Cultura NBA
David Bowie o el arte soñar con los ojos abiertos
Es posible que David Bowie no fuera un gran aficionado al baloncesto pero en Sweet Hoops valoramos a los soñadores y él fue un maestro del mundo de los sueños
Es posible que David Bowie no fuera un gran aficionado al baloncesto pero en Sweet Hoops valoramos a los soñadores y él fue un maestro del mundo de los sueños.
En la fábrica de emociones y en el laboratorio de sentimientos de David no existía ni el «NO» ni las prohibiciones. Todo valía si era por acercarse más al sueño, a la vida y al placer.
Quizá no lo merecíamos. Es posible que él ni siquiera se sintiese de aquí. Seguramente ese niño soñaba con el mejor de los mundos en el más allá. Quizá a mano derecha, en el cuarto planeta del milésimo sistema de la galaxia que aún falta por conocer.
No tenías que irte tan lejos Bowie. Ese mundo, ese maravilloso paraíso, estaba en tu cabeza y de ahí salieron todas esas obras maestras que hablaban del espacio. Space Oditty, Life on Mars… Esa sensación de flotar. De lo etéreo, lo frágil y banal de un espacio-tiempo que consume nuestro día a día y margina al sueño, la creatividad y el infinito poder de la imaginación.
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A los que nos sentimos solos alguna vez nos ayudaste. A los raros nos mostraste el camino. A los ambiciosos nos enseñaste a luchar. A los soñadores a no poner límites a tu mente.
Decían que últimamente no eras feliz. Que apenas paseabas por tu querido Nueva York. Parece que ese el destino de aquellos que creemos afortunados por ser maestros de los sueños. Y es irónico, querido David, que hayas tenido que abandonar este mundo que te aplastó con su crueldad, su fugaz lujuria y esas deliciosas drogas que nunca fuiste capaz de olvidar del todo aún limpio; para estar más cerca ese maravilloso espacio que fue solo tuyo pero nos regalaste en forma de hits.
Hoy amanecí triste con la noticia de tu marcha y en la noche que siguió a este ajetreado día saqué unos minutos para dedicarte unas líneas en esta carta que nunca leerás de una persona que nunca conociste. Pero eso no importa, porque nunca podré devolverte lo que hiciste por mí.
Tú me dijiste, querido Bowie, que todos podemos ser héroes. Seámoslo esta noche David…
No sé a dónde vais los genios como tú pero si me porto bien por favor que me lleven allí. Por mi parte te escucharé mucho, aquí en la Tierra por si acaso. Quién sabe qué espera después de ese último baile… Gracias por todo. No te olvidaremos.