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Stephen Curry: el francotirador de la Bahía
La pasada madrugada batió su propio récord de más triples convertidos en una temporada y toma ventaja en la lucha por el MVP.
Stephen Curry batió la pasada madrugada, frente a los Trail Blazers, su propio récord de más triples convertidos en una temporada. La anterior marca, lograda en 2013 cuando consiguió 272 triples, quedó pulverizada tras la victoria de los Warriors 116-105 frente a Portland. Curry comenzó el partido con 268 triples convertidos, y le bastó el primer cuarto para igualar el récord. A falta de algo más de cuatro minutos para llegar al descanso superó su marca y finalizó el encuentro estableciendo un nuevo récord histórico en la NBA, con 276 triples convertidos en una temporada.
Que Curry es jugador desequilibrante y con un arsenal de habilidades ofensivas extremadamente variado, es algo que no admite discusión. Es rápido, posee un endiablado manejo de balón y una gran visión de juego. Pero no cabe duda que su principal arma es ese fusil de francotirador con mira telescópica que empuña cada vez que se sitúa a una distancia aproximada de 7.25m del aro. El, para muchos, principal candidato a MVP de la temporada volvió a dar una exhibición desde la larga distancia la pasada madrugada frente a los Blazers: 45 puntos (8/13 en triples). Es solo el último ejemplo de una temporada espectacular para el base de los Warriors, que, tras la 2014/15, y tan solo cinco años después de su llegada a la liga, se acomoda ya entre las mejores muñecas de la historia de la NBA.
Tiene un demencial promedio de 3.6 triples por partido en la presente temporada (líder de la liga), en la que, con 276 triples anotados, atesora un 44.2% de acierto (tercer mejor porcentaje de la temporada). Ha anotado 809 triples en las tres últimas temporadas, que son, por poner un ejemplo ilustrativo, 36 triples menos de los que consiguió John Stockton (845), un más que decente tirador exterior, en las 19 temporadas que jugó y 228 más de los que consiguió Michael Jordan (581) en toda su carrera.
Con el final de la regular season a la vuelta de la esquina, el “otro” genio de Akron se postula como claro favorito a ganar el MVP de la temporada. Y, como suele ocurrir casi sin excepción en la NBA, lo sería con todo merecimiento. Independientemente del récord de triples o de que cualquiera de los otros dos candidatos que conforman esa terna (Westbrook y Harden) que opta al premio (con permiso de LeBron) serían merecedores de conseguirlo, Stephen Curry es el indiscutible mejor jugador del mejor equipo de la temporada, y eso siempre ha sido altamente considerado por la NBA a la hora de otorgar el premio. Pero además, Curry es un jugador de esos que, más allá de las estadísticas (que son muy buenas: 23.9 ppp, 7.8 app, 4.3 rpp), tienen un toque de magia en su juego. Es capaz como pocos de conectar con los aficionados y provocar un ¡Ooh! en la grada con un pase, un dribbling o un tiro imposible. Posee ese magnetismo irresistible del jugador amable, de rostro angelical y querencia por el baloncesto de fantasía, pero que al más mínimo descuido coge su fusil y te acribilla desde la línea de tres puntos.