Doc Rivers ya declaró cuando su hijo Austin despuntaba en la Universidad de Duke que “sería genial, pero tendría que escuchar quejarse a su madre por no hacerle jugar más” en referencia a poder entrenar en un futuro a su retoño. De esas declaraciones ya han pasado más de tres años, tiempo más que suficiente para que ambos, padre e hijo hayan cambiado sus vidas. Unas vidas que el destino ahora a querido volver a juntar…
[dropcaps round=»no»]R[/dropcaps]ivers padre, dejó los Celtics hace dos veranos tras 9 años de subidas y bajadas donde logró alcanzar el anillo en 2008. Tras irse como un emblema de la histórica franquicia de Boston, llegó a Los Angeles Clippers para hacerse cargo de un proyecto ambicioso liderado en el parqué por Chris Paul y Blake Griffin. El objetivo desde su llegada no ha sido otro que poner a los Clippers en el primer plano de la NBA, algo que indudablemente ha conseguido, aunque en los momentos decisivos de la temporada, donde el balón quema, aún no han demostrado ser un equipo totalmente fiable y a tener en cuenta para poder lograr un campeonato.
Por su parte, Rivers hijo, triunfó con los Duke Blue Devils donde logró ser el máximo anotador de la NCAA y “Naismith Prep Player of the Year”. Tras su exitoso paso por la Universidad, se presentó al Draft de 2012 con la esperanza de ser un Top 10, y así fue, New Orleans Pelicans, por aquel entonces Hornets, le seleccionaron en el décimo puesto y allí comenzaba la carrera del prometedor “combo-guard” en la mejor liga de baloncesto del mundo. Tras dos temporadas y media sin demasiado brillo, los Pelicans decidieron traspasarle precisamente a los Celtics, paradojas de la vida; aunque sin tan siquiera llegar a debutar, porque el equipo de su padre mostró un interés fraternal que hizo cambiar la operación para que acabase en Hollywood, donde seguro ya están manos a la obra para llevar esta historia a la gran pantalla.
Así pues los Rivers se reunirán en los Clippers, donde el entrenador espera que su hijo pueda aportar anotación exterior y sea una buena arma desde el banquillo. Será la primera vez que un padre entrena a su hijo en la NBA, una situación que pudo darse en 2010 en Denver Nuggets donde Coby Karl formaba parte del roster, aunque no llegó a debutar y su progenitor, George Karl se vio obligado a estar alejado de los banquillos tras detectarle un cáncer de garganta.
Veremos ahora como evoluciona una relación que ha llamado la atención de todos los medios norteamericanos ,donde se vigilará con lupa los movimientos de ambos dentro y fuera de la cancha y si Austin logra realmente ser un jugador importante en la liga o simplemente queda en “el hijo de papá”.