Por qué no tiene sentido comparar jugadores de distintas épocas de la NBA

Michael Jordan vs. LeBron James. Los Warriors de 2018 vs. Los Bulls del 96. Joel Embiid vs. Hakeem Olajuwon. Russell Westbrook vs. Oscar Robertson. La NBA y todos sus aficionados somos pródigos en las comparaciones. Son la salsa del debate diario, un añadido que da pie para valorar qué jugador es mejor, o aún si cabe, qué época es mejor.

Adrián Conejo analiza desde su canal de Youtube todas estas comparaciones para mostrar su opinión: no tiene sentido comparar jugadores de distintas épocas de modo alguno. Al menos, cuando el debate sale de los títulos. Y ni siquiera eso.

Para ello apunta una serie de hechos que redundan en la evolución del baloncesto. ¿Habrían ganado los Bulls de Jordan a los Warriors actuales? ¿Cómo los habrían defendido en una liga donde el tiro de tres era un complemento que se usaba mucho menos que ahora, donde es protagonista del juego? ¿Qué harían los pívots de los 80 contra los cinco actuales, capaces de salir al triple, driblar, y asistir?

La NBA ha cambiado radicalmente en los últimos años, y más aún cuando retrocedemos hasta el neolítico del baloncesto, cuando encontramos gigantes como George Mikan o el primer Wilt Chamberlain. Al igual que hoy no se ven gestas de 100 puntos, tampoco es posible ver jugadores que promedien 50 puntos en una temporada. La evolución de las reglas, al igual que la mejora física y técnica de los jugadores actuales, también ha tenido su peso en este proceso.

Por eso quizá lo mejor a la hora de comparar jugadores sea acudir a sensaciones. A la sensación de ver a Jordan no perder una final en su vida frente a las derrotas de LeBron. O, por contra, al rara-avis salarial que supuso que Jordan pueda cobrar 30 millones de dólares en los noventa con Pippen a su lado sin llegar a 2 y pensar en ello como una baza que tuvo solo a su alcance el número 23. Pero para hablar de sensaciones, es recomendable haber visto jugar a ambos jugadores comparados, aunque sea en diferido y a años de distancia. Esta transición, no obstante, hay que tomarlo en su justa medida. Ni Jordan sería un DeRozan de aparecer joven en la NBA actual (por aquello de rehuir del tiro de tres), ni Shaquille un mastodonte por no salir de la zona.

Disfrutemos la época que nos ha tocado vivir de la NBA, seguramente una de las mejores de todos los tiempos.

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