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Boxscorismo crónico

Opinión NBA

Boxscorismo crónico

¿Existe demasiada fijación por las estadísticas? James Harden protagonizó una curiosa escena que abre el debate.

El baloncesto, en especial el norteamericano, tiene un aspecto en el que supera a todos los demás deportes: el cuadro de estadísticas. Si comparamos con otros deportes, hay una infinidad de categorías en las que un jugador puede destacar: Puntos, rebotes, asistencias, robos, tapones, triples… e incluso ahora estadísticas avanzadas en la NBA con el seguimiento individualizado.

La atención al ‘box score’ tiene cierto sentido para los entrenadores, analistas y periodistas que trabajan sobre este deporte. A ellos, el cuadro numérico les permite, especialmente con las estadísticas avanzadas, dar un punto de vista más adecuado de un jugador o de una situación de partido que el resultante de haberlo visto. Si no existiesen las estadísticas en la NBA, seguramente Jason Williams (Chocolate Blanco) sería considerado uno de los mejores jugadores que han pisado una cancha, porque visualmente ha sido uno de los más divertidos de ver, pero las estadísticas permiten al aficionado también tener claro que si tienes que elegir entre dos jugadores que meten 15 puntos, te quedas con el que ha metido el 50% de sus tiros antes de quedarte con el que ha metido un 25%.

¿Cuál es el problema del ‘box score’? Se estarán preguntando algunos. Bien, el problema viene cuando las estadísticas se ven antes que el partido y no al revés, que es lo lógico. Y esto aún puede tener cierto sentido para aficionados europeos o de otras zonas que no pueden ver tantos partidos como quisieran por cuestiones horarias, y hacen un repaso rápido a la noche NBA con un par de resúmenes en vídeo y ven los números de sus jugadores favoritos. Con los periodistas ya debería ser imperdonable, sobre todo para los pocos que se dedican únicamente a cubrir baloncesto. Pero con los que no tiene pase es con los jugadores.

Y sí, el tema lo saco precisamente por lo que pasó hace casi una semana con James Harden y su «triple-doble» (y lo pongo entre comillas porque para mí su décimo rebote, el que hace el triple-doble, no es un rebote, pero bueno). Con el partido ganado para los Rockets, a falta de unos dos minutos para el final del encuentro, Harden estaba a un solo rebote para llegar a esta curiosidad estadística que ‘el barbudo’ solo había conseguido hasta la fecha dos veces en su carrera. Por supuesto, como suele pasar en la NBA, el jugador lo sabía, y quería salir en todos los titulares al día siguiente.

No solo Harden sino todo el pabellón sabía que estaba a un rebote del triple-doble. Bueno, todos excepto su compañero Troy Daniels, que le «quitó» un rebote en dos ocasiones a falta de menos de un minuto para el final. En la primera de las acciones, no solo Daniels, sino que el ‘nugget’ Darrell Arthur también pelea por un rebote que se acaba llevando Daniels. Harden se desespera por un rebote que ni siquiera merecía (por el mero hecho de ir de paseo por la pista, más que nada). En la segunda, con un rebote que caía en tierra de nadie, los dos compañeros se pelean por él y Daniels lo envía fuera. Ambos con un problema de comunicación claro aquí. Finalmente los Nuggets tiran dos veces más a canasta y, en un airball (y por esto yo no lo considero un rebote) a falta de 0.1 para el final, Harden captura el balón y firma el triple-doble para el júbilo de todo el pabellón.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=lT8dYYvlrc0[/youtube]

No sé cuánta gente estará leyendo estas líneas mientras piensa que soy idiota, y cuántos creerán que llevo razón, pero a mi que un jugador se enfade con el partido ganado -por el motivo que sea- me parece un absurdo total. El esperpento que supone que todo un pabellón celebre más el triple-doble de un jugador de su equipo antes que la victoria del equipo al que han ido a ver me parece humillante para un deporte que si algo me ha dado en mi vida es a muy buena gente, muchas alegrías colectivas y muchas frustraciones cuando lo he tratado de forma individualista. Para más inri, celebraban el triple-doble de un jugador que, por cierto, en 20 tiros de campo solo anotó 16 puntos en ese partido, por no hablar de su no-defensa y de sus constantes pérdidas (4.2 por partido esta temporada). Que ya que tiramos de estadísticas, lo hacemos para todo.

Lo peor del asunto no es lo que pasó en este Nuggets-Rockets. Se podría haber dado un hecho aislado que podría haber parecido hasta cómico para muchos, entre los que me incluyo. Lo peor, es que es ya algo habitual. No solo en la NBA, también en Europa, donde se dan los premios al mejor jugador en función de la valoración, literalmente, del cuadro de estadísticas, y no de la importancia de un jugador para que su equipo gane, que es el objetivo primordial de este deporte. El otro día en las redes sociales un equipo (perdón por el fallo de memoria y la poca precisión) de la NBA destacaba que en esa fecha años atrás un jugador suyo metió 50 puntos. El equipo al que se los metió, respondió diciendo que no sirvió para nada, porque no les pudieron ganar ese partido. Esto me da lástima en una NBA que me había dado ciertas esperanzas en primavera de este año cuando todo el mundo comenzó a alabar el alucinante juego en equipo de los San Antonio Spurs. Pero tal vez no haya lugar ya para la esperanza, porque el boxscorismo que parece sufrir el baloncesto tanto en la NBA como a nivel mundial, está cerca de poder ser catalogado como ‘crónico’.

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