Llega la locura universitaria. El baloncesto en estado puro por calidad y por cantidad. Casi 100 partidos por jornada que encontrarán en marzo un fin último en la conocida March Madness, y que esta temporada llega con una de las mejores clases de freshmen que se recuerdan y sin un candidato claro a llevarse el título.
Los vigentes campeones, los Louisville Cardinals, consiguieron el año pasado el título tras casi 30 años sin lograrlo. Al mando del barco, el ya mítico Rick Pitino, que ha encontrado en la NCAA el hueco que no pudo crearse en la NBA, siendo ya el único entrenador capaz de ganar dos campeonatos con dos equipos distintos.
La del año pasado fue una victoria lograda a base de equipo, de entrega, de saber hacer. Ingredientes todos ellos que mantienen los Cards este año, pero que sin embargo parece que no serán suficientes para que puedan optar a repetir el título. Hasta que nos quiten la razón el equipo del estado de Kentucky no parte como favorito. La nueva camada llegada desde el instituto y la evolución de proyectos a priori más potentes -como Duke o Kansas- les sacan ventaja en las quinielas.
Y es que este año, tras lo que fue uno de los drafts más flojos que se recuerdan, el baloncesto universitario ha recibido a una de esas generaciones llamadas a marcar un punto y parte. El número 1 de estos fenómenos es sin duda alguna Andrew Wiggins, alero de 18 años del que se dice que es el mejor prospecto desde LeBron James. Pese a la comparación, Wiggins tiene un juego más parecido al de Durant, siendo capaz de anotar hasta sin querer. Su llegada a la Universidad de Kansas ha puesto a los Jayhawks en el candelero.
Similar es el camino que se espera por Duke, donde el cuadro de Mike Krzyzewski recibe con los brazos abiertos al otro futuro rookie de moda. Jabari Parker era el mejor jugador de su generación hasta que saltara a la palestra Wiggins, algo que no obstante no quita que los Blue Devils sean claros candidatos al título con este otro crack.
Pero sin duda alguna el equipo que por bloque parte como favorito son los Kentucky Wildcats. Tras el fiasco del año pasado, en el que no se clasificaron para la fase final, los entrenados por Calipari han conseguido cazar con bastante éxito entre los mejores jugadores de instituto. Allí ha llegado el que seguramente sea el mejor 4 de su año, Julius Randle, además de hacerse con el juego exterior de los freshmen Andrew Harrison y Aaron Harrison. El bloque parece bueno, y desde luego, llama la atención el poderío del ala-pívot, que apunta a ser el número 2 del próximo draft solo por detrás de Wiggins.
Por último, y pese a que hay muchos más programas que llegados a marzo podrían sorprender, queremos destacar las opciones de Oklahoma State, universidad que parte como la principal favorita en los rankings de los medios norteamericanos, seguramente porque han conseguido mantener a la mayoría de sus estrellas del año pasado y, sobretodo, retener al base de segundo año Marcus Smart, un proyecto consolidado y que parece tener la cabeza muy bien amueblada.
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