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La inesperada marcha de 'Flip'
Saunders murió a los 60 dirigiendo al club de sus amores: los Timberwolves. Aquí va nuestro humilde homenaje a un tipo que dio todo por su franquicia.
Phillip Saunders murió a los 60 dirigiendo al club de sus amores: los Minnesota Timberwolves. Fue tan devastador como inesperado. En agosto se anunció públicamente que sufría cáncer, un linfoma de Hodgkin que afecta al sistema linfático. Solo dos días antes de su muerte, el propietario de los Wolves confirmaba que el entrenador no podría continuar dirigiendo al equipo.
Nacido en Cleveland en febrero de 1955, fue un tipo dialogante y de fino baloncesto. Disfrutó de sus años dorados dirigiendo a los Bad Boys del siglo XXI aunque su corazón siempre fue de Minnesota. Allí nació y murió como entrenador. Consiguió más de 1.000 victorias en sus 35 años de carrera como entrenador.
Los Wolves quedan huérfanos de líder y reciben un duro golpe ante un comienzo de temporada irregular en la que pueden seguir decepcionando al venerable, o dar un paso adelante que les lleve a imponerse como uno de los equipos con más potencial del Oeste. Los dos últimos número uno del draft Andrew Wiggins y Karl Anthony-Towns hablan por sí mismos.
Pero si alguien echará de menos a Saunders será el gran éxito de su carrera, el futuro miembro del Salón de la Fama Kevin Garnett. Fue el propio ‘Flip’ el que tuvo la fortuna de contar con su figura al incorporarse a la franquicia de Minneapolis un año después de que KG aterrizase en la liga, en 1996. Su idilio acabaría con Garnett siendo nombrado MVP de la temporada 2003-2004. Consiguió llevar a los T-Wolves a Playoffs durante ocho temporadas consecutivas.
Forever in my heart….
Posted by Kevin Garnett on domingo, 25 de octubre de 2015
Hombre de buena percha -el gran Montes le bautizó como Cortefiel Saunders– fue despedido por los Wolves en 2005 y entonces le llegó su gran oportunidad de alzarse con un anillo al firmar por los Detroit Pistons de Chauncey Billups, ‘Rip’ Hamilton y los Wallace (‘Sheed’ y Ben).
A pesar de firmar grandes números con los Bad Boys, ‘Flip’ no consiguió pasar de las Finales de Conferencia, donde se estancó en sus tres temporadas en Michigan. Una piedra angular que no pudo superar durante tantos años en la NBA.
Baloncesto de salón
Saunders jugaba con todo. Mentalidad ganadora y baloncesto ofensivo al servicio del espectador. Todo un especialista ofensivo que según decían los entendidos, se esforzaba mucho por sacar lo mejor de sus bases. A su marcha de los Pistons le sobrevinieron tres temporadas frustrantes en los Washington Wizards.
Tras ocho temporadas, volvió a sus amados T-Wolves como entrenador y jefe de operaciones en 2014. Recién llegado tuvo que lidiar con una de las decisiones más importantes de la historia de la franquicia: el traspaso de Kevin Love a Cleveland a cambio de Andrew Wiggins. Además, trabajó en la ‘reconfiguración’ del juego de Ricky Rubio y devolvió a su casa al mítico Garnett. ¿Su última decisión? Draftear con el número 1 a Anthony-Towns.
Amor por Minnesota
A pesar de nacer y pasar su infancia en Cleveland, donde se convirtió en uno de los mejores jugadores de instituto de la zona, todo cambió cuando elegió jugar con la universidad de Minnesota. Allí compartió vestuario con Kevin McHale, y comenzó lo que sería una bella historia de amor entre la ciudad y el futuro entrenador.
Sin embargo, su legado no ha acabado. Su hijo Ryan es actualmente entrenador asistente de los Timberwolves. El hijo de Saunders mantendrá junto a su esposa y tres hermanos, el recuerdo vivo de uno de los personajes más queridos de la NBA. Gracias por todo ‘Flip’, ha sido un placer.