DeMar DeRozan, un anotador 'vintage'

Aunque la época estival suele venir acompañada de elementos tan apetecibles como el sol, la playa, un buen espeto de sardinas en cualquier chiringuito de la Costa Tropical o el tan codiciado tiempo libre; y que, además, éste último incluyó hasta juegos olímpicos, para el aficionado NBA no es más que un larguísimo y caluroso periodo entre el final de una temporada y el comienzo de otra. Un páramo en el que apenas crecen pequeños matorrales en forma de fichajes, nuevos uniformes o retiradas de viejas glorias.

Pero por fin llegó. Comenzó una nueva temporada en la NBA, la septuagésima nada menos. Y hete aquí que, entre los incontables alicientes que ofrece: los Superwarriors, Embiid, Booker, The Amazing Westbrook, El Chacho, los Knicks, Thibodeau, Milwaukee, Rose… – y cada cual que ponga aquí el suyo – , en estos primeros compases de campeonato, una figura pide diligentemente al técnico de iluminación que ponga el foco sobre él. Se llama DeMar DeRozan, un californiano que juega al baloncesto en las filas de los Toronto Raptors.

DeRozan firmó el pasado verano con la franquicia canadiense por la mareante cifra de 145 millones de dólares por cinco años. En una offseason de récord en lo que ha renovaciones se refiere, tras el de Conley (153$ x 5) y Lillard (151,8$ x 5) el suyo se convirtió en el tercer contrato más caro de la historia de la liga. No tardaron en alzarse voces críticas hacia Ujiri por esta operación, pero, en apenas un mes competición, DeRozan ha disipado cualquier atisbo de duda con un rendimiento muy por encima de las, ya de por sí, altas expectativas que había depositadas en él, y con un avance en su evolución que ha cogido por sorpresa hasta al más fino de los analistas NBA de éste y aquel lado del charco.

Fuente: basketballinsiders.com

HACIENDO HISTORIA

Hemos leído y escuchado en varias ocasiones ya en este inicio de regular season el nombre de DeMar DeRozan ligado al de Michael Jordan, y aunque pueda chirriar tamaña comparación, lo cierto es que el ex de los Trojans de la USC  ha anotado 30 o más puntos en 10 de los 12 primeros partidos de la temporada; guarismos que, desde que el 23 de los Bulls los registrara en los lejanos años ochenta, nadie había logrado.

El escolta de los Raptors lidera la NBA en anotación con un promedio de 33 puntos por partido, lo que suponen casi 10 puntos más de los que promedió la temporada pasada (23,5) y casi 15 puntos más que su media de carrera (18,4). También está registrando sus promedios más altos como profesional en rebotes (5,0), robos (1,6) y porcentaje de tiro (50%); apartado este último bastante meritorio teniendo en cuenta que está lanzando peor que nunca desde más allá de la línea de tres (25%).

Al hilo del dato sobre el poco acierto desde la línea de triples mencionado en el párrafo anterior, creo que conviene resaltar en su justa medida los números que ha conseguido DeRozan teniendo en cuenta este pequeño detalle. De los 306 puntos que anotó en los primeros nueve partidos de temporada (sexto mejor registro de la historia), sólo seis llegaron vía triple (dos triples anotados). Efectivamente, DeRozan ha anotado 30 o más puntos en 10 de los 12 partidos que ha disputado hasta la fecha -en dos de ellos se fue hasta los 40- iniciando el campeonato con unos registros que sólo Michael Jordan había logrado en los últimos 30 años, y sólo cinco jugadores más lo hicieron desde la temporada 1963-64 (el propio Jordan, Alex English, Tiny Archibald y Rick Barry), anotando solo seis triples…

Fuente: ESPN

UNA ‘RARA AVIS’

En una época en la que los triples caen del cielo a modo de lluvia torrencial de la que resulta imposible guarecerse, esta  particularidad del juego de DeRozan le convierte en una auténtica rareza. Un tipo de anotador exterior que se creía extinto en la actual NBA, capaz de generar una ingente cantidad de puntos desde prácticamente cualquier parte de la cancha, pero que pasa de puntillas por la línea de tres puntos. Recuerda inevitablemente a aquellos grandes scorers de épocas pasadas, como Bernard King, Alex English, Adrian Dantley o el mismísimo Michael Jordan. Todos ellos jugadores exteriores con una capacidad pasmosa para meter canastas de toda factura, pero con poco apego por sumar de tres en tres. King, English y Dantley forjaron su leyenda (o al menos el inicio de ella) en una NBA sin triples, ya que hasta la temporada 79/80 no se instauró la línea de 7,60m, tal y como nos contó el ínclito Victor Millán en su artículo “El arcaico origen del triple”; y una vez instaurada no pareció llamarles demasiado la atención:

Bernard King anotó 23 triples en sus 14 años como profesional. Llegó a promediar 32.9 puntos por partido en la temporada 84/85, y se retiró con un promedio de carrera de 22,5 puntos y un 17,2% de acierto en triples.

Alex English. Uno de esos jugadores a los que se le caían los puntos de las manos. 16 temporadas, 1.193 partidos disputados y más de 25.000 puntos anotados. Sólo anotó 18 triples en su carrera NBA…

Adrian Dantley. Quizás el caso más llamativo. Este estilizado escolta tiene el 17º mejor promedio anotador de la historia de la NBA (24,27 ppp).  23.177 puntos anotados y 15 años de carrera en los que anotó ¡¡7 triples!! con un 17,1% de acierto.

Michael Jordan: no necesita presentación. Es el mejor anotador de la historia y, aunque se prodigó más que los tres anteriores, no es ningún secreto que no era un especialista en la larga distancia.

Todos ellos lideraron la liga en anotación (Bernard King y Alex English en una ocasión; Dantley en dos, y Michael Jordan en diez). King, English y Dantley lo hicieron con la línea de tres puntos ya operativa. Hubo obviamente otros grandes anotadores que jamás anotaron un triple, pero la comparación perdería peso ya que jugaron en una NBA sin linea de tres.

No cabe duda de que el triple es un arma más, y muy efectiva. Pero cuando un jugador lleva en su ADN el gen anotador busca cualquier vía para darle salida a ese torrente creativo que le lleve a conseguir canastas. Es en este punto en el que los problemas de DeRozan con el triple dejan de ser un problema. El solo quiere anotar, como lo hacían antes; sin mirar al parqué a ver en qué lado de la línea está. Y lo cierto es que resulta maravilloso ver como lo logra una y otra vez esta temporada, con un repertorio tan heterogéneo, efectivo y espectacular.

Drake tiene motivos para sonreír. El paso adelante que ha dado DeRozan este año se traduce además en victorias para su equipo, unos Raptors que ya venían de firmar una gran campaña el año pasado, disputando la final de conferencia frente a los Cavaliers, campeones a la postre. Nada parece indicar que estemos ante un simple “hot start” del escolta. DeRozan ha necesitado siete temporadas para situarse en la Big Elite NBA, donde habitan los Curry, Harden, LeBron y cía…y ha llegado para quedarse.

Juanfran De Haro: Contador de historias, reflexiones y más about NBA
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