El 28 de abril de 2012, en uno de sus saltos hacia canasta sin respeto por las leyes de la gravedad (o uno de los que hacía), Derrick Rose caía lesionado. Se había roto el ligamento cruzado de su rodilla izquierda en el primer partido de Playoffs contra los Sixers. No volvería a jugar hasta dos temporadas más tarde, en la 2013-2014, y allí, tras 10 partidos, volvía a romperse. Esta vez por su rodilla derecha. El jugador atravesaba un calvario nunca antes visto en el deporte profesional a tan alto nivel. Rose había sido rookie del año en 2009 y solo dos temporadas después MVP en la era ya de LeBron. Había firmado un contrato millonario y era la apuesta de Adidas para el futuro. Pero todo se había literalmente roto.
Este miércoles, en plena noche de Halloween, Derrick Rose, ya con 30 años y sus rodillas cubiertas de cicatrices, se fue hasta los 50 puntos contra los Utah Jazz para dar la victoria a los suyos, unos Wolves sin Jimmy Butler (en rebeldía para salir traspasado) ni Jeff Teague, el base titular, por lesión.
Sus 50 puntos son su marca más alta de su carrera por encima de los 42 que logró en 2011, cuando iba camino al MVP con Chicago Bulls. Rose firmó estos registros añadiendo 4 rebotes, 6 asistencias, 2 robos, 19/31 en tiros de campo y la canasta decisiva a 30 segundos del final para que su equipo ganara 123-122.
El jugador acabó llorando tras su gesta. Unas lágrimas más que justificadas de un hombre que lo tenía todo para conquistar este juego durante al menos una era, lo logró de forma momentánea, y luego le fue arrebatado. Durante sus años de lesión y su posterior vuelta, donde ya no era tan explosivo, se habló mucho de que el jugador anímicamente no estaba preparado para un golpe así. Y era normal, al final era un chico de 22 años que había significado la mayor esperanza para Chicago desde Jordan y, de hecho, su único otro MVP. En su etapa en Cleveland se llegó a hablar seriamente de su retirada. También se le criticó el dineral que estaba cobrando (18 millones al año, de entonces) tanto al equipo como a Adidas. Unas opiniones que aunque son respetables, acabaron cayendo al ver que el jugador, directamente, no podía.
Por eso quizá la NBA le debía una noche como esta.
Un breve recordatorio sobre quién es Derrick Rose
Derrick Rose quizá sea un un viejo dragón de leyenda para algunos seguidores muy jóvenes de la NBA que se han sumado en los últimos años, especialmente aquellos que por edad o difusión llegaran ya en la era Curry y de dominio de los Warriors.
Derrick Rose fue el MVP más joven de la historia de la NBA cuando LeBron ya era un jugador consagrado y Durant aún no había despuntado, ni que digamos Curry, un jugador de segundo año cuando él ganó el premio.
Rompió todos los registros de precocidad y fue la base de unos Bulls que junto con Noah, Luol Deng, Boozer y posteriormente Jimmy Butler junto a Thibodeau dejaron su mejor etapa desde la era Jordan. Literalmente, se le comparó con él, y no era para menos. Todo, claro está, hasta que comenzó su calvario.
¿Regreso al máximo nivel?
Para algunos quizá sea un buen momento para emocionarse pensando que Rose va a recuperar parte de su nivel del pasado. Desde luego, nunca será ya el que fue, pero si algo ha perdido al jugador en su etapa en Knicks y después en Cavs quizá fuera que psicológicamente no había tenido opción de recuperarse.
Este acicate de los 50 puntos puede servir para que Rose, al lado de su protector Thibodeau, se convierta ahora sí en un veterano de garantías. Ayer, de verdad, vimos jugadas que hacía mucho tiempo que no veníamos. Y más allá de esta actuación, Rose parece haber empezado la temporada centrado. Quizá si Minny acaba de zanjar el asunto Butler, encuentre en Rose un jugador sobre el que apoyar el crecimiento de sus jóvenes. Desde luego no va a volver a ser una estrella, ni quizá un jugador medio, pero sí que sería muy bonito verlo recuperar parte de lo que fue.