero del año 2.000. El mundo estaba riéndose del supuesto ‘Efecto 2.000’ que iba a dar al traste con todos los ordenadores del planeta poniendo a la humanidad ante un serio problema. Al final no pasó nada, como siempre. Lo que sí que pasaba es que desde hacía dos temporadas un demonio había emergido desde la NCAA para romper un poco más los patrones de la entonces convulsa NBA.
Eran los tiempos post-Jordan, los tiempos de Iverson, los tiempos en los que el lado más crudo del rap y las modas callejeras pegaban más en las canchas. Todo aquello tenía unos efectos increíbles para el espectáculo, pero también dio salvoconducto a que algunas naturalezas se desbocaran hasta llegar a la conocida pelea entre Pistons y Pacers. En balance general, no fue un buen tiempo para la NBA. Sin embargo, sí que sirvió para que aparecieran sobre la cancha jugadores diferentes, y uno de sus mayores estandartes fue el entonces base de los Kings Jason Williams.
Williams fue drafteado por los Kings en 1998 tras ser suspendido por su equipo universitario, los Florida Gators, al ser pillado en reiteradas ocasiones consumiendo marihuana. Su llegada a la liga fue un auténtico revulsivo. Capaz de todo lo imaginable y de ir cuatro pasos más allá; de celebrar con la cancha un pase increíble y de cuajar con aquellos Kings de Webber o Divac una de las plantillas más célebres que se recuerdan.
Tras un primer año en la liga en el que recogió todos los flashes, la temporada 99-00 comenzó para él con cinco partidos de suspensión. El motivo, haber vuelto a romper la política antidrogras de la NBA. Pero aquello no impidió que en el partido de rookies contra sophomores del All Star del año 2.000 celebrado en Oakland el base nos dejara una de las jugadas más increíbles de la historia del baloncesto. Un pase con el codo hacia el gigantón Raef LaFrentz que necesitó de la repetición para que los comentaristas y el público pudieran percibirlo. Como todas las genialidades, aquello partía en buena parte de la locura.
En la rueda de prensa posterior al evento, a la que acudió con retraso, Williams respondió con dejadez y pasotismo a los periodistas. Quizá era demasiado joven. Unas semanas antes ya había protagonizado un desplante ante los propios fans de los Kings. Era demasiado anárquico, demasiado corrosivo, para una franquicia que quería ir en serio. Unos meses más tarde, acabaría traspaso rumbo a los Grizzlies a cambio de la seriedad de Mike Bibby.
La figura de Williams nunca volvería a ser tan explosiva como la de sus primeros dos años. Ya en la plenitud de su veteranía se convirtió en un sólido base que ayudó a ganar a los Heat su anillo de 2006. Genio y figura, de todas todas.
En el vídeo que os dejamos arriba podéis ver el famoso pase con el codo de Williams narrado por Montes y Daimiel. Todo un lujo subido a Youtube gracias a Ekmezzzod
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