Dicen los que lo han vivido que no hay nada más grande para un deportista que representar a tu país en unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, las diferentes normativas de las distintas épocas hicieron que no todos los deportistas pudieran vivir el ‘sueño olímpico’.
Como ya es más que conocido, los Juegos Olímpicos disputados en Barcelona en 1992 abrieron la participación, en la competición de baloncesto, a las grandes estrellas de la NBA. Anteriormente a esta fecha, los jugadores de la liga americana eran los únicos considerados profesionales, lo cual los vetaba para este acontecimiento, siendo los jóvenes jugadores de la NCAA los que representaban a su país.
Sin embargo, esta normativa no afectaba sólo a los jugadores estadounidenses. Muchos jugadores europeos y del resto del mundo se encontraron en la situación de tener que elegir entre la mejor liga del mundo y representar a su país.
Ya fuese por decisión propia, obligada, o por las meras circunstancias, estos son algunos de los jugadores que continuaron siendo ‘amateurs’ para poder seguir vistiendo los colores de su selección:
Dino Meneghin:
Una de las primeras superestrellas europeas, este pivot italiano, rocoso pero de gran calidad, era tan querido por sus seguidores como odiado por los contrarios.
En 1970, jugando en el Varese italiano, se convirtió en el primer jugador de una liga europea seleccionado en un draft de la NBA. Los Atlanta Hawks lo seleccionaron en la posición 12 de la undécima ronda, pero ni siquiera se llegaron a poner en contacto con el jugador, que se enteraba por la prensa de este hecho.
En 1974 sin embargo sí que recibía una carta, esta vez de los New York Knicks, campeones el año anterior, para hacer con ellos la liga de verano, pero la mala suerte quiso que Dino se encontrase lesionado con el menisco roto y no pudiese acudir.
Con la selección ‘azzurra’ consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, al perder la final por 77-86 ante la gran Yugoslavia de Cosic, Dalipagic, Kikanovic o Slavnic entre otros.
Además consiguió las medallas de bronce (1971 y 1975) y oro (1983) en el Eurobasket. Disputó un total de 271 partidos con su selección.
Con su club consiguió 12 campeonatos italianos y 7 Copas de Europa, llegando a disputar diez finales consecutivas de esta competición.
Kresimir Cosic:
El pivot yugoslavo, que ganó su primer título con dieciocho años y ya no pararía hasta su retirada, sirvió de enlace entre dos de las mejores generaciones de la selección ‘plavi’.
En 1968, con veinte años y ya tres ligas y una plata olímpica en su palmarés, Cosic decide dar el salto a Estados Unidos y se asienta en Utah, donde se hace mormón y se enrola en la Universidad de Brigham Young, donde juega tres años, promediando 19’1 puntos y 11’6 rebotes, donde consigue ser el primer europeo en entrar en el All-American Team (dos veces) y donde tiene su camiseta retirada.
Esto llevó a que los Blazers en 1972 y los Lakers en 1973 le eligieran en el draft. Incluso los Carolina Cougars lo eligieron en el de la ABA. Sin embargo, debido tanto al compromiso del jugador con su selección como de las presiones del gobierno de Tito, Kosic decide volver a casa para jugar en el Zadar.
Con su selección juega más de 300 partidos, participando en diecisiete campeonatos de los que se llevó catorce medallas: dos platas y un oro en los Juegos del 68, 76 y 80; dos platas y dos oros en mundiales; y un bronce, tres platas y tres oros en Eurobaskets, siendo MVP de los de 1971 y 1975.
Drazen Dalipagic:
Este alero, anotador incansable, tenía un físico que le hacía además un gran reboteador, cosa poco habitual en la época.
En 1975, John Killilea, ojeador de los Boston Celtics, le ofreció a ‘Praja’ una prueba en un campus para novatos y agentes libres, pero el jugador declinó la oferta.
El verano siguiente, durante los Juegos Olímpicos de Montreal, la gran actuación de Drazen, especialmente ante el equipo norteamericano, no pasó desapercibida, y el propio Killilea allí presente, no se fue del torneo hasta que no consiguió que el jugador se comprometiese a realizar la prueba.
Durante dos semanas estuvo realizando la prueba, tiempo suficiente para convencer al propio ‘Red’ Auerbach hasta el punto de ofrecerle un contrato por 30.000 dólares negociables el siguiente año.
Dalipagic rechazó el ofrecimiento aludiendo su desconocimiento del idioma, su reciente paternidad y, sobretodo, su imposibilidad de seguir jugando con su selección. Además, por entonces, si algún día volviese a su país, tendría que volver ocupando plaza de extranjero.
Miembro de la época dorada de la selección yugoslava, ganó todos los metales posibles en todas las competiciones en las que participó. En los Juegos Olímpicos consiguió la plata en 1976, el oro 1980 y el bronce en 1984, perdiendo con España en las semifinales.
En el Mundial consiguió un oro, una plata y dos bronces, y en los Eurobasket se fue hasta los tres oros (de forma consecutiva en 1973, 75 y 77), una plata y un bronce.
Moshe ‘Miki’ Berkovich:
El mejor jugador de la historia de su país y una leyenda en toda Europa, este escolta israelí se formó en la Universidad de Nevada-Las Vegas, pero no llegó a ser drafteado. Volvió a su país y se convirtió en una auténtica estrella.
En el verano de 1978 lideró a su equipo en la victoria contra los Washington Bullets en el primer enfrentamiento entre equipos FIBA y NBA de la historia.
El verano siguiente fue el referente de la selección de Israel que consiguió la plata en el Eurobasket, siendo nombrado MVP del torneo.
Todo esto no pasó inadvertido para los ojeadores de la NBA y, ese mismo verano, le invitaron a acudir a un campus de verano, tras el cual recibió ofertas tanto de Atlanta como de New Jersey.
El jugador estaba dispuesto a irse a la mejor liga del mundo, pero su equipo, el Maccabi de Tel Aviv, le impidió su marcha. El jugador llevó el caso a los tribunales, pero fue en vano. Se dice que el juez dijo: “Miki, sigo tu carrera. Aquí eres una superestrella. Allí serás uno más. No puedo dejar que te vayas, pero sí ordenar que te doblen el sueldo”.
Con su selección tuvo su punto alto en el citado Eurobasket de 1979, siendo uno de los máximos anotadores históricos de este torneo.
Con su club llegó a ganar nada menos que 19 ligas y 17 copas de su país.
Oscar Schmidt:
El coleccionista de récords. ‘Mano Santa’, puede que el mejor anotador que ha existido, ha batido prácticamente todos los records de anotación que pueden existir.
En 1984, tras los Juego Olímpicos de Los Angeles y muchos años de exhibiciones anotadoras en Brasil e Italia, finalmente un equipo NBA se decidió a seleccionarlo en el draft. Fueron los New Jersey Nets, quienes durante tres años consecutivos intentaron convencer al brasileño sin éxito.
Como él mismo contaba el día en que fue incluido en el salón de la fama, fue allí una semana y jugó cinco partidos “para enseñarles lo que se perdían”. Le dio las gracias al entrenador por draftearlo y le dijo que metería un punto por cada minuto que lo hiciese jugar. Oscar jugó 25 minutos y metió 25 puntos. Entonces, respetuosamente, le dijo al entrenador: “gracias, pero si juego un partido aquí, no podré volver a jugar con mi selección”. Y se volvió para Italia.
Schmidt participó en cinco Juegos Olímpicos con su selección, ganó tres oros y dos platas en Sudamericanos; dos oros y tres bronces en los torneos de las Américas; y sus títulos más importantes, un bronce y un oro en los juegos Panamericanos (obteniendo el oro en 1987 ante los anfitriones, los Estados Unidos, actuales campeones mundiales y olímpicos) y el bronce en el mundial de Filipinas ‘78.
Nikos Galis:
El excelso anotador griego, en realidad ni era griego ni se llamaba Nikos Gallis, pero eso no evitó que se convirtiera en un auténtico ídolo intemporal en su país de acogida.
Hijo de dos inmigrantes griegos, Nick Giorgalis nació en New Jersey en 1957. Acudió a la Universidad de Seton Hall en su ciudad natal, donde se convirtió en una estrella. En su último año en la universidad llegó a ser el tercer máximo anotador del país.
Cuando llegó el momento del draft, dicen que su representante, Bill Manon, estaba demasiado ocupado con otro de sus representados, la cantante Diana Ross, lo que le llevó hasta una discreta posición 68.
Por si esto fuera poco, ni siquiera pudo debutar con los Celtics (quienes lo habían elegido) por una lesión en un brazo durante la pretemporada. Cuando se recuperó, Auerbach ya había ocupado su puesto con Gerald Henderson, por lo que Nick decidió irse a la tierra de sus padres y pasó a ser Nikos.
Con el tiempo los Celtics volvieron a por él (e incluso los Nets lo intentaron), pero Galis ya se sentía plenamente identificado con su nueva patria y declinó todas las ofertas.
Años después, ’Red’ Auerbach declaró que su mayor error al frente de los Celtics había sido dejar escapar a ‘Nick el griego’.
Con la selección griega, Galis toco el cielo en la victoria del Eurobasket de 1987 (siendo nombrado MVP), además de una plata dos años después. Fue el máximo anotador del mundial de 1986 y de cuatro Eurobaskets, además de once veces en la liga griega.
Estos son sólo algunos ejemplos, pero hubo otros muchos, como Manuel Raga, Aleksandr Belov o Panagiotis Fasoulas que pudieron disfrutar (y hacernos disfrutar) de su sueño olímpico, a costa de no hacerlo en la mejor liga del mundo.
Fuente imágenes: Euroleague.net, NBAlead.com, Ganciocielo.it