El MVP del relevo generacional

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«Después del segundo partido, Pop le dijo que tenía que jugar mejor. Cuando es más agresivo somos mejor equipo». Estas palabras de Boris Diaw sobre Kawhi Leonard pueden definir con bastante exactitud el devenir de las Finales de la NBA. Dos primeros partidos bastante igualados, con una victoria para cada equipo, una sensación de que algo no terminaba de arrancar en los Spurs y que si la cosa no iba 0-2 era por los calambres y la falta de aire acondicionado en el primer encuentro. Sin embargo, la charla de Gregg Popovich con Leonard actuó como un resorte sobre el jugador y, por ende, sobre el resto del equipo. En los últimos tres partidos de la serie, victorias por 19, 21 y 17 puntos respectivamente. Y con Kawhi Leonard dando un paso al frente. De los 9 puntos y 2 rebotes de promedio en los dos primeros encuentros, a los 23,7 puntos y 9,3 rebotes de las tres victorias sin discusión de San Antonio.

Kawhi ha sido el justo MVP de las Finales, no sólo por sus promedios, que no admiten demasiada discusión, sino porque ha sido la pieza clave sobre la que los Spurs, como conjunto, se han rodeado para dar un paso al frente en un momento complicado para la franquicia texana. En uno de los campos más difíciles, el American Airlines Arena de Miami, Leonard se descubrió no ya como el gran jugador que es y ha sido desde que pisó la liga hace ya tres años, sino como el futuro de los Spurs, el jugador sobre el que tiene que reconstruir Popovich (o quien venga) cuando Duncan, Parker y Ginobili ya no estén, que será más pronto que tarde. Hasta ahora, las críticas recaían sobre el Leonard que no daba un paso al frente en los momentos más importantes, que, si me apuran, hasta se escondía. Pero ya no. Su evolución, su madurez impropia de un jugador de su edad le elevan, tras este merecido premio, a un nivel superior en la liga, donde pocos jugadores superan su nivel.

El antídoto contra LeBron

Pero este premio no ha llegado solamente por su evolución ofensiva en los últimos tres partidos. Su defensa sobre LeBron James ha sido prácticamente exquisita, reduciendo la gran incidencia sobre el juego de los Heat que tiene el alero de Akron, cuyo ímpetu no ha sido suficiente para hacer frente a los Spurs, pues estos Heat necesitan una renovación importante, empezando por el puesto de base. Como si ya supiera el nombre del premiado, James, un rey caído, fue el primero en rendir pleitesía a Leonard una vez acabado el partido, un príncipe cuyo reinado en los Spurs es cada vez más cercano ante la inminente abdicación de Tim Duncan.

No deja de ser curioso que en estos Spurs, que han asombrado por su capacidad de competir y ganar a estos niveles cuando sus tres principales estrellas andan ya más cerca de la jubilación que de sus mejores años, que el MVP de las Finales haya sido para un chico de 22 años. El chico tímido, callado, que parecía avergonzado mientras recibía el merecido premio de mejor jugador de las Finales, que vio como su padre era otra víctima más de la violencia callejera a veces extrema en Estados Unidos, que no entraba en las quinielas para este premio antes de que comenzase la serie ha rejuvenecido a unos Spurs en la veteranía, ha sido el contrapunto de Tim Duncan, con cinco anillos en 15 años, y de una franquicia que no se baja de los PlayOffs desde que en 1999 conquistase su primer anillo. El joven de una plantilla veterana. El futuro de unos Spurs que, tras estas finales, ya no es tan incógnita.