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Ricky Rubio y el horizonte postergado
El base de los Wolves volverá a las canchas esta semana tras lesionarse el pasado 7 de noviembre. Recién renovado, su equipo le pedirá que confirme lo que se espera de él.
El base de los Wolves volverá a las canchas esta semana tras lesionarse el pasado 7 de noviembre. Recién renovado, su equipo le pedirá que confirme lo que se espera de él.
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[dropcaps round=»no»]R[/dropcaps]icky Rubio comenzará de facto esta semana la que será su cuarta temporada en la NBA. El base español se lesionó el pasado 7 de noviembre, apenas unos días después de que comenzara el curso con su equipo. La temporada se presuponía clave para el de El Masnou, que se erigía como nuevo líder los Minnesota Timberwolves tras la salida de Kevin Love y debía ser el encargado de comandar una nave a la que llegaba el nuevo número 1 del draft, Andrew Wiggins.
Al reto se le sumaba además una responsabilidad añadida. Tras arduas negociaciones, el agente del base, Dan Fegan, uno de los rostros más repetidos en las dianas con talante de vudú que guardan los despachos de la NBA, daba un nuevo pelotazo consiguiendo que la franquicia de la fría y tranquila Minnesota pusiera la firma en el contrato que buscaba para su representando. 55 millones por 4 años. Puesto en perspectiva, Rubio será en 2015 el sexto base mejor pagado de la liga solo por detrás de CP3, Deron, Rose, Westbrook o John Wall. Dicen que Fegan comenzó a desarrollar sus habilidades desde crío cambiando cromos. Qué recreos más amargos.
Sin embargo, aquella lesión del pasado mes de noviembre puso en frío todo aquello. Desde entonces las noticias relevantes que han llegado de Rubio han sido pocas. Se esperaba su retorno a las canchas para Navidad, y el evidente retraso se sobrellevó sin pena ni gloria. Para los nuevos Wolves por entonces la temporada ya pintaba en bastos. Últimos del Oeste y dando crédito una vez más a la paciencia del Target Center. Quizá el mejor contexto para desarrollar a jugadores del talento de Wiggins o Rubio. O quizá la mejor hamaca en la que adormilar las expectativas de jugadores llamados a comandar el baloncesto de la próxima década.
Sin intentar hacer balance, lo cierto es que el paso de Ricky Rubio en la NBA se circunscribe a tres palabras: asombro, lesión y, por qué no decirlo, algo de chasco. Sus cuatro años en la NBA se han reducido a poco más de dos temporadas completas debido, sobre todo, a la grave lesión que sufrió en su año rookie. Más de ocho meses de baja que hicieron mella en la consolidación del jugador en la liga de las estrellas, donde parecía haber llegado ya plenamente adaptado. Desde luego, durante aquella primavera de 2012 ya estaba empezando a responder a toda la expectación creada en sus años junior y su época en el Joventut –conviene recordar aquel ‘Rubio can pass that rock!’ que exclamó LeBron al verle por primera vez-, nivel que, no obstante, no parece haber superado después con suficiente claridad.
Sus números durante todo este tiempo no han mejorado en exceso desde su primer año, quizá algo sí sus porcentajes de tiro, el talón de Aquiles de tantos otros bases iluminados para el pase, algo que sin embargo tampoco se ha traducido en una mayor anotación. Ahora, y con apenas tres meses de temporada por delante, a Rubio, demandando por los flashes desde que tenía 14 años, le toca empezar a sembrar el terreno que confirme la apuesta que han hecho por él los Wolves. Una apuesta que quizá tenga que esperar un año más aún para empezar a levantar fichas de la mesa, pero que también cuenta con un importante as en la manga. Ricky aún tiene tan solo 24 años.