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Spurs: Fundido a negro
Quedaban 40 segundos para el final del séptimo partido de las Finales de la NBA y Tim Duncan se dejaba la mano aporreando el parquet del American Airlines Arena.
Quedaban 40 segundos para el final del y Tim Duncan se dejaba la mano aporreando el parquet del American Airlines Arena de Miami. Acababa de fallar uno de esos tiros que eran suyos siempre, un semigancho que el aro escupía para dar paso a cinco puntos seguidos que daban el título a los Miami Heat.
«Ese fallo me atormentará toda la vida», se lamentó el gigantón de las Islas Vírgenes al finalizar el partido. San Antonio Spurs ha hecho del éxito algo cotidiano, construyendo una dinastía silenciosa que hasta estas últimas finales no había perdido ni una sola de las cuatro que había disputado en los últimos 15 años. Un éxito tímido, alejado de los focos, que se revela aterrador ahora que la derrota irrumpe acompañada de todo el ruido del mundo.
Desde la llegada de Tim Duncan a la liga en 1997 los Spurs no han dejado de opositar al anillo. Solo en el año 2000, cuando su número 21 se perdió los PlayOffs debido a una lesión, los de Popovich se alejaron de la carrera por el título. Duncan lleva 16 temporadas dominando la liga, siendo elegido dos veces MVP y estando presente en 14 ediciones en el equipo ideal. Demasiado para ver como a los 37 años se escapa un título que pudo cerrarse en el sexto encuentro, e incluso en el definitivo.
A los Spurs les ha bastado con tres constantes para mantenerse en la élite desde la etapa de Robinson a la del trío Duncan-Parker-Ginobili: Gregg Popovich, el que ya es el mejor cuatro de la historia, y una enorme labor de scouting internacional. La labor del entrenador de puño de hierro ha convertido descartes en objetos de deseo. Leonard, Green, Ginobili, Bruce Bowen o un base francés que pasó desapercibido para toda la liga en el draft de 2001, el de Pau Gasol y de Kwane Brown.
Y es que los Spurs han tenido la habilidad o la suerte de contar durante estos últimos años con los que probablemente sean el mejor europeo y el mejor latinoamericano de la historia de la liga. Para este último, Manu Ginobili, el fracaso también ha llegado con toda la crudeza posible. Las continuas lesiones y el duro golpe que el genio argentino sufrió en la derrota del sexto partido le han hecho pensar en la retirada, aumentando los interrogantes de un equipo demasiado bueno para hacer borrón y cuenta nueva y demasiado viejo para quedarse a esperar en su trono.
Si Manu se retira finalmente, los Spurs se quedarán con un margen de casi 20 millones para acometer varios buenos fichajes, o un gran fichaje en la agencia libre. Pero El Álamo nunca ha sido lugar para estrellas.
La continuidad de los Spurs en la élite de la liga, una vez dejada atrás la amargura de la derrota, dependerá más bien del ímpetu de Tony Parker para mantener el aliento de sus dos compañeros de aventuras, y de la ilusión de hombres como Kawhi Leonard, o de la auténtica revelación de las finales, Danny Green. Por lo tanto, existen dos escenarios igualmente probables para San Antonio, que los nombres que han escrito una de las mejores páginas de la historia de la NBA se retiren más pronto que tarde, o que el año que viene les sigamos viendo peleando por el que ha sido su habitual objetivo en los últimos 15 años. Y en esto, tendrá mucho que ver el hambre de un equipo que ya lo ha hecho todo.