Vivimos tiempos en que parece que nos moviésemos a la velocidad de la luz. La ruleta de la fortuna que ya representaba el tempus fugit en la Edad Media parece moverse a la velocidad de un pistón cuando se trata de la NBA. El periodo estival que sigue al final de la postemporada ha traído consigo un loco Draft y una agencia libre más que interesante, con la elección de Dwight Howard por los Houston Rockets como gran protagonista. Las leyendas de los Lakers no se lo han tomado nada bien, con el demoledor unfollow de Kobe Bryant a DH12 y unas duras declaraciones de Shaquille O’Neal en las que asegura que el nuevo Superman «no ha aguantado» la presión que supone ser un Laker.
Sea o no una buena decisión. lo cierto es que ha hecho mucho daño a los Lakers, tanto a nivel deportivo como institucional. Si ya fuese difícil digerir la temporada anterior, en la que se sufrió para clasificar a PlayOffs y ser barridos por San Antonio, imaginen que Howard haya decidido irse a los Rockets cuando la franquicia angelina puso toda la carne en el asador. El tweet de «renuncio a 30 millones por ser campeón» es realmente hiriente para el segundo equipo más laureado en la historia de la NBA.
En este sentido es remarcable la capacidad de gestión de los Houston Rockets, y me atrevo a decir que uno de los mejores ejemplos de reconstrucción de la historia de la liga. En primer lugar no se puede decir que exenta de errores, solo Popovich podría presumir de tal cosa, ya que los contratos de Jeremy Lin y Omer Asik fueron el primer escollo que tendrán que superar los texanos para el ansiado anillo, que aún están verdes para conquistar. Pero centrémonos en otros aspectos, la sorprendente amnistía a Luis Scola que condujo a uno de los mayores robos por traspaso por James Harden, sacrificando como única pieza valiosa a un Kevin Martin que ni ha renovado por Thunder; y la contratación del sobre el papel mejor pívot de la liga.
Pero quiero enviar un mensaje positivo a los fans de los Lakers, entre los que no me incluyo. No todo está tan negro. Para empezar, los fans de Pau Gasol no tienen nada que temer ya que ni la amnistía parece ya cernirse sobre el español. Será Laker hasta el final de su contrato, cuando el hombre ya especulaba con volver a Barcelona. En segundo lugar, me ha sorprendido que Kucpchak no haya hecho alguna locura, como un megacontrato a Andrew Bynum, y se haya decidido por uno de un año por Chris Kaman, un tipo que no va a dar ningún problema y se puede entender bien con el de Sant Boi.
Perder este año no es un negocio terrible. El Draft de 2014 viene cargado de talento y en la agencia libre estarán dos de los más apetitosos caramelos de la liga: LeBron James y Carmelo Anthony. Precisamente con Melo hay cantos de sirena sobre supuestos pactos de sangre con Kobe en algunos juegos olímpicos en los que se juraron amor eterno y jugar juntos algún día. Poderoso caballero es don dinero y una ciudad como Los Angeles y el ambiente Hollywood jadeando tus canastas, como que no echa para atrás. Otro equipo que se ha desmembrado con vistas a 2014 es los Boston Celtics, y ya se sabe: un clavo saca otro clavo.
El Rey ha muerto, larga vida al Rey
La caída de un imperio suele ser el germen de la hegemonía de otros. Del mismo modo, la desmembración de los Celtics suponen un brillante futuro para dos franquicias tradicionalmente perdedoras como los Clippers y los Nets. Ahora se ven inmersos en una incierta senda con Rajon Rondo, lesionado del ligamento cruzado anterior, como único estandarte. Sin embargo, han pescado bien los Celtics en el draft. El antaño pívot de Gonzaga será un jugador más que interesante en el puesto de cuatro. Y aún gente como Avery Bradley, Jeff Green o Gerald Wallace podría llegar a ilusionar.
El primero en abandonar la nave fue en este caso el capitán, Doc Rivers, previa marcha de Ray Allen a Miami un año antes. Boston sorprendió con la contratación del jefe de Butler Brad Estevens, una apuesta que muchos querremos seguir de cerca. Doc se marchaba a Los Angeles, a los tradicionalmente pobres Clippers. Con la llegada de un peso pesado de los banquillos, la ‘Clip Nation’ estuvo a salvo cuando Chris Paul renovó tras pedir un coach de garantías que supliese la caída de un Vinny Del Negro al que el propio base contribuyó a derrocar.
Mientras que el proceso de enriquecimiento de los Clippers vino de la elección de Blake Griffin, el de los recién llegados a la liga Brooklyn Nets vino a través de un magnate ruso, Mikail Prokhorov y de la colaboración de Jay-Z. El trío formado por Paul Pierce, Kevin Garnett y Jason Terry llega para completar un gran plantel y lo sitúa como candidato al anillo. El sacrificio del jugador más odiado de la NBA Kris Humphires no parece un gran sacrificio. Los Nets no tendrán problemas para llenar el Barclays Center esta temporada.