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Entrenadores universitarios en la NBA… ¿Es bien?
Entre tanto cambio e inestabilidad no es de extrañar que de vez en cuando echemos mano de modas de antaño y ésta es nada menos que la de buscar entrenadores en la Universidad.
Tras varios años en los que parecía que nunca nada cambiaría y seríamos «jóvenes por siempre» como reza el famoso tema tantas veces sampleado, la NBA se ha lanzado al cambio ingobernable que ha dejado de si el 20D.
Antes de darnos cuenta, Shaq se nos hizo una estrella de la televisión, Stern se sintió mayor y dejó su lugar al Profesor Bacterio aka Adam Silver que propuso los All Star estridentes y camisetas con mangas. Y para colmo, se nos retira Kobe.
Entre tanto cambio e inestabilidad no es de extrañar que de vez en cuando echemos mano de modas de antaño y ésta es nada menos que la de buscar entrenadores en la Universidad. Este grito era muy de los 80-90, con casos como el de la leyenda Rick Pitino, que entrenó a los Knicks (1989-1991) y a los Celtics (1997-2001). Fue precisamente Boston la primera que echó mano de este recurso, apostando por el mítico héroe de la universidad de Butler Brad Stevens.
Este año los últimos en subirse al barco fueron Oklahoma City y Chicago:
Billy Donovan (Florida Gators – Oklahoma City Thunder)
Puro carácter y nada ajeno a las mieles del éxito (campeón de la NCAA ’06 y ’07 con Noah y Horford), Donovan llevaba varios años rechazando ofertas mareantes, dejando claro que si cambiaba de liga no era para masajearle los pies a nadie.
Dicho y hecho, Billy-D ha impuesto un nuevo estilo basado en la energía y correr la pista en un equipo que se dirigía en deriva a la nada tras que Scott Brooks cayese preso de sus rígidos esquemas.
A favor: La vuelta de Durant al más alto nivel. Tras una temporada prácticamente en blanco debido a numerosas lesiones, el alero ha demostrado de nuevo la clase que aterosa entre las manos.
En contra: La irregularidad del banquillo, la falta de intensidad defensiva de algunos de sus titulares, los problemas de ego del vestuario y el constante revuelo que genera la incertidumbre sobre si KD continuará o no el próximo verano.
Veredicto: Billy Donovan está superando la prueba con nota. Ha vuelto a poner en el mapa a una franquicia que sufrió mucho la ausencia de su gran líder KD. El siguiente paso será dar la sensación al resto de la liga que no están tan lejos del nivel de Spurs y Warriors como pueda parecer.
Fred Hoiberg (Iowa State Cyclones – Chicago Bulls)
Al contrario que Donovan, Hoiberg no se ha movido precisamente en programas ganadores en sus días universitarios, pero ha conseguido poner a los Cyclones en el mapa con una estrategia basada en un ‘scouting’ de 10 y un juego digno de los ángeles (no la ciudad ojo, que ahí escasea).
Sin embargo no dudó (como muchos haríamos) en aceptar el reto de dirigir a la franquicia de la Ciudad del Viento. Un proyecto que en sus últimos años ha venido a seguir el clásico refrán de «nadar para ahogarse en la orilla».
Su aterrizaje en la mejor liga del mundo ha venido acompañado de turbulencias. De eso de que o colocas la bandeja en posición vertical o ya puedes ir a darle el Gordo de Navidad a tu dentista. Venían de un atasco de brazo de hierro de Thibodeau y con chispas emergiendo entre sus dos principales estrellas: Butler y Rose.
A favor: Su estilo laissez-faire puede ser lo que necesite el equipo para limar las asperezas del banquillo. Tiene un estilo ofensivo de probada eficiencia, lo que vendría a reforzar una faceta del juego que siempre se les ha echado en cara a los de Illinois.
En contra: Los Bulls no acaban de arrancar y sus resultados -especialmente a domicilio- no acompañan. Pau que no tiene la paciencia propia de la juventud no ha dudado en avisar de algunos no rinden al máximo cada noche y se empiezan a dejar ver las primeras divisiones entre clanes. Noah ha amenzado con abrir la caja de Pandora si no juega más.
Veredicto: Hoiball ha superado el primer ‘Match-Ball’, levantando una situación que dejó a los Bulls a los bordes de la clasificación para la postemporada y la crisis institucional, ganando sus cuatro últimos partidos cuando se escriben estas líneas para situarse segundos de Conferencia. De su pulso dependerá que Chicago navegue en aguas cristalinas o que el nivel de amenaza active un botón de pánico que podría desembocar en traspasos antes inimaginables.
Y tú, ¿qué opinas?