Explotó. Y lo hizo como estaba previsto que pasara. Los Cleveland Cavaliers anunciaron este sábado que Andrew Bynum era inmediatamente apartado del equipo de forma indefinida por «conducta perjudicial para el equipo». La franquicia de Ohio daba la razón así a todos aquellos que cuando lo ficharon predijeron que Bynum ya jamás volvería a ser el que fuera debido, más allá de sus problemas por las lesiones, por su falta -o ausencia- de actitud.
La historia del pívot de New Jersey ha sido todo lo contrario a un quiero y no puedo. Él y los de su entorno sabían que había nacido para el baloncesto, que lo tenía todo para dominar el juego, pero su cabeza y sus malos hábitos no querían que así fuera. Con el anuncio de los Cavs es previsible que Bynum sea cortado en los próximos días. Los equipos pueden cortar jugadores hasta el día 8 de enero, algo que haría que los Cavaliers se ahorraran seis millones de los 12 a los que se comprometieron al acometer su fichaje este verano, después de que se pasara toda la campaña anterior sin jugar ni un solo partido con los Sixers bajo el disfraz de una lesión interminable que en realidad escondía el despropósito del que una vez fue calificado como uno de los mejores centers de la liga.
Para remontarse al tiempo en el que Bynum pudo haber sido lo que ahora se ha negado a ser solo hay que echar la vista a tras dos años y medio. La temporada 2011-2012 se cerraba con el mastodóntico pívot promediando un doble-doble de 18 puntos y 11 rebotes, añadiendo además 2 tapones por partido. Era el hombre grande del Oeste. Con solo 24 años, muchos se preguntaros apenas unos meses más tarde si en el traspaso de Howard los de Oro y Púrpura se habían quedado con el bueno o con el malo. Pero poco haría falta para que poco tiempo después se le concediera la razón a los Lakers -a pesar del fiasco que también supuso Howard finalmente-.
Al año siguiente, lo único que vieron de Bynum por Philadelphia fue la foto del jugador en el media day. Ya había empezado a cavar su tumba o, quizá, a decidir su propio destino. Tras conocerse la decisión de los Cavs, el periodista de Yahoo!, Adrian Wojnarowski, revelaba la confesión que todo el mundo daba por evidente. «Él ya no quiere seguir jugando al baloncesto. Nunca tuvo especial predilección por esto». El último espejismo que contradicen estas palabras lo dejó hace apenas un par de semanas, cuando desmontó a los Bulls ejecutando 20 puntos, 10 rebotes, y 5 tapones en apenas 30 minutos. Su último capricho.
Nunca sabremos que parte de culpa tuvieron de verdad sus rodillas en la cadena de despropósitos que ha supuesto su carrera, o cuanto afectó la tediosa recuperación a la cabeza de un chico que tras ser elegido en el puesto número 10 del draft del 2005 se vio en disposición hace tan solo un año de firmar uno de los contratos más jugosos de la liga. Lo cierto es que este binomio de circunstancias hicieron que el paso de Bynum por Philadelphia fuera el principio de un fin que ahora parece más cercano que nunca. Sin motivación en un equipo perdedor, Bynum desperdició un año que le habría servido para cumplir su propósito con solo haber disputado los últimos 10 partidos a un nivel aceptable. Pero para qué, si el baloncesto, y menos aquella situación, no iba con él.
Ahora, muchos ponen su próximo destino en dos tipos de equipos. A) O equipos de la parte baja que busquen un trade con los Cavs por prácticamente nada para acumular sus 6 millones de sueldo de cara a la próxima agencia libre, o B) Equipos candidatos al anillo que busquen contratarlo por el mínimo después de que Cleveland o el equipo al que fuera a parar lo corte. O lo que os lo mismo traducido al lenguaje rumor: Clippers, Celtics -que podrían aguantarlo ante su carencia de pívots- o incluso de nuevo los Lakers.
Sea como sea, que lo sabremos con brevedad, lo cierto es que la liga ha perdido a un jugador capacitado para marcar, cuanto menos, una reseña en esta era en la que los centers puros parecen haberse extinguido.
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