Han pasado 7 meses. El 12 de abril, a escasos 10 partidos de PlayOffs, Kobe Bryant se retorcía en el suelo del Staples Center. A falta de tres minutos para el final en el partido ante los Warriors, el 24, que había firmado 34 puntos, caía echándose las manos al tobillo. El veredicto de los médicos no pudo ser más claro. Rotura del tendón de Aquiles, no volvería a jugar en lo que restaba de temporada, y quedaba en el aire su regreso.
Desde entonces Kobe Bryant ha demostrado que sigue alimentándose a partes iguales de todo el cariño y las críticas que recibe. El capitán de los Lakers recibió este lunes el alta médica: Luz verde para volver a entrenar al 100%, y los que le conocen dicen que volverá enseguida.
«Si hubiera un partido de PlayOffs mañana, jugaría», dijo el propio jugador, que podría volver a las canchas ante del comienzo de diciembre.
Lo cierto es que en su letargo Bryant ha pasado por varias fases. Comenzó siendo una alargada sombra en el banquillo de los Lakers, poniendo desde sus muletas aún más presión sobre un equipo que acabó el año pasado desecho, entrando a las eliminatorias por el título en el último tren que quedaba después de haber tirado la casa por la ventana. «Voy a volver y voy a hacerlo por todos aquellos que me critican», diría dos meses después el escolta, que vio como durante el verano muchos analistas diagnosticaron en su lesión la muerte de un mito.
El habitual ranking de la ESPN metió un poco más el dedo en la llaga al colocar a Bryant como el jugador número 25 de la NBA. El medio aseguró que su posición se debía al nivel con el que se creía que volvería el jugador tras su recuperación. Pues bien, ese momento está ahora más cerca que nunca, y con él se aproxima también la resolución de la incógnita.
¿Será Bryant capaz de llevar a estos Lakers un poco más allá? Desde luego daría mucho pena ver como un jugador que es historia viva de la liga pasa sus últimos años lamentándose al ver como su cuerpo ya no le permite hacer lo que antes hacía casi por capricho. La respuesta está cerca.