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¿Quién merece ser el Entrenador del Año? Una cuestión complicada
La lucha por el premio al entrenador del año es quizá la más reñida tras el MVP. Y más aún sabiendo que el premio solo se otorgará acabados los PlayOffs.
Una de las mejores cosas cuando acaba la temporada regular es elucubrar sobre los posibles candidatos a los distintos premios individuales del año. Este año la liga, de forma novedosa, dará a conocer a los ganadores en una gala especial que se celebrará en Nueva York el próximo 26 de Junio, con la temporada ya terminada.
Hasta entonces muchas serán las quinielas que intentarán acertar a los agraciados. Más aún este año en que muchas de las categorías tienen un gran abanico de candidatos. Es casi imposible predecir quién se llevará el premio al MVP entre Harden y Westbrook, con LeBron y Kawhi, a los que aún no se puede descartar por completo. Tanto Green, como Gobert, como el propio Kawhi serían dignos ganadores del premio al defensor del año. Y nadie que haya intentado crear los quintetos ideales de la temporada ha podido hacerlo sin quebraderos de cabeza y sin tener que dejar fuera a jugadores con méritos más que suficientes para entrar.
Por supuesto, el premio al entrenador del año no podía ser menos, y son varios los candidatos a llevarse el galardón este año. Vamos a ver los méritos que cumple cada uno de ellos.
Mike D’Antoni (Houston Rockets)
Posiblemente el mayor candidato a hacerse con el galardón, D’Antoni, como ya hiciese hace una década con los Phoenix Suns, ha creado un equipo absolutamente reconocible donde ha llevado hasta el extremo la tendencia hacia la que se dirige la liga.
A través del llamado ‘pace and space’ (ritmo y espacio), ha construido un ataque demoledor. Solo Golden State les supera en ataque, tanto en números totales como por cada cien posesiones, y están en el podio de honor tanto en porcentajes de ‘tiro efectivo’ como de ‘tiro real’.
Ha llevado su arma principal, el lanzamiento de tres puntos, hasta límites inimaginables hace sólo un par de años, lanzando más de cuarenta triples por partido, líder destacado en esta categoría por supuesto, y es el equipo que más anota de la liga en la zona restringida.
Por otro lado, la zona que las estadísticas califican como la menos efectiva del campo, la llamada ‘mid-range’, ha sido casi abandonada por los de D’Antoni, siendo, con gran diferencia, el equipo que menos lanza desde aquí.
Pero lo que es más importante. Ha conseguido todo esto ganando. Con una plantilla lejos de estar entre las mejores de la liga, las 55 victorias de los Rockets este año no sólo son la tercera mejor marca de la liga, lo que les ha permitido mantenerse en una cómoda posición durante casi toda la temporada, sino que además son el segundo equipo, tras los Sixers, con el mayor incremento de victorias respecto a la temporada pasada con 14 victorias más.
No sabemos si éste es el baloncesto que practicarán todos los equipos en un futuro cercano, lo que está claro es que es el baloncesto de un auténtico estudioso de las estadísticas avanzadas y, sobretodo, que se hablará del juego de este equipo durante muchos años.
Brad Stevens (Boston Celtics)
Como ya hiciese en la Universidad de Butler hace unos años, Stevens ha conseguido transformar un equipo con pocos mimbres en un equipo ganador.
En su cuarta temporada en el cargo, el equipo ha ido mejorando desde las 25 victorias conseguidas en su primer año hasta las 53 de éste, que le han llevado al hito de liderar la Conferencia Este por encima de los grandes favoritos, los Cleveland Cavaliers.
Sin grandes nombres más allá de su gran estrella Isaiah Thomas y con muchas lagunas como sus problemas en el rebote, los de Boston han conseguido juntar un grupo de jugadores sin tanta calidad como otros equipos, pero con mucha ética de trabajo y mucho sacrificio, sobretodo en defensa, que les ha llevado a lo más alto de su conferencia.
Un dato que evidencia esto es la dificultad de encontrar a los Celtics entre los mejores de la liga en alguna estadística. Excepto en un apartado: el relativo a las asistencias, donde podemos encontrarles terceros en asistencias por partido y en asistencias por cada pérdida y segundos en porcentajes de canastas asistidas, en pases realizados, en asistencias secundarias o en asistencias potenciales (casi siempre por detrás de Warriors).
Esto nos dice que Brad Stevens ha sabido inculcar en sus jugadores una mentalidad colectiva en la que lo colectivo está por encima de las individualidades, algo que, lamentablemente, no es demasiado habitual en la liga.
Quin Snyder (Utah Jazz)
¿Se puede ganar cuando toda la liga va en una dirección y tú eres el único que va en la contraria? ¿Y si esta contramarcha no se debe a que tú seas el innovador, si no a que sigues usando un estilo que no se ve desde hace años? Parece que la respuesta es SÍ. Al menos eso es lo que nos ha enseñado este año Quin Snyder.
En una liga en la que prima el estilo ofensivo y las posesiones cortas y numerosas, los Jazz han conseguido incrementar en once las victorias respecto al año pasado hasta alcanzar las 51 con un juego lento donde el punto principal reside en su defensa.
Los Jazz son el equipo que menos posesiones ha utilizado por partido este año y el que menos puntos por partido ha recibido (tan solo 96’8). Es el segundo que menos canastas recibe durante los partidos con 36’3 y que peor porcentaje provoca en los rivales con un 44’3%.
Pero Snyder tiene claro cuáles son los puntos importantes de su defensa. Son uno de los mejores equipos de la liga defendiendo el triple. Solo Miami y San Antonio reciben menos triples por partido y nadie recibe menos en cuanto a los lanzados desde las esquinas, claves en el baloncesto actual que necesita agrandar el campo como sea.
Además, ha creado una especie de ‘pasillos defensivos’ que obligan al rival a lanzar desde zonas lo más cercanas al aro posibles, donde tienen algunos de los mejores defensores de la liga. No solo son el segundo equipo que peor porcentaje provoca en los rivales en los 5 pies (1’5 metros) más cercanos al aro, es que además cuatro de los diez jugadores que mejor defienden esta zona del campo son de los Jazz, destacando sobre todos ellos Rudy Gobert, quien llegó como un ‘stopper’ más y Snyder ha llevado al siguiente nivel.
Con una perfecta mezcla de veteranía y juventud, los Jazz se han colado entre los equipos destacados del Oeste y, sea cual sea el rumbo que tome la liga, parece que ellos seguirán con su propia filosofía.
Eric Spoelstra (Miami Heat)
Una victoria. Eso es lo que ha separado a los Miami Heat de entrar en los playoff. La misma victoria por la cual Spoelstra ha pasado de ser el máximo aspirante al premio a bajar notoriamente en las quinielas.
Sin embargo, los méritos contraídos siguen estando ahí, a pesar de la citada victoria (o a la ausencia de ella). El día 13 de enero los Heat caían en Milwaukee poniéndose con un pésimo record de 11-30 que le dejaba en la parte más baja de la tabla de la Conferencia Este. Desde entonces, los de Florida cosecharon un increíble record de 30-11, el segundo mejor de la liga desde esa fecha, llegando a enlazar trece victorias consecutivas tras el citado partido ante los Bucks.
Tras la baja para toda la temporada de Bosh, Dragic y Whiteside se quedaban como los únicos jugadores importantes y con cierta experiencia del equipo. A pesar de ello, Spoelstra ha sabido rehabilitar a jugadores como Waiters o James Johnson acostumbrados a vagar de equipo en equipo y darles un papel importante. Esto, unido a cómo ha cogido una serie de jugadores jóvenes y semidesconocidos y los ha puesto en el mapa de la liga, ha dado una mezcla ganadora perfecta.
Sin grandes números ni estadísticas, Miami Heat ha logrado dar, en la segunda mitad de la liga, un salto de calidad gracias al trabajo de sus jugadores y al liderazgo del segundo entrenador (por detrás de Popovich y empatado con Carlisle) que más tiempo lleva en el mismo banquillo en la NBA.
Steve Kerr (Golden State Warriors)
¿Porque nos hayamos acostumbrado a algo quiere decir que deje de ser bueno o, incluso, lo mejor? La adquisición de Kevin Durant (que hace que todo parezca siempre más fácil) y la temporada pasada casi perfecta de los de la bahía en la que batieron el record de victorias en una liga regular, ha eclipsado una temporada sublime como la actual en la que se ha alcanzado unos niveles de excelencia pocas veces vistos en la historia.
Por primera vez en la historia un equipo encadena tres temporadas consecutivas por encima de 65 victorias. Tan solo los Bulls de Jordan lo consiguieron en 1996 y 1997 y ningún otro equipo lo consiguió más de un año seguido. También han igualado el mejor ‘rating ofensivo’ de la historia de la liga en poder de los Lakers de 1987 con 115’6 puntos por cada cien posesiones. Y sólo cuatro equipos antes habían promediado más asistencias por partido y ninguno en los últimos 30 años.
Y si nos ceñimos únicamente a esta temporada, es difícil encontrar un ranking en el que no sean primeros. Han liderado la liga en puntos por partido, en canastas anotadas por partido, en canastas asistidas, en porcentaje de tiro, ‘tiro efectivo’ y ‘tiro real’, en porcentajes provocados al rival tanto en tiros de campo como en triples, en pérdidas provocadas al rival… y un largo etcétera que podría continuar hasta aburrirnos.
Lo único que está en contra de que Steve Kerr gane este año el premio al entrenador del año (y parece que va a ser así) es que ya lo ganó el año pasado y nunca nadie lo ha ganado dos años seguidos y que nos hemos acostumbrado a la excelencia.
Gregg Popovich (San Antonio Spurs)
El eterno aspirante. Quizá este año no haya destacado por encima de otros entrenadores, pero siempre es osado sacar a ‘Pops’ de la nómina de candidatos.
Siempre se pueden conseguir argumentos que avalen su candidatura. Este año, por ejemplo, su equipo cumple 20 temporadas consecutivas acabando por encima de las 50 victorias en temporada regular (contando la temporada del ‘lockout’ en la que el porcentaje de victorias sería equivalente) y seguro que más de uno lo ve como aval suficiente para darle un reconocimiento a su carrera como entrenador.
Es difícil que el bueno de ‘Pops’ se vaya de una votación al mejor entrenador del año sin recibir un solo voto.